En una de las propagandas del candidato presidencial opositor José Serra se ve la imagen del presidente de Brasil, Lula da Silva, en un intento de vincular a los dos políticos. El gobernante Partido de los Trabajadores puso el grito en el cielo y la denuncia en el Tribunal Superior Electoral, donde fue rechazada por el magistrado Henrique Neves, quien argumentó que la única persona que podía denunciar un presunto mal uso de esa imagen es el propio Lula.
Así terminó un mal fin de semana para la campaña de Serra. El viernes fue publicada en el diario Folha de São Paulo la última encuesta de intención de votos, según la cual la oficialista Dilma Rousseff ganará en primera vuelta con 54% de los votos emitidos por algún candidato -que son los considerados “votos válidos” en Brasil-. Serra retrocedió de 33% de intención de voto que tenía en julio a 30%; mientras que el mes pasado la diferencia entre ambos candidatos era de 8%, ahora alcanza 17%.
El retroceso de Serra en las encuestas, en las que comenzó como favorito seis meses atrás, llevó a que la mayoría de los candidatos a gobernadores regionales no lo mencionara en sus propagandas, informó el diario O Estado de São Paulo.
El viernes comenzaron las propagandas gratuitas de los candidatos a gobernar los 26 estados de Brasil y la persona más mencionada -23 veces- fue Lula, seguido por Rousseff. El nombre de Serra fue mencionado explícitamente sólo por un candidato estatal: Geraldo Alckmin, favorito a ganar las elecciones de gobernador de San Pablo, cargo que Serra ocupó hasta renunciar para dedicarse a la campaña presidencial. En otros cuatro estados apareció su imagen, aunque sin ser mencionado.
Serra fue golpeado por propios y ajenos: el sábado Rousseff lo calificó como “patético”, luego de que el candidato asegurara que el gobierno montó una red de blogs para “ensuciar” su imagen, y lo acusó además de ejercer “un control social de los medios de comunicación”, insinuando que hay censura previa.
Como respuesta, Lula dijo que defiende “un nuevo marco regulatorio” de la comunicación porque el vigente rige desde 1962, mientras que el ministro de Comunicación Social, Franklin Martins, aseguró en un comunicado: “La prensa en Brasil es libre. La prensa investiga -y deja de investigar- lo que quiere. Publica -y deja de publicar- lo que desea. Todos los brasileños saben que es así”.
Lo que no se permite en Brasil es que los humoristas “degraden” o “ridiculicen” a los candidatos, según un complemento a la ley electoral brasileña votado en 1997, que establece limitaciones a los programas de televisión y radio a partir del 1º de julio del año electoral. Ayer, en Río de Janeiro, manifestaron unos 500 humoristas, entre ellos Danilo Gentili, de CQC, y Sabrina Sato, de Pánico, en rechazo a esa norma y comenzaron a juntar firmas para derogar el artículo.