Demócratas y republicanos recibieron una señal de disconformidad de sus votantes en las elecciones primarias que algunos estados celebraron el martes para elegir a los candidatos a las legislativas de noviembre. Varios postulantes que contaban con respaldo de sus estructuras partidarias fueron derrotados por recién llegados o por candidatos que se presentan como ajenos a la clase política de Washington.

El caso más significativo fue el de Rand Paul, hijo del precandidato presidencial del Partido Republicano, Ron Paul. Al igual que su padre, Paul hijo es un exponente del ala más derechista republicana y se identifica con el Tea Party. Este movimiento actúa por fuera de los partidos, aunque sintoniza con la derecha republicana, y da su apoyo a aquellos políticos que defienden sus principios ultraconservadores y que abogan por bajos impuestos y libre mercado.

Al Tea Party agradeció Paul en su discurso tras ganar la elección interna en Kentucky. “Es un mensaje para Washington de que queremos que las cosas se hagan de manera diferente”, añadió. La gente “no quiere a los viejos políticos de siempre; piensan que el sistema colapsó y necesita sangre nueva”, dijo. Paul dejó por el camino a su rival Trey Grayson, que contaba con el respaldo del aparato partidario republicano. En noviembre, su rival demócrata será el fiscal general del Estado, Jack Conway, electo el martes.

La lógica de Paul, de descontento hacia Washington, se reflejó en otro de los cuatro estados que celebraron primarias. En Pensilvania, el precandidato demócrata con la mayor trayectoria política, Arlen Specter, fue derrotado por el congresista Joe Sestak, quien dijo que su triunfo fue una “victoria del pueblo frente a la clase dirigente”.

El veterano Specter contaba con el respaldo personal del presidente Barack Obama, al igual que la senadora Blanche Lincoln, que no logró ganar el martes su candidatura por Arkansas. Deberá pelearla en una segunda vuelta con el vicegobernador Bill Halter, quien la presentó como una aliada de las instituciones financieras de Wall Street. También el mundo de las finanzas es blanco de críticas de políticos estadounidenses que, al igual que el Tea Party, se presentan como libres de vicios vinculados al poder.