Las llaman “viudas negras”. Son mujeres chechenas que perdieron hijos, hermanos o esposos guerrilleros islámicos durante las dos guerras entre Rusia y Chechenia -1994 y 1999- y la posterior ocupación del territorio checheno por tropas rusas. Mujeres que fueron violadas, torturadas y sometidas a constantes violaciones de los derechos humanos, denunciadas por organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch.

La táctica de ataque que emprenden las “viudas negras”, que se visten de luto para la ocasión, se inauguró con un atentado en 2003, en un concierto de rock al aire libre, en un aeródromo de Moscú, donde mataron a 15 personas, informó BBC. Uno de los más notorios líderes separatistas chechenos, Shamil Basayev, quien fue asesinado en 2006, aseguraba tener “un batallón de mujeres suicidas”.

Las principales sospechas de las autoridades de Rusia apuntan a que dos de ellas fueron las autoras de los atentados de ayer por la mañana en el metro de Moscú, que terminaron con la vida de 38 personas y dejaron, al menos, 70 heridos, varios de ellos de gravedad. “Los atentados fueron cometidos por grupos terroristas que tienen relación con el Cáucaso Norte. Ésta es la versión principal”, afirmó el jefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB), Alexandr Bórtnikov.

El primer ataque se registró alrededor de las ocho de la mañana de Rusia, y cuando el metro -que mueve más de nueve millones de personas cada día- estaba repleto. La explosión ocurrió en la estación Lubyanka, que está debajo del cuartel general de FSB, la ex KGB soviética. En ese primer atentado murieron más de 20 personas.

Menos de una hora después ocurrió otra explosión en la estación Park Kultury, también en el centro de Moscú, y dejó 14 muertos. Otras cuatro personas murieron en el hospital, y se teme que varios de los heridos no sobrevivan.

Como las explosiones ocurrieron en estaciones de metro y no mientras el tren avanzaba entre una parada y otra, también hubo víctimas entre las personas que esperaban para abordarlo.

Los ataques se cometieron en la línea roja del metro, que es la más antigua, la más extensa y cruza Moscú de noreste a suroeste. Cuenta con gran cantidad de conexiones con otras líneas y en su recorrido están incluidos algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad, frecuentados por turistas, informó el diario español El País.

El sistema de metro ruso, conocido como el “palacio subterráneo”, que sirvió de refugio durante la Segunda Guerra Mundial, fue objetivo de tres ataques entre 1996 y 2001. El más grave fue en febrero de 2004, en el que murieron 47 personas. En agosto de ese mismo año, otro atentado dejó diez muertos, y en noviembre de 2009 otra bomba causó 28 muertes.

El líder del grupo que cometió ese atentado murió, junto a otros 20 insurgentes, en un ataque de las fuerzas militares rusas en febrero sobre Ingushetia, vecina de Chechenia. Las autoridades sospechan que los ataques de ayer pueden ser una represalia por esa ofensiva.

Luego de ese ataque, el líder rebelde Doku Umarov prometió a los rusos: “La sangre ya no estará limitada a nuestras ciudades y pueblos [del Cáucaso]. La guerra llegará a sus ciudades”, citó la agencia de noticias Reuters.

Las fuerzas de seguridad rusas buscan a un hombre y dos mujeres “de rasgos eslavos”, que suponen que acompañaron a las terroristas hasta la entrada del metro.

El presidente ruso, Dmitri Medvedev, después de dejar flores en una de las estaciones de metro atacadas, dijo que los responsables de los ataques “son simplemente bestias” y sentenció: “Los encontraremos y destruiremos a todos”.

Medvedev también afirmó que “La política de aplastamiento del terror” y “la lucha contra los terroristas continuará” en Rusia, pese a los ataques. Por su parte, el primer ministro, Vladimir Putin, que estaba en Siberia y regresó a la capital rusa, advirtió que “un acto tan terrible como el ocurrido en Moscú tendrá unas consecuencias para sus autores de igual proporción al daño causado”, y aseguró que “los terroristas serán liquidados”.