En sólo tres años como ministro de Defensa en el gobierno de Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos se convirtió en centro de las críticas y en un personaje relevante en la crisis que determinó que Venezuela y Ecuador congelaran las relaciones diplomáticas de su país.

Santos fue requerido por la justicia ecuatoriana en junio del año pasado por su responsabilidad en la incursión militar de Colombia en territorio de Ecuador en marzo de 2008, cuando él era titular de Defensa. Aquella operación militar se dirigió contra un campamento de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En ella murió el “número dos” de ese grupo armado, Raúl Reyes, y también cuatro ciudadanos mexicanos y uno de Ecuador. La justicia de Ecuador investigaba a Santos por los delitos de homicidio y violación de la seguridad interna del país, y por esto pidió su captura a Interpol.

Desde Estados Unidos, Uribe declaró: “El gobierno de Colombia no permitirá que toquen al ministro Santos”. De inmediato, su gobierno emitió a Santos un pasaporte diplomático para darle  inmunidad en los aeropuertos internacionales -él se encontraba en Londres- y se organizó un comité especial para diseñar una estrategia de defensa. Pero fue innecesario, porque la orden de detención fue denegada por Interpol, según explicó  el director de la Policía Colombiana de Seguridad (DAS), citando un comunicado, porque “viola el artículo tres de los estatutos de la Interpol que dice que no se puede usar este tipo de mecanismos para temas políticos, militares, raciales y religiosos”.

De todos modos, la incursión fue duramente criticada por la región y la Organización de los Estados Americanos. Desde Colombia, en cambio, el oficialismo defiende su legitimidad. “En ninguna parte del mundo una acción militar en contra del terrorismo puede definirse como ilegítima”, dijo en su momento el ministro del Interior y de Justicia, Fabio Valencia, al diario colombiano El Tiempo.

El candidato presidencial también tuvo problemas con el presidente venezolano, Hugo Chávez, quien fue el primero en condenar el ataque en Ecuador y romper relaciones con Colombia, además de movilizar sus tropas a la frontera con este país. Las relaciones difíciles entre Santos y Venezuela no empezaron en marzo de 2008, sino en 2004, cuando el ahora candidato presidencial escribió  un artículo en la revista Diners titulado “Arde Venezuela... y puede quemar a Colombia”, informó BBC. Allí el dirigente definió a Chávez como un resentido social y lo acusó de haber secuestrado la democracia en Venezuela y de manipular el pensamiento de Simón Bolívar.

Por triplicado

El gobierno de Álvaro Uribe no fue el único en el que fue ministro Juan Manuel Santos. El actual candidato oficialista ocupó la secretaría de Comercio Exterior en el gobierno de César Gaviria (1990-1994) y la de Hacienda, en el de Andrés Pastrana (1998-2002). También fue elegido por el Senado para ser el Designado a la Presidencia, un alto cargo que existió hasta 1994, como vínculo entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo. Fue la última persona en ocuparlo, durante un año, antes de que fuera sustituido por la vicepresidencia de la República.

Un año después del ataque en territorio de Ecuador, Santos argumentó que las Fuerzas Armadas de su país actuaban en “legítima defensa” si atacaban a guerrilleros fuera de su territorio, lo que despertó más críticas aún. Chávez le respondió. “El ministro Santos es una amenaza a la paz de Venezuela: él representa la corriente más fascista de la oligarquía latinoamericana”, se escuchó en Aló, presidente. En esos momentos Uribe y Chávez ensayaban acercamientos que quedaron en la nada. En ellos el mandatario venezolano se había comprometido a colaborar con Colombia en su lucha contra la guerrilla, promesa que Santos evaluó con un “ojalá”.

Luego de cruces de declaraciones entre el mandatario y el ministro, en los que Chávez tachó a Santos de “pupilo de la derecha yanqui”, todo finalizó cuando el gobierno de Uribe envió un comunicado a su gabinete pidiendo “a todos los voceros del gobierno total prudencia” en sus expresiones respecto a Venezuela, para no afectar el “nuevo sendero” en las relaciones.

Aun así, analistas locales dijeron al diario colombiano La República y a BBC que Santos decía las cosas que Uribe “no podía”, y que por eso el ministro no fue retirado de su cargo.

“Exitosísimo”

El momento de mayor visibilidad mundial que tuvo Santos en sus tres años de gestión en el Ministerio de Defensa llegó en julio de 2008, con aquel operativo militar considerado “exitosísimo” por las autoridades, en el que fueron liberados 15 rehenes en manos de las FARC, entre ellos la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt.

