El presidente tunecino, Zine El-Abidine Ben Alí, había declarado el 2010 “Año de la Juventud”. Pero las cosas no salieron como esperaba y el año terminó con revueltas juveniles que culminaron con su salida del país, el viernes, presionado por las fuerzas armadas que dejaron de apoyarlo. Primero fue sustituido de forma interina por el primer ministro, Mohamed Ghanouchi. Luego, el sábado, en respuesta a las protestas que desafiaron otra vez a las fuerzas de seguridad y al toque de queda, Ben Alí fue oficialmente separado de su cargo y el presidente del Parlamento, Foud Mebazaa, asumió la presidencia. En los próximos meses Túnez debería organizar elecciones libres.

Mientras tanto, se decidió por consenso apartar del gobierno a los partidos oficialistas, y conformarlo por representantes de varios partidos opositores y por personalidades independientes, dijo Maya Jribi, la secretaria general del Partido Demócrata Progresista, el más radical de los de oposición, en declaraciones a la agencia de noticias AFP. Según Jribi el nuevo gobierno podría ser anunciado hoy.

Anoche la prensa continuaba reportando disparos en la capital, Túnez, entre milicianos seguidores de Ben Alí y las Fuerzas Armadas, que respaldan al presidente interino. Según la corresponsal en Túnez del semanario Jeune Afrique, Frida Dahmani, los comercios y las estaciones de servicio estaban desabastecidos, mientras que el transporte público seguía sin funcionar normalmente.

La periodista destacó que las terrazas de los pocos cafés abiertos estaban llenas y que el principal consenso entre los tunecinos -que descubrían la libertad de expresión- era la necesidad de llamar a una asamblea constituyente para modificar la Constitución.

Por otro lado, Dahmani destacó el cambio de discurso de algunos miembros del partido del presidente derrocado, la Unión Constitucional Democrática, y se preguntaba: “¿Cómo reaccionar ante ese oportunismo?”.

Ya se había comenzado a saldar cuentas con los allegados de Ben Alí. El ex jefe de seguridad, el general Ali Sériati, fue detenido a pedido de la Justicia tunecina que lo acusa de abusos contra la población durante las protestas. Un sobrino del ex presidente también fue apresado y otro asesinado por uno de sus allegados. Balances provisorios reportaban 79 muertos.

El renunciante embajador de Túnez ante la UNESCO, Mezri Haddad, acusó ayer a Ben Alí de haber “premeditado la anarquía antes de su partida”, según un comunicado citado por la AFP.

Lecturas externas

En otros países árabes lo ocurrido en Túnez tuvo ecos. El único líder que se atrevió a criticar lo ocurrido allí fue el presidente libio, Muamar Gadafi, que dijo a los tunecinos: “¿Él [Ben Alí] no les había dicho que se apartaría en tres años? Sean pacientes durante tres años y sus hijos permanecerán con vida”. Se refería a la promesa que había hecho el ex presidente de abandonar el poder en 2014.

Más allá de los dirigentes, los pueblos de otros países de la región y otras naciones árabes recibieron con esperanza las noticias de Túnez. Al igual que allí, en Argelia la juventud protesta hace semanas, por la falta de oportunidades.

En Yemen, donde el presidente Ali Abdalah Saleh gobierna hace 32 años, el ejemplo magrebí desató manifestaciones que convocaron a miles de estudiantes en la capital, Sana’a, informó el diario francés Le Monde. “Túnez de la libertad. Sana’a te saluda mil veces”, gritaron los jóvenes yemeníes acompañados por militantes de los derechos humanos.

En Jordania, unos 3.000 militantes de partidos de izquierda e islámicos protestaron ante el Parlamento reunido para discutir el precio de los alimentos. “Sufrimos de los mismos males que afectaron a Túnez, y debemos poner fin a la opresión así como a las trabas contra la libertad y a la voluntad del pueblo”, afirmó el líder de los Hermanos Musulmanes, Hamam Said, en un discurso.

En Kuwait la oposición saludó el “logro” tunecino y el diputado islamista Walid Al-Tabtabaï advirtió que “todos los regímenes que oprimen a su pueblo y luchan contra la identidad árabe-islámica conocerán el mismo destino”.

En Sudán, uno de los líderes de la oposición al gobierno islámico, Moubarak Al-Fadil, estimó que su país -donde también subieron los precios de los alimentos básicos- está “pronto para una sublevación popular”.

En tanto, desde el diario sirio oficialista Al-Watan se dijo que la experiencia tunecina es una lección para los regímenes “amparados por Occidente” que “cuentan con ‘amigos’ para protegerlos”. El presidente del Parlamento iraní, Ali Larijani, se burló de la solidaridad que expresaron los países occidentales al cambio de gobierno, ya que, según él, “eran la principal razón de la tiranía” y que eso muestra a los demás países árabes que las “superpotencias” “no los apoyarán en caso de dificultades”.