Que no escuche Evo

Al ser consultada sobre si habían discutido las trabas que impone Argentina para la aprobación de las licencias de importación sobre productos uruguayos, Cristina Fernández respondió con evasivas: “La única traba que hay es respecto a los pollos, pero no los uruguayos, sino los argentinos”, ironizó reiterando que su país quería, como lo logró Brasil, exportar ese producto a nuestro país. Mujica, por su parte, sí reconoció que existen dificultades en el comercio bilateral, pero, manteniendo la buena voluntad y los modales, matizó señalando que “la libertad de comercio en el mundo es una utopía”. Dijo que una comisión bilateral va a negociar estos temas, “sin asustarnos”. En el ramo de Defensa, ambos ministros suscribieron un marco genérico de cooperación, que, según detalló el uruguayo Luis Rosadilla, permitirá intercambios más específicos, como en el rubro logístico en materia de misiones de paz y en el Tratado Antártico. En Salud, ambos países profundizaron en los mecanismos de reciprocidad existentes respecto al trasplante de órganos y convocaron a la Comisión Binacional de Salud para los próximos 60 días.

Las señales y los gestos continuaron siendo de “buena fe”, a la que ha apelado una y otra vez el presidente uruguayo. Su colega recordó que en la reunión de Buenos Aires, posterior a que el 20 de abril se conociera el fallo de la Corte de Justicia (CIJ) de La Haya, “no teníamos agenda, solamente teníamos en nuestras manos cuatro años de conflictos y un fallo. De ese 28 de abril hasta hoy se ha construido una agenda común con muchísimos temas”, destacó Fernández, quien dijo sentirse feliz de encontrarse con Pepe Mujica. Los dos recurrieron a la “muy buena voluntad” existente y a la necesidad de hacer muchos “esfuerzos” para alcanzar resultados tangibles.

A las 11.30 los presidentes arribaron a la estancia de Anchorena, en Colonia, y mantuvieron un encuentro privado de unos 15 minutos, al que luego se sumaron los cancilleres Luis Almagro y Jorge Taiana. A medida que avanzaban las conversaciones, convocaban a los ministros involucrados, que desde las 11.00 mantenían instancias paralelas en Anchorena. Transcurridas poco más de dos horas, los mandatarios hablaron con la prensa.

En los asuntos polémicos no se alcanzaron acuerdos. Mujica ratificó que es necesario que “desaparezca” el piquete que bloquea el puente General San Martín, pero Fernández argumentó que es la Justicia la que debe determinar su levantamiento. En las declaraciones públicas, estas posiciones también fueron matizadas. José señaló que Uruguay “no va a resolver” el problema de los puentes, pero que pacientemente debe “ayudar a que la sociedad argentina y el gobierno argentino en su conjunto puedan madurar los consensos para que desaparezca el piquete”. Y Cristina agradeció “la comprensión de las autoridades uruguayas”.

A pesar de haber dicho que no está de acuerdo con la metodología del corte, aseguró que “la represión no es absolutamente la solución; no está en nuestra identidad política, ideológica, en nuestro ADN”. La visitante sentenció que debería ser la Justicia de su país la que determine el fin del piquete, pero lamentó que no haya “ningún condenado por los cortes, cualquiera sea el corte, desde los más violentos a los más inofensivos”. A mi criterio personal, eso es una deficiencia del sistema, que en todo caso no me sería imputable”, puntualizó. De todas formas apeló a encontrar soluciones de la mano de la implementación del monitoreo conjunto sobre el río Uruguay.

Sin cauce

El tema lleva más de veinte días de discusión en la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), sin alcanzar criterios comunes, ya que la delegación argentina propone e insiste en que la vigilancia ambiental debe incluir el monitoreo de la planta de UPM (ex Botnia), y no sólo la calidad de las aguas del río Uruguay, como exige la delegación uruguaya. Esta postura había sido considerada “inadmisible” por Uruguay, y según señalaron fuentes del Ejecutivo, ayer no se quiso aclarar el entredicho. Entre Mujica y Fernández primó la idea de seguir la discusión de aquí a 60 días, cuando vuelvan a reunirse en Buenos Aires.

