La televisión pública polaca le dio el nombre de “la tragedia de Smolensk”. Así se refirió al accidente aéreo que sufrió el sábado el avión en el que viajaba el presidente de Polonia, Lech Kaczynski, su esposa y unos 20 altos cargos civiles y militares, cerca del aeropuerto militar ruso Séverni, de la ciudad de Smolensk. La comitiva se dirigía a Rusia a rendir homenaje, en el bosque de Katyn, a más de 20.000 soldados polacos asesinados en 1940 por los servicios secretos de Joseph Stalin. El avión se estrelló y murieron las 96 personas a bordo.

Ayer, miles de ciudadanos recibieron en Varsovia los restos del Kaczynski, entre ofrendas de flores, velas y señales de luto en los edificios y medios de transporte de la ciudad, donde el tránsito casi se paralizó, informó la agencia de noticias EFE.

El gobierno, que intenta rearmarse, decretó una semana de luto y decidió adelantar para el 20 de junio las elecciones previstas para octubre, con el objetivo de ocupar lo antes posible los cargos que el accidente dejó vacíos. Además de Kaczynski murieron el jefe del Ejército, el presidente del banco central, el vicepresidente del Parlamento y el vicecanciller, entre otros.

Autoridades rusas y polacas investigan el accidente. Ayer, la fiscalía de Rusia adelantó que apunta a errores humanos y descarta, por el momento, una falla técnica en el avión que utilizaba Kaczynski, un Túpolev-154, un modelo de los años 60 de fabricación rusa.

Los primeros estudios de la grabación de una torre de control local indicaron que a los pilotos se les indicó que la niebla había reducido la visibilidad, se les recomendó continuar vuelo hasta el aeropuerto de Moscú o el de Minsk, y finalmente se les ordenó que no intentaran aterrizar, pero desoyeron esas indicaciones. De acuerdo a EFE, la prensa de Polonia y Rusia se refirió a la posibilidad de que el propio Kaczynski ordenara a los pilotos aterrizar para cumplir con la ceremonia y no defraudar a miles de personas que lo esperaban para el homenaje.

El gemelo bueno

El presidente interino, Bronislaw Komorowski, y el primer ministro, Donald Tusk, participaron ayer de los homenajes, luego de recibir el féretro del presidente en el aeropuerto de Varsovia. Allí también se encontraban la hija de Kaczynski, Marta, y el hermano gemelo del presidente, el ex primer ministro Jaroslaw. Los dos habían sido un equipo desde su inicio en la política.

En ese dúo, a Lech se lo conocía como el “gemelo bueno”. Eran famosos desde que a los 12 años se convirtieron en estrellas infantiles al protagonizar la película Dos que robaron la Luna. Pero el apodo de Lech llegó después, cuando su partido Ley y Justicia, ganó las elecciones en 2005.

Antes, los Kaczynski habían militado junto a Lech Walesa y su sindicato Solidaridad, que lideró el fin del régimen comunista en el país, en 1989. “Trabajamos juntos para construir la democracia polaca”, dijo ayer Walesa, de acuerdo a la BBC. Decenas de gobernantes dieron ayer sus condolencias a Polonia.

En el gobierno, Lech fue presidente -un cargo más bien protocolar, con poder de vetar leyes- y Jaroslaw fue primer ministro, el cargo de jefe de gobierno, que perdieron en 2007, cuando los liberales de Donald Tusk ganaron las elecciones.

Pero juntos, estos hermanos, católicos, nacionalistas y conservadores, impulsaron una cuantas políticas polémicas. Algunas dieron que hablar por darle la espalda a la integración europea. Por ejemplo, el año pasado Lech se resistió hasta último momento a firmar la ratificación del Tratado de Lisboa, ya aprobado por el Parlamento de Polonia.

Pero también fueron cuestionados por prohibir la Marcha de la Igualdad, versión polaca del Día del Orgullo Gay, manifestar su intención de combatir los “comportamientos homosexuales” en las escuelas y tratar de implementar una ley para obligar a 700.000 personas a confesar si habían colaborado con los servicios secretos comunistas.

Pero ayer, miles de personas, partidarias o no de los Kaczynski, rindieron homenaje en las calles al presidente fallecido.