Guinea Ecuatorial es un pequeño país de África central. Su zona continental está situada entre Gabón y Camerún. Cuenta también con varias islas diseminadas por el golfo de Guinea. Su capital, Malabo, se encuentra en la isla de Bioko, frente a las costas de Camerún y Nigeria.
El 21 de agosto, un tribunal militar ecuatoguineano condenó a muerte a cuatro hombres que fueron ejecutados menos de una hora después de dictada la condena. Uno de ellos solicitó ver a su familia antes de la ejecución, pero una hora después se comunicó a sus familiares que habían llegado tarde.
Siete meses antes corrió la voz de que estas cuatro personas, que tenían el estatus de refugiados en Benín, habían sido secuestradas en su país de acogida por las fuerzas de seguridad del presidente Obiang. Pero las autoridades de Guinea Ecuatorial nunca confirmaron la presencia de los cuatro opositores en su territorio, hasta que se comunicó el inicio del juicio.
El gobierno ecuatoguineano confirmó las muertes en un comunicado publicado en la página web de la presidencia de ese país, Guinea Ecuatorial Press, el 24 de agosto. Se informó que los cuatro hombres fueron juzgados por los delitos de atentado contra el jefe del Estado, terrorismo y alta traición y condenados a la pena capital.
Al respecto, la página web de la Asociación para la Solidaridad Democrática con Guinea Ecuatorial (Asodegue) informó: “Los cuatro secuestrados fueron entregados al régimen ecuatoguineano a finales de febrero y desde principios de marzo consta su presencia en el penal de Black Beach. Desde diversas fuentes se ha sabido que estaban siendo objeto de torturas y que uno de ellos, Jacinto Micha Obiang, requería atenciones médicas urgentes que nunca se le proporcionaron”.
Este medio es una de las principales fuentes de información disponibles en internet sobre el país centroafricano, además de ser una de las pocas que se alimentan de información tanto oficial como opositora. Su objetivo, desde hace 17 años, es “intermediar entre la oposición guineana y los partidos políticos españoles e informar a esos partidos y a la opinión pública española de lo que sucede en Guinea Ecuatorial”. Así presenta su trabajo Adolfo Fernández Marugan, secretario de Asodegue, consultado vía e-mail por la diaria. Esta labor le valió a Fernández el desprecio del gobierno de Obiang y también el de la oposición en exilio.
Existe más de una “oposición” al régimen de Obiang. Las dos principales son la que intenta imponerse y resistir desde adentro, amparándose en las leyes vigentes, y la que se declaró “gobierno en el exilio” en Madrid, liderada por Severo Moto. La primera se presenta y participa en las elecciones cuando puede, y el gobierno intenta que se una al oficialismo. La segunda es tan democrática como el actual régimen y nunca se enfrentó a las urnas.
El penal de Black Beach, no muy lejos de Malabo, en el que estuvieron detenidos en secreto los cuatro ejecutados, fue visitado en 2008 por el relator de Naciones Unidas sobre la tortura, Manfred Nowak. En su informe, afirmó que “la tortura es una práctica habitual en Guinea Ecuatorial”. Agregó que la “detención arbitraria es habitual” y que “las ‘pruebas’ obtenidas bajo tortura sirven habitualmente de base para las condenas” en un país en el que hay una “ausencia de un sistema judicial independiente”.
Se dice en Malabo -sólo quienes vivieron estas condiciones y sobrevivieron pueden confirmar- que algunos calabozos de esa cárcel a orillas del mar, reservados a prisioneros especiales, son inundados por las mareas.
Adolfo Fernández estimó, en su intercambio con la diaria, que la tentativa de asesinato contra el presidente por la que se fusiló a los cuatro ecuatoguineanos “es doblemente supuesta”, porque el mandatario no estaba en Malabo cuando se produjo el asalto al palacio presidencial el 17 de febrero de 2009 y su ausencia era conocida. Tampoco se pudo demostrar la presencia de los condenados en el grupo asaltante, salvo por sus confesiones hechas en Black Beach. Para el africanista, no se conoce la intención real de los asaltantes. “El régimen guineano ha ido modificando las supuestas motivaciones conforme le ha convenido”, dijo.
Luego del ataque del 17 de febrero, el gobierno de Obiang detuvo a siete nigerianos y nueve ecuatoguineanos. En un primer momento se acusó del ataque a un grupo de rebeldes nigerianos, el Movimiento de Emancipación del Delta del Níger, pero esta organización negó su participación en el ataque.
De los siete nigerianos, dos murieron detenidos y los otros cinco fueron condenados a 12 de años de cárcel. Los cinco guineanos que aún viven fueron sentenciados a condenas de más de diez años de prisión, informó la agencia de noticias EFE.
Condenas sin más
Amnistía Internacional hizo varias denuncias públicas y llamados, primero para que se confirmara la presencia de estos hombres en el país y luego para reclamar el respeto de sus derechos. Pero hasta después de consumados los hechos, ninguno de los países amigos de Obiang dijo nada.
