“¿Quién es responsable en la pelea que opaca el festejo del Bicentenario?”, preguntaba ayer el diario argentino La Nación en su edición digital. La encuesta se refería a acusaciones cruzadas entre el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, y la presidenta argentina, Cristina Fernández, en el marco de los festejos por los 200 años de la revolución del 25 de mayo de 1810, que dio paso a la independencia argentina. Esas celebraciones comenzaron el viernes y continúan hasta mañana, aunque anoche la lluvia canceló algunas de las actividades previstas.

Una de las ceremonias que se enmarcan en el Bicentenario es la reinauguración del Teatro Colón por parte del gobierno de Buenos Aires, luego de casi cuatro años de cierre.

Macri insistió en invitar a la presidenta a asistir a esa reapertura. Sin embargo, en declaraciones públicas dijo: “Si va con su marido habrá que sentarse al lado, pero no me pone contento”. Días atrás, el jefe de gobierno había acusado al esposo de la mandataria, el ex presidente Néstor Kirchner, de ser el responsable de que a él se lo procesara por una causa judicial que investiga escuchas ilegales realizadas por funcionarios de su administración.

Mediante una carta, Fernández le deseó a Macri que “disfrute tranquilo y sin presencias molestas de la velada del 24 de mayo” en el Colón. En otra carta, el jefe de gobierno intentó convencer a la mandataria de que reconsidere su decisión dejando de lado los enfrentamientos.

Otra polémica vinculada a la reapertura del teatro se originó en la decisión de Macri de transmitir la ceremonia por el Canal 13, que pertenece al Grupo Clarín, que está enfrentado con el gobierno, en lugar de elegir al estatal Canal 7. Para estar a tono, también participará en la ceremonia otro rival político del gobierno, el vicepresidente Julio Cobos.

Pese a los contratiempos, Fernández calificó las celebraciones del Bicentenario como “una verdadera fiesta de todos [...] con un sello de pertenencia e identidad” a la “región, América del Sur, Latinoamérica”. El sábado, más de un millón de personas disfrutaron de música latinoamericana y ayer desfilaron por la avenida 9 de Julio cerca de 4.000 integrantes de 80 colectividades de todas las provincias del país, mostrando su ropa típica en el marco del “Desfile de la integración”.

Quienes no se sienten integrados son miles de indígenas que desde el 12 de mayo hasta el viernes se movilizaron en reclamo de una “reparación histórica”. Su marcha “no es para festejar el Bicentenario”: “marchamos para demostrar que estamos vivos”, dijo David Sarapura, representante de la Coordinadora de Organizaciones Kollas Autónomas. “Es un genocidio silencioso que venimos sufriendo desde hace más de 200 años. En nuestros pueblos el promedio de edad no llega a 60 años”, afirmó el cacique Luis Báez, del pueblo mocoví.

El jueves los indígenas se reunieron en la Casa Rosada con la presidenta para entregarle una carta con reclamos para sus comunidades. Le pidieron que se les entreguen tierras que consideran ancestrales, ser consultados y que se solicite su consentimiento en temas que los afecten, y el reconocimiento de sus lenguas como oficiales.

Otra movilización paralela a la celebración de Bicentenario fue el acto que organizó en Entre Ríos la Mesa de Enlace de las gremiales agropecuarias, que en 2008 mantuvo un duro conflicto contra el gobierno de Fernández. Quien encabezó el acto fue el protagonista de aquella movilización, el presidente de la Federación Agraria de Entre Ríos, Alfredo De Angeli, a quien la lluvia le impidió reeditar uno de los “tractorazos” que organizan estas gremiales. El de ayer no fue “un acto opositor, sino un acto para que el campo celebre el Bicentenario”, dijo De Angeli a Clarín. El dirigente agregó: “Se definió hacerlo ante el incumplimiento de las promesas del Estado nacional para con el sector”.