Las protestas que comenzaron hace tres semanas en Túnez dejaron entre 18 y 35 muertes atribuidas en su mayoría a la represión policial. El número de fallecidos varía mucho si se consulta a fuentes oficialistas o a las opositoras y organizaciones de defensa de los derechos humanos.

Las autoridades tunecinas afirman que la Policía disparó en defensa propia cuando fue atacada por “extremistas” armados con bombas molotov y palos. Pero el presidente Zine El Abidine Ben Alí terminó anunciando el lunes que se crearán 300.000 nuevos puestos de trabajo, en respuesta a los reclamos de los jóvenes que protestan por el desempleo. Túnez tiene 10 millones de habitantes y medio millón de desempleados, en su mayoría jóvenes universitarios. En un discurso transmitido por el canal estatal de televisión, el gobernante prometió que “se multiplicarán las capacidades de creación de empleo y de generación de ingresos en todos los sectores” este año y el próximo.

También advirtió que “la ley será aplicada a quienes atenten contra los intereses del país”, en referencia a las violentas manifestaciones que continuaban ayer, sobre todo en el centro y el suroeste del país, calificadas de “actos terroristas” por el mandatario.

Ben Alí anunció además “la exoneración de impuestos a todas las empresas nacionales e internacionales que decidan instalarse en las regiones del interior” y aseguró que durante diez años el gobierno subvencionará sus aportes a la seguridad social. Por último, adelantó que en febrero se reunirá una comisión integrada por representantes de todos los sectores políticos, universitarios, responsables regionales y de la sociedad civil.

Ayer también hubo protestas en varios centros educativos. En la ciudad minera de Gafsa, en el centro del país, los manifestantes se enfrentaron con la Policía en fuertes cruces, informaron a la agencia de noticias EFE fuentes estudiantiles y sindicales. En la capital, Túnez, hubo protestas en dos universidades y en un liceo, pero fueron sofocadas por una fuerte presencia policial.

Los disturbios estallaron el 17 de diciembre cuando Mohamed Bouazizi, un joven de 26 años, se inmoló en una localidad del interior luego de que la Policía le confiscara las frutas y verduras que vendía en la calle, porque no tenía permiso para ejercer esa actividad. Desempleado a pesar de haber cursado estudios universitarios, Bouazizi murió el 4 de enero a causa de sus quemaduras.

Su inmolación sacudió a Túnez -incluso lo visitó el presidente en el hospital- y desde entonces se multiplicaron las manifestaciones solidarias y las protestas cada vez más violentas contra el desempleo que azota a los jóvenes tunecinos.

También desde entonces, ya suman cinco los jóvenes que se suicidaron, el último de ellos el lunes. Tenía 23 años, era graduado de la universidad y no tenía trabajo. Se subió a un poste y se agarró a un cable de alta tensión.

Quizá por la juventud de los descontentos, esa resistencia popular logró movilizaciones sin precedentes desde que Ben Alí ocupó el cargo en 1987. “El desempleo es la chispa que ha provocado esta revuelta”, expresó en su blog, Tunisian Girl, Lina Ben Mhenni, de 27 años. “Pero los manifestantes critican también al poder”, agregó. Según la joven activista, que fue citada por la prensa de todo el mundo, “los tunecinos están hartos de los 23 años de dictadura, corrupción y de la falta de libertad de expresión”. Las reivindicaciones que corean los manifestantes comenzaron denunciando el paro, pero se ampliaron y ahora apuntan a la corrupción de la familia presidencial.

Anonymous al rescate

Los jóvenes tunecinos descontentos se organizaron, principalmente desde internet, donde denuncian la censura de los contenidos por parte del gobierno. Sin embargo, esta censura no logra hacerlos callar y Mhenni publica sin parar, en su blog, informaciones sobre arrestos de bloggers, y ataques a cuentas de Facebook y a páginas de jóvenes opositores.

Pero el gobierno también sufrió ataques cibernéticos. Los tunecinos solicitaron el apoyo de los hackers de Anonymous, que atacaron a las empresas e instituciones que perjudicaron a Wikileaks, y éstos respondieron. “El pueblo de Túnez nos ha solicitado ayuda y se la hemos dado”, asegura el colectivo de hackers, de acuerdo al diario español El País. “Quién se habría imaginado que la primera ciberguerra [entre un pueblo y su régimen] tendría lugar en Túnez”, se preguntó otra bloguera tunecina, Sarah Ben Hamadi.

Muchas páginas oficiales del gobierno y de las instituciones públicas de Túnez sufrieron ataques a principio de año, y las que no lo sufrieron fueron desactivadas para prevenirlos. Anonymous colgó un texto en los portales atacados en el que denuncia la “censura insultante” impuesta por Ben Alí en internet y criticó a “la prensa libre y abierta” del mundo occidental que debería “dar cuenta de lo que los medios de comunicación tunecinos, sometidos a la censura, no pueden relatar”.

Antes de prometer medidas para luchar contra el desempleo, el gobierno declaró el estado de sitio en algunas regiones y la seguridad quedó a cargo de los militares. Además, el lunes el gobierno ordenó el cierre indefinido de todas las escuelas y universidades para intentar frenar los enfrentamientos con la Policía, informó la agencia de noticias Reuters.

Pero estas protestas desde internet, mediante Facebook, Twitter y los blogs, no amenazan realmente al régimen porque no existen partidos opositores y sindicatos con la fuerza suficiente para concretar un verdadero cambio, explicó François Soudan, el director del semanario Jeune Afrique, en una nota de opinión. A pesar de todo, este tipo de protestas preocupan al gobierno porque son desestabilizantes y además llaman la atención de la opinión pública mundial.

Soudan recuerda que Túnez es uno de los países más estables del Magreb, con un nivel educativo y sanitario destacable en la región. El gobierno invierte, según el periodista, cantidades destacables de dinero en mantener los precios de la canasta básica en niveles aceptables, subvenciona viviendas con precios accesibles. Pero esto, sin una verdadera comunicación entre el poder y el pueblo, no alcanza, estima Soudan.

En Argelia también

Los focos de protestas comenzaron en la ciudad del joven inmolado y en el suroeste, cerca de la frontera con Argelia, un país que también fue sacudido por las protestas de sus jóvenes. En Argelia, los menores de 30 años son el 75% de la población y también están afectados por el desempleo. El 5 de enero explotó el descontento de ese sector mayoritario de la población argelina debido al aumento de 30% en los precios de los productos de consumo básico, que se observó a partir del comienzo de este año, informó la agencia de noticias AFP.

La violencia entre manifestantes y policías dejó tres muertos el fin de semana y 800 heridos, en su mayoría de las fuerzas de seguridad, según las autoridades. Pero, por otro lado, se denunciaron más muertes de civiles. La calma volvió lentamente el lunes, después de que se anunciara una baja de precios y la suspensión de los impuestos a la importación, la producción y la distribución de productos básicos, que rondaban el 41%.

En declaraciones a AFP, el ministro del Interior, Dahou Ould Kablia, además de repasar estas medidas mandó un mensaje de firmeza. Anunció que unos mil jóvenes manifestantes habían sido arrestados gracias a las cámaras de vigilancia que fueron instaladas en la capital, Argel, hace seis meses. En Argelia, a diferencia de su vecino Túnez, las protestas juveniles ya son más habituales.

Según Soudan, la “actitud humillante y de desprecio” de las autoridades ante la población es la razón de estos movimientos de protesta en la región. En su opinión, “por fin”, los gobernantes iniciaron un recambio de autoridades locales para intentar remediar a lo que el periodista africanista compara con un cáncer que se está desarrollando en la región.