“En esos 60 días tenemos que tener acordados los criterios de monitoreo del río en lo referente a la planta de celulosa, pero además en todo el río, porque nos damos cuenta de que hay problemas que son crónicos y frente a los cuales por lo menos tenemos que encararlos con un criterio de política de verdad”, explicó Mujica. La mandataria argentina aludió al dictamen de La Haya para explicar su posición respecto al monitoreo: “Mi gobierno va a acatar el fallo que estableció la CIJ de La Haya, y el fallo habla de que no se ha probado que Botnia contamine, pero establece también la necesidad de hacer un monitoreo en la planta para determinar si contamina o no”. En el entendido de que “nos importa la contaminación, o no es que hay que monitorear Botnia, pero también hay que monitorear la totalidad del río”, señaló.

La declaración conjunta señala que ambos presidentes resolvieron llevar adelante, a través de la CARU, “un plan de vigilancia para la planta de Botnia-UPM, conforme a lo establecido en la sentencia, y un plan de control y prevención de la contaminación del río Uruguay en el tramo compartido”. En los próximos 45 días la CARU debe avanzar en la definición de los criterios, instrumentos y estándares para el monitoreo, y 15 días antes de la nueva cumbre los cancilleres se reunirán para afinar las propuestas.

En barco

Pese a lo corto de la jornada, los encuentros previos entre ministros de ambos gobiernos posibilitaron la firma de convenios en las áreas de energía, defensa y salud. Del gabinete uruguayo sólo faltaron a la cita los titulares de Interior, Eduardo Bonomi; de Trabajo, Eduardo Brenta, y de Desarrollo Social, Ana Vignoli. Desde el otro lado del charco viajaron el ministro de Planificación, Julio de Vido; la de Industria, Débora Giorgi; la de Defensa, Nilda Garré; el de Salud, Juan Manzur, y el viceministro de Economía, Roberto Feletti.

Mujica consideró “decisivo” lo relacionado particularmente con la energía, ya que la presidenta argentina suscribió un documento en el que manifiesta el compromiso de su gobierno de apoyar la instalación de una planta regasificadora de gas, que procesaría el gas licuado proveniente de Bolivia. El ministro de Industria, Roberto Kreimerman, explicó más tarde que lo pactado con De Vido (con quien se reunió hace dos semanas en Montevideo) determina la aceleración del proceso licitatorio por la adquisición de un buque regasificador, que convertiría por día seis millones de metros cúbicos de gas licuado en gas natural.

Según el jerarca uruguayo, el modelo de negocios conversado implicaría que un privado haga la inversión en la tecnología -estimada por Kreimerman en más de cientos de millones de dólares- y que luego les cobre a Uruguay y a Argentina por el servicio. El país vecino se comprometería a consumir lo que no consuma Uruguay, aproximadamente la mitad de lo generado.

En una negociación paralela, el abastecimiento para este buque regasificador provendría de Bolivia, que ya ha manifestado la intención de vender gas licuado a un “precio accesible” a Uruguay, que en los hechos significa más barato que lo que lo hace actualmente Argentina. Kreimerman anunció también que en un máximo de 30 días, probablemente el 15 de junio, según dijo, se encontrarán en Buenos Aires con De Vido y con el ministro boliviano de Energía para afinar los costos y mecanismos de transacción.

Otro aspecto valorado especialmente por Mujica fueron las conversaciones por el dragado del canal Martín García, el más conocido de los temas vinculados con la navegabilidad del río Uruguay. La declaración señala que los mandatarios resolvieron “avanzar decididamente” en ese sentido, y que se “comprometieron a asegurar los recursos financieros necesarios a tales fines”.

Aunque en un principio se había hablado de una extensa sesión de trabajo en la que se abordaran los 27 temas de la agenda, luego de la conferencia de prensa los mandatarios y sus gabinetes almorzaron y, apenas pasadas las 17.00, el helicóptero de Cristina Fernández emprendió el regreso a Buenos Aires, mientras que el que había trasladado a Mujica hasta Anchorena hizo lo propio a Montevideo.