“El Grupo de Naciones Unidas sobre el uso de Mercenarios condena tajantemente estas ejecuciones, que siguieron a un juicio sumarial que no siguió el proceso debido, así como el hecho de que la sentencia se aplicó el mismo día, denegando el derecho de los acusados a la apelación”, sentenció el comunicado de los dos expertos de la ONU Amada Benavides de Pérez y José Luis Gómez del Prado.
España, la ex potencia colonial, demoró varios días en denunciar los hechos, lo que le valió fuertes críticas de la oposición en el exilio, que está refugiada en ese país. El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero comunicó “su consternación” el 30 de agosto, tras la confirmación oficial de los hechos.
Madrid también lamentó “la contradicción que la celebración de este juicio y, especialmente, las mencionadas ejecuciones suponen en relación con los objetivos democratizadores anunciados por el presidente Obiang en distintas ocasiones”. El comunicado también indicó que convocó al embajador de Guinea Ecuatorial en España para manifestarle su “preocupación y la condena de estos hechos”.
Estados Unidos también hizo público su rechazo, en la misma línea que España y el mismo día, informó la agencia de noticias AFP. “Si bien respetamos el derecho de Guinea Ecuatorial de defender su seguridad nacional, el juicio no cumplió con las mínimas garantías internacionales de derechos humanos”, señaló un comunicado leído a la prensa por el portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley.
A todo esto, el gobierno de Guinea Ecuatorial respondió tajante. “El juicio por este caso se ha estado realizando desde el 13 hasta el 23 de este mes; se ha tratado de un juicio justo con todas las garantías necesarias según establece nuestra Ley Fundamental”, afirmó el ministro de Asuntos Exteriores, Cooperación Internacional y Francofonía, Pastor Micha Ondo Bilé, ante los embajadores extranjeros en Malabo, el 25 de agosto, informó Guinea Ecuatorial Press. “Los medios de comunicación nacionales han estado [presentes] desde el inicio hasta el final. Por eso nos sorprende que después de este juicio algunos países que se solidarizaron con nosotros estén publicando informaciones adversas. En vez de víctimas, ahora somos los verdugos”, lamentó el ministro. El mismo medio indica que su embajador ante Naciones Unidas dijo en conferencia de prensa que su gobierno “siente y lamenta ‘el silencio y la indiferencia’ de los que critican esta decisión frente a una conspiración que estuvo a punto de provocar la desestabilización completa de sus instituciones democráticas”.
Obiang habló de los hechos por primera vez en la apertura de las sesiones parlamentarias en la ciudad de Bata, en la zona continental del país, el 3 de setiembre: “El juicio celebrado en la semana del 13 de agosto no es algo distinto de los tribunales que se celebran en otras partes del mundo”.
También aludió al reciente rechazo al ofrecimiento de su país para financiar un Premio Internacional UNESCO/Obiang Nguema Mbasogo para Investigación en Ciencias de la Vida. El presidente afirmó que la única razón del rechazo es “que el presidente Obiang es un dictador. Sin embargo, se olvidan de que el pueblo de Guinea Ecuatorial realmente experimentó lo que es la dictadura en los primeros 11 años de nuestra independencia”.
Desde que obtuvo su independencia de la España franquista, en 1968, Guinea Ecuatorial no cambió su sistema judicial y tampoco conoció la democracia. Un primer intento de golpe de Estado, en 1969, contra Francisco Macías Nguema, su primer presidente electo, marcó el comienzo de diez años de gobierno sanguinario hasta que en 1979 Teodoro Obiang Nguema derrocó a su tío y asumió el poder.
Días atrás, el líder del partido opositor Convergencia para la Democracia Social de Guinea Ecuatorial y único parlamentario en la oposición, Placido Micó, transmitió por teléfono desde Malabo a EFE su “preocupación, indignación y frustración”. Consideró que las ejecuciones son un síntoma de la “radicalización extrema del régimen de Obiang”.
De Guinea para el mundo
Uno de los países “amigos” de Guinea Ecuatorial, que brilló por su silencio público ante estos hechos recientes fue Francia, que destaca las buenas relaciones y la cooperación que mantiene con el país en la página web oficial de cancillería France diplomacie. Pese al régimen que gobierna Guinea Ecuatorial, el país tiene vínculos comerciales y diplomáticos con otros países de la Unión Europea, con Estados Unidos y con países emergentes como China y Brasil.
La riqueza del petróleo -descubierto en los años 90- y la fertilidad de la tierra de Guinea Ecuatorial no evitan las malas condiciones de vida de buena parte de la población. Casi 60% carece de agua potable y 50% no accede al saneamiento, indica el Banco Mundial en base a cifras de 2009. Hace 30 años que el actual presidente de facto está al mando del país, y todo indica que el poder pasará a su hijo Teodorín, conocido en Francia y Estados Unidos por sus hazañas al volante de autos deportivos.
Hoy, Guinea Ecuatorial es miembro de la ONU, de la Organización Internacional de la Francofonía y tiene a su disposición todo tipo de apoyos y cooperaciones. Del 30 de agosto al 3 de setiembre, la 62ª cumbre regional de la Organización Mundial de la Salud para África se celebró en su territorio.