Aunque algún escándalo se coló en la campaña de la candidata oficialista a la presidencia de Brasil, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), no pareció afectarla en las encuestas. Su intención de voto para el 3 de octubre crece, a tres días de que se oficialice a Michel Temer, el presidente del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB) y también presidente de la Cámara de Diputados, como su compañero de fórmula.
El último sondeo indicó que Rousseff y su principal opositor, José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), están empatados en 37% de intención de voto, y muestra el mismo panorama para una segunda vuelta, donde empatarían con 42% de los votos. Respecto a un sondeo anterior, de abril, Rousseff aumentó cinco puntos porcentuales y Serra bajó tres. La consultora Ibope, responsable de la encuesta, indicó que esa variación se debe a la propaganda en televisión y radio que declararon haber visto 25% de los consultados, informó el diario O Estado de São Paulo.
Otras encuestas recientes muestran también un crecimiento de Rousseff y un descenso de Serra, mientras que Marina Silva, la candidata del Partido Verde, mantiene el tercer lugar con entre 9% y 10% de los votos.
El presidente de Ibope, Carlos Augusto Montenegro, indicó al diario paulista que es poco probable que las intenciones de voto varíen en los próximos meses y no descartó que en la primera vuelta del 3 de octubre cualquiera de los dos candidatos favoritos pueda obtener más del 50% de los votos, y evite así el balotaje.
Los números también son favorables para Rousseff entre los beneficiarios de los programas sociales del gobierno. La candidata del presidente Lula da Silva vence a su contendiente con una intención de voto de 43% frente a 33%. Son casi 47 millones de personas las que son beneficiadas directa o indirectamente por los planes gubernamentales, informó la agencia de noticias ANSA. La directora de Ibope, Márcia Cavallari, señaló que uno de los planes más populares, la Bolsa Familia, “es la nave insignia de este gobierno y es muy conocida por la población”, y es un elemento que puede darle votos al oficialismo.
Acerca de las políticas sociales para los sectores pobres de la sociedad brasileña, el presidente Lula dijo que su gobierno “comenzó a llevar el Estado a las favelas”. En su programa de radio Café con el Presidente, añadió: “Yo sueño que algún día las favelas ya no serán llamadas así y serán llamadas barrios”.
El mandatario declaró que es necesario mejorar las condiciones de vida “llevando salud, educación, cultura y posibilidades de empleo a través de formación profesional”. Se refirió a la instalación permanente de unidades policiales y de Unidades de Pronta Atención médica en la favela Ciudad de Dios -escenario de la película homónima-, para compensar la falta de hospitales cercanos.
Lula también habló de elecciones en estos días y dijo en entrevista con el canal TV Bandeirantes: “No descarto presentarme como candidato” en 2014. En febrero Lula, que deja la presidencia con 80% de popularidad, había descartado postularse en 2014 porque prefería que fuera reelecta Rousseff, pero en 2007 dijo a Folha de São Paulo que “si tiene que pasar, si la coyuntura del momento así lo indicara, lo haría”.
A campaña revuelta
La cúpula de la campaña de Rousseff enfrenta un escándalo por un presunto intento de espiar a Serra, aunque no termina de aclararse siquiera si existió.
Todo comenzó con la última edición de la revista Veja, en la que el ex comisario de la Policía Federal, Onézimo Souza, afirmó que varios allegados a la campaña de Rousseff se reunieron con él para que rastreara las llamadas telefónicas personales y familiares de Serra.
Souza es integrante de la Comunidad de Informaciones, un grupo que actúa en Brasilia y se dedica a interceptar teléfonos y vender datos confidenciales, y según dijo, le habrían ofrecido más de 850.000 dólares por el espionaje, al que se negó. De acuerdo a su declaración, se reuniría el 20 de abril con el presidente de la campaña oficialista, el ex gobernador de Belo Horizonte Fernando Pimentel, pero en su representación fue Luiz Lanzetta, encargado de la contratación de periodistas para la campaña. También estaban presentes el empresario Benedito Oliveira Neto y el periodista Amaury Ribeiro Junior.
Lanzetta presentó el sábado su renuncia a las tareas en la campaña de Rousseff, luego de reconocer que hubo una reunión con Souza y negar que se le haya pedido que espiara al candidato. El empresario Oliveira y el periodista Ribeiro también reconocieron la reunión, pero negaron que existiera ese pedido. Indicaron que fue al revés, que Souza les ofreció venderles documentos confidenciales armados por un diputado del PSDB, Marcelo Itagiba, contra políticos que respaldan a Rousseff, especialmente del PMDB, informó el diario O Globo. Itagiba negó esas afirmaciones y el empresario y el periodista exigieron ayer un careo con Souza para obligarlo a “decir la verdad”.
El columnista de O Globo Ricardo Noblat sostuvo el viernes que todo el asunto es una farsa y lo mismo señalaron los diarios Correio do Brasil y Folha de São Paulo, luego de acceder a los documentos confidenciales contra Serra, que también incluyen información sobre su hija, Verónica. Según estas versiones, el documento era el resultado de una investigación de Ribeiro sobre los vínculos de Serra con las privatizaciones durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1998-2002), que él ya había declarado que estaba haciendo hace casi dos años, para un libro que todavía no fue publicado.
Serra dijo el viernes que el intento de espionaje existió y que la responsable era Rousseff. La candidata le respondió que todo esto es un invento del PSDB para desprestigiarla.