Las manifestaciones por el aniversario del golpe de Estado en Chile del 11 de setiembre de 1973 dejaron 251 detenidos -de los cuales 59 eran menores- y 13 heridos, entre ellos nueve carabineros y cuatro civiles, tres de ellos con heridas de bala.

Fue el aniversario “más tranquilo de los últimos diez años”, en opinión del general José Luis Ortega, jefe de la Zona Metropolitana de Carabineros, quien destacó que “las cifras están muy por debajo de las del año pasado”, cuando hubo 27 heridos. Todos los años hay protestas al recordar el golpe que derrocó a Salvador Allende y dio comienzo a la dictadura de Augusto Pinochet, que retuvo el poder hasta 1990.

La mayoría de las detenciones se debió a “desórdenes” durante las manifestaciones, en las que se levantaron barricadas encendidas, se saquearon locales y se tiraron cadenas sobre los cables de tensión, dejando sin luz a unos 104.000 abonados, según Chilectra, la principal distribuidora eléctrica de Santiago.

Además, 20 personas fueron detenidas luego de que unos 200 encapuchados atacaran autos de prensa, camarógrafos, fotógrafos y periodistas que esperaban en el Cementerio General de Santiago la marcha de los familiares de las víctimas de la dictadura que aglutinó a unas 10.000 personas.

El subsecretario de Interior, Rodrigo Ubilla, condenó los ataques “cobardes” sufridos por la prensa y anunció haber solicitado un informe a Carabineros sobre lo sucedido. También instó a acelerar las investigaciones para una rápida identificación de los responsables, con el objetivo de interponer las acciones legales correspondientes, informó el diario chileno La Nación.

Respecto al aniversario del golpe, el presidente Sebastián Piñera, el primer gobernante de derecha desde la recuperación de la democracia en 1990, opinó: “No podemos quedarnos atrapados en las mismas querellas y visiones y odios del pasado” y agregó que la democracia “se quebró”, “pero no fue una muerte súbita ni intempestiva. Fue más bien el desenlace previsible aunque evitable de una democracia que venía enferma”. Algunos partidarios de Piñera simpatizan también con el régimen de Pinochet.

La vicepresidenta de Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Mireya García, dijo a la agencia de noticias EFE que Chile “no tiene nada que celebrar”, porque está bajo “un régimen derechista, parte del cual participó en la dictadura, y que hasta el día de hoy justifica las violaciones a los derechos humanos”. García señaló que los 32 presos mapuches que están en huelga de hambre hace 64 días están “en una situación extremadamente crítica” y que el gobierno tiene una “soberbia impresionante y una inhumanidad que deja pasmado a todo el mundo; se niega a crear una mesa de diálogo porque no le importan sus vidas”. Piñera reiteró ayer su llamado a los mapuches para que abandonen la huelga de hambre, mientras referentes evangélicos pidieron que la situación no sea utilizada “inescrupulosamente con mezquinos propósitos”, en palabras del presidente de la Iglesia Pentecostal, obispo Francisco Anabalón.

La gendarmería trasladó el sábado a dos presos mapuches, cuyo estado de salud se agravó, a un hospital, donde los esperaban unos 30 simpatizantes que se enfrentaron con los gendarmes. De 13 manifestantes, 10 fueron procesados por desórdenes.