Los primeros sondeos a boca de urna, realizados por los canales bolivianos PAT, Unitel y Red Uno y recogidos por la agencia de noticias española EFE, indicaban anoche que el oficialista MAS había vencido en la franja oeste del país formada por los departamentos de La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí, que suman cerca del 60% de la población total, mientras que sus adversarios se habían impuesto en Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija (de la llamada “medialuna opositora”). En la región de Chuquisaca algunos sondeos también le daban la victoria al MAS.

Las cuatro regiones en que venció el partido de gobierno ya estaban en sus manos, y, pese a que la victoria es contundente, no quiebra el predominio de la oposición en el territorio que controla y parece estar por debajo de las previsiones del oficialismo y de analistas independientes. Antes de las elecciones, especialistas en política boliviana señalaban que, en unas elecciones regionales cercanas temporalmente a las nacionales que ganó el presidente Morales y a la asunción de éste para su segundo mandato presidencial consecutivo -que fue hace menos de tres meses-, ésta era la oportunidad para que el MAS lograra un aplastante triunfo electoral.

El mandatario había dicho incluso que esperaba “90% de los votos” a favor del partido de gobierno, cuya campaña él mismo dirigió, llamando a los ciudadanos a “tomar masivamente el destino del país” por intermedio de los gobiernos locales y prometiendo varios megaproyectos energéticos y viales.

Sin incidentes

“No quiero que los próximos cinco años sean de pelea sino de trabajo”, subrayó Morales en campaña, y recordó que algunos gobiernos regionales de derecha bloquearon las iniciativas que impulsó desde la presidencia. Llegó a asegurar que veía “imposible” entenderse con los “conspiradores que han intentado sacarme del Palacio, quienes me trataron de excelentísimo asesino”, y señaló que el país necesitaba “hombres y mujeres de confianza”.

El vicepresidente boliviano, Álvaro García Lineras, también había pronosticado que los comicios regionales marcarían un capítulo más del avance del proyecto indigenista y socialista de Morales, a costa de la dispersión opositora, indicó la agencia de noticias Reuters.

Además de nueve gobernadores, que a partir de estas elecciones y por la reforma constitucional pasarán a llamarse prefectos, ayer se elegía a 337 alcaldes, 267 asambleístas y 23 representantes indígenas. Más de cinco millones de personas estaban llamados a las urnas y durante la campaña se hizo hincapié en la importancia de asistir. Morales adujo que “si hay conflictos y diferencias programáticas en lo social, en lo estructural, en lo cultural, es mejor que el pueblo boliviano defina con su voto”.

El jefe de la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos y ex presidente panameño, Arístides Royo, destacó mediante un comunicado los “altos niveles de participación”, así como la “forma pacífica” en que se desarrollaron los comicios.

En efecto, la jornada transcurrió en su mayor parte sin incidentes, excepto por un reclamo aislado del gobierno, que acusó a la Prefectura interina de Tarija de cerrar la frontera con Argentina para evitar el voto de los bolivianos residentes en el país vecino. Pero la Corte Electoral aclaró que ese cierre obedeció a una disposición emanada de ese organismo, que se aplicó en todos los pasos fronterizos.

Otro hecho aislado fue el incendio en una casa provocado en la noche del sábado por Simón Cabrera Yauripari, candidato opositor a concejal suplente en una ciudad de Cochabamba, luego de una discusión política con sus familiares. Murió una niña de cinco años y resultó herido un joven de 17.