Luego de que en una primera instancia los resultados fueran favorables para el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki,y su partido, Estado de la Ley, finalmente la victoria en las elecciones legislativas del 7 de marzo fue del ex primer ministro Iyad Allawi, un chiita secular que se presentó con una plataforma laica en la lista Iraquiya.
Allawi ya fue primer ministro cuando sucedió en el cargo al estadounidense Paul Bremer, quien fue la máxima autoridad civil de Irak desde la invasión de mayo de 2003 hasta junio de 2004. En ese entonces, sus adversarios consideraban a Allawi una “marioneta” de Estados Unidos y no logró el apoyo de los iraquíes en las elecciones de 2005.
En una Asamblea Nacional que por primera vez será de 325 escaños, 91 estarán ocupados por legisladores de la coalición de Allawi, mientras que Estado de la Ley tendrá dos escaños menos. Al Maliki, quien junto con el presidente Yalal Talaban pidió un recuento manual de los votos -que le fue negado-, ya anunció que no acepta su derrota y que impugnará en todas las instancias legales posibles estos resultados que “no son definitivos”.
Para ser designado primer ministro de Irak, el candidato debe contar con el respaldo de 163 legisladores, y Allawi tiene poco más de la mitad, por lo que se verá obligado a formar coaliciones. Ni bien se anunciaron los resultados, Allawi afirmó en un mensaje televisivo que está abierto “a negociar con todas las fuerzas políticas sin excepción”, y “empezando por el Estado de la Ley dirigido por el primer ministro”.
Sin embargo, la ley establece que primero debe ser elegido el presidente por la Asamblea Nacional y luego éste debe encargar “al mayor bloque del Parlamento” la tarea de formar el nuevo gobierno, informó el diario español El País. Una sentencia del Tribunal Supremo, dada a conocer pocas horas antes del resultado electoral, establece que ese mayor bloque puede ser el más votado en las elecciones o uno más amplio, que se forme después.
Al Maliki ya contó, en 2005 y luego de cinco meses de negociaciones, con el apoyo de un sector de chiitas que en estas elecciones se presentó dentro de la Alianza Nacional Iraquí (ANI), y con el Consejo Supremo Islámico de Irak, que se formó en el exilio en Irán, informó la agencia de noticias Reuters. La ANI logró 70 escaños en la Asamblea Nacional y los kurdos, que también estuvieron aliados con Al Maliki, lograron 43, entre dos de las mayores alianzas.
Con las nuevas reglas electorales, si Estado de Ley pudiera retomar alguna de esas alianzas y lograr una mayoría, sería Al Maliki el llamado a formar el gobierno otra vez. Esto resultaría un nuevo golpe para los sunitas que respaldaron a Allawi. Esta minoría siente que ha quedado postergada desde el derrocamiento de Sadam Hussein, en especial en unas elecciones en las que cientos de sus candidatos fueron proscriptos por mantener presuntos vínculos con el ilegalizado partido Baaz.
Más allá del respaldo sunita, “Allawi ha demostrado que es algo más que el candidato de los suníes”, señaló a El País el investigador del Instituto Noruego de Asuntos Internacionales Reidar Visser. Incluso en nueve de las provincias mayoritariamente chiitas Allawi también obtuvo buenas votaciones, y logró 12 diputados.
Al Maliki tiene plazo hasta hoy para impugnar las elecciones. Si no lo hace, él y Allawi dependerán de su rapidez para formar alianzas y alcanzar la mayoría necesaria para ser proclamado primer ministro.