Pero también aquel “éxito” tuvo sus puntos oscuros. En esa ocasión, un oficial del ejército colombiano utilizó el logo de la Cruz Roja para no ser atacado por las FARC. La Cruz Roja emitió un comunicado para reiterar que su nombre “no puede ser usado de manera abusiva”, explicando que la neutralidad de la organización es lo que permite que no se le ataque en escenarios de guerra y enfrentamientos armados. Señaló que si los ejércitos utilizaban su nombre, se perdería ese “respeto”, y recordó que la Convención de Ginebra establece que debe respetarse el logo de la Cruz Roja, que sólo debe ser usado por esta organización. Uribe asumió  la responsabilidad política por el hecho y lo lamentó.

Un experto en derecho internacional consultado por BBC, José  Ayala Lasso, advirtió sobre la gravedad del antecedente. “Si cada gobierno decide qué es lo que puede hacer y qué es lo que no puede hacer, el derecho desaparece, porque el derecho es un compromiso de todos con una regla de actuación que debe ser respetada siempre”, señaló.

Otro de los escándalos militares registrados durante la gestión de Santos fue el de los llamados “falsos positivos”, ejecuciones de civiles inocentes por parte de las Fuerzas Militares para simular resultados en la lucha contra la guerrilla. El caso más emblemático fue el de una veintena de jóvenes de Bogotá, a los que militares reclutaron con promesas de trabajo lejos de sus hogares, y que luego de asesinarlos, los presentaron como “caídos en combate”. La Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía colombiana estima que son más de mil los casos de muertes y desapariciones que podrían estar relacionadas con los “falsos positivos”.

Ahora como candidato, Santos insistió, en declaraciones a la colombiana Radio Caracol, en que es necesaria una “justicia más rápida” sobre este asunto para “limpiar” a las Fuerzas Militares y que no sean objeto de “informes o juicios como los que se están haciendo”. Como ministro, destituyó a varios oficiales y suboficiales, y aceptó la renuncia del comandante de las Fuerzas Militares, general Mario Montoya. Herencia familiar Santos, nacido en Bogotá el 10 de agosto de 1951, es miembro de una familia históricamente influyente de Colombia, descendiente de Antonia Santos, heroína de la independencia del país, quien creó una guerrilla en el siglo XIX para combatir la invasión española.

El tío abuelo de Santos, Eduardo Santos Montejo, fue presidente de Colombia (1938-1942) y fundador del diario El Tiempo, de cuyo grupo editorial la familia es el segundo accionista mayoritario. Perdieron el primer lugar al vender el mayor porcentaje al Grupo Planeta.

El padre del candidato, Enrique Santos, fue uno de los más populares columnistas colombianos en el diario de su hermano, en el que siempre tuvieron una gran presencia. El propio Juan Manuel Santos, primo hermano del vicepresidente colombiano, Francisco Santos Calderón, fue subdirector de El Tiempo.

Santos estudió periodismo en Harvard y es autor de varios libros, entre ellos La tercera vía: una alternativa para Colombia, editado en 1999, en el que colaboró el ex premier británico Tony Blair.

El ex ministro militaba en el Partido Liberal hasta que renunció en 2004 para apoyar al primer gobierno de Uribe y fundar junto al actual presidente el gobernante Partido Social de la Unidad Nacional, más conocido como el Partido de la U. Al año siguiente asumió su cargo en el Ministerio de Defensa y, pese a los escándalos, se considera que logró sus propósitos de combatir a las FARC, que durante su mandato recibieron los golpes más duros en sus casi cincuenta años de historia.

Cuando renunció a su cargo, en mayo de 2009, declaró que lo hacía para ser candidato “si y sólo si” Uribe no se presentaba a la segunda elección, ya fuera porque no se le permitían las reglas de juego o porque no quería postularse. La ley electoral colombiana indica que los funcionarios deben retirarse de sus cargos un año antes de las elecciones si van a candidatearse.

Días después de que la justicia determinara que el presidente no podía acceder a un tercer mandato, se oficializó la candidatura de Santos por el Partido de la U, y las encuestas le dan la mayor intención de voto, que en el fragmentado panorama político de Colombia significa el 18% de respaldo. 

Su lema lo dice todo: “Si no es Uribe, Santos”. En entrevista con la agencia de noticias EFE, Santos dijo que es obvio que si se convierte en el próximo presidente le ofrecerá un ministerio a Uribe. También afirmó que, pese a todo, buscará un acercamiento con Venezuela y que continuará con las políticas del actual gobierno. Aseguró que la victoria del uribismo en las elecciones legislativas fue “un voto al continuismo” de la línea uribista, esa que tras las elecciones presidenciales del 30 de mayo posiblemente quedará a cargo de Santos.