"Aunque tengamos que pagar el precio de nuestras vidas, no creo que sea tan caro. Lo que ocurre hoy es una victoria para Egipto, para nuestros hijos y para las futuras generaciones", dijo el sábado Ola Shabaan, de 32 años, quien reclamaba, como muchos egipcios, el retiro del presidente Hosni Mubarak, que gobierna el país desde hace 32 años. Shabaan respondía a una pregunta de Marion Guénard, la corresponsal de Rue89, un portal de información francés, durante una de las multitudinarias manifestaciones que continuaban ayer en El Cairo. En su reportaje Guénard relató que durante una protesta la multitud levantó sobre las cabezas de los manifestantes los cuerpos de personas que murieron a causa de la represión de las protestas.
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Como en Egipto, Túnez pudo ver el regreso de uno de los principales líderes de la oposición. El líder histórico Rachid Gannuchi, que dirige el partido opositor islámico An Nahda (El Renacimiento), puso fin a sus 20 años de exilio. Un mar de gente lo recibió ayer en el aeropuerto y otro mar de preguntas acompañó su regreso. El cambio tunecino podría desembocar en un giro hacia el islamismo, en momentos en que se repite en las protestas el lema "el Islam es la solución".
Gannuchi dijo a la agencia de noticias AFP que buscará ayudar a "anclar el sistema democrático, la justicia social y a luchar contra la discriminación". Anunció que no será candidato a la presidencia y que tampoco se presentará "ningún miembro de An Nahda" pero no dejó claro cuál será la postura de su partido para las elecciones legislativas. El 14 de enero, tras un mes de protestas similares a las que vive Egipto en los últimos días, el presidente que dirigió Túnez durante 23 años abandonó el país.
Ayer, sexto día de manifestaciones, se estimaba que los muertos en los choques entre manifestantes y fuerzas de seguridad eran por lo menos 125, policías incluidos, y que los heridos eran miles, aunque las cifras variaban según las fuentes.
La prensa destacaba que la Policía, principal blanco del descontento popular y responsable de una brutal represión que no logró detener las protestas, se retiró de las calles el viernes de noche. Las Fuerzas Armadas, que gozan de mayor respeto entre la población, las relevaron.
Internet y las comunicaciones telefónicas fueron cortadas por completo el viernes, y el sábado se habían restablecido en forma parcial, pero ayer internet continuaba bloqueada. La web y los teléfonos celulares fueron los medios por los que se convocaron las primeras protestas. Por otro lado, en El Cairo, al igual que en Alejandría y Suez, rige el toque de queda de las 16.00 a las 8.00, aunque no lo respetan ni los manifestantes ni los ladrones y saqueadores. Ayer se anunció que el horario de toque de queda se ampliará y que la prohibición de circular empezará hoy a las 15.00.
La plaza Tahrir (que significa "libertad" en árabe), epicentro de las protestas en la capital, estaba rodeada de tanques, pero eso no hizo mermar la movilización. Además, aviones de combate sobrevolaban El Cairo ayer de tarde.
Las Fuerzas Armadas, que hasta ayer no habían usado la fuerza contra la población, llamaron a la gente a organizarse para evitar los saqueos. Los ciudadanos acataron y el domingo varios barrios estaban organizados con comisiones barriales, similares a grupos de autodefensa, que entregaban a los delincuentes a los militares. Se supo que en el Museo Egipcio de El Cairo, dos momias de la época de los faraones fueron estropeadas en un intento de robo.
Un 60% de las comisarías de El Cairo habían sido incendiadas ayer y se reportaron fugas masivas de las cárceles, donde los guardias que permanecían para cuidarlas no pudieron evitar que los presos se liberaran. La principal preocupación era ayer evitar que las armas que se encontraban en las cárceles para mantener la seguridad cayeran en manos de delincuentes. "Estamos ante una crisis verdadera, no estamos hablando de armas blancas sino de ametralladoras y otras armas del Ministerio del Interior", dijo el general Ahmed Helmi a la televisión estatal de Egipto, según la agencia de noticias EFE.
Varios medios reportaron que se apilaban cadáveres en las calles, cerca de las cárceles destruidas. Un periodista de la agencia de noticias AFP dijo haber visto 14 cuerpos cuando eran trasladados hacia una mezquita cercana a un centro de detención. El semanario Jeune Afrique informó que, de acuerdo con habitantes de la zona, los cadáveres serían "muchos más".
La televisión oficial afirmó que ayer fueron detenidos 3.113 presos fugados, pero no dijo cuántos son los que siguen en libertad.
No sólo quedaron libres los presos comunes. De acuerdo con la agencia de noticias española, un grupo de 34 dirigentes del principal partido opositor, Los Hermanos Musulmanes. Un dirigente de ese partido islamista que el gobierno egipcio había declarado ilegal, Mahmud Gozlan, dijo a EFE que ellos no participaron en la destrucción de las prisiones y que fueron los últimos en salir. "Cuando salieron no encontraron a nadie de la administración, ni a soldados, ni a policías, así que abandonaron el presidio", explicó.
En busca del cambio
Los Hermanos Musulmanes integra, junto con los demás partidos de oposición, un gran frente llamado Coalición Nacional para el Cambio, que impulsa la salida del presidente Mubarak. Su portavoz, designado ayer, es el ex presidente de la Agencia Internacional de la Energía Atómica y premio Nobel de la paz Mohamed El Baradei. El opositor, que regresó a su país el jueves, está encargado de “negociar con el gobierno”.
El Baradei, que está bajo control policial, habló ayer en la plaza Tahrir y volvió a proponerse, como ya lo hizo el viernes, para “encabezar la transición”. Otro posible cambio político en Egipto podría llegar con las elecciones presidenciales previstas para febrero. En opinión de El Baradei, “no hay marcha atrás” y éste “es el comienzo del fin” de la era Mubarak, y llamó al presidente a apartarse del poder y preparar el terreno “para un gobierno de unidad”.
Mubarak disolvió el Ejecutivo el viernes de noche al mismo tiempo que anunciaba una serie de reformas para calmar el descontento de la gente. El sábado nombró un vicepresidente, un cargo que jamás existió desde que él tomó el poder en 1981.
Eligió para el cargo a alguien que goza de popularidad incluso entre los opositores. El vicepresidente, el general Omar Suleiman, de 76 años, es el ex jefe de los servicios secretos egipcios y desde hace años cumple de hecho el papel de número dos del régimen. Estaba a cargo de hacer un seguimiento del conflicto entre palestinos e israelíes, entre otros asuntos delicados de política exterior.
Además, Mubarak designó un nuevo primer ministro, que debe anunciar el nuevo gobierno. Eligió para el cargo al ex ministro de Aviación, el también general Ahmed Chafik, una figura que cuenta con el aprecio de la elite egipcia, incluso de la oposición. Pero estos anuncios no fueron suficientes para calmar el clamor popular, y Los Hermanos Musulmanes estimaron que estos cambios son “una tentativa de eludir las reivindicaciones del pueblo y de abortar su revolución”.
Ayer aún no se sabía bien qué actitud adoptarían las Fuerzas Armadas, que son vistas como un interlocutor y un posible aliado de la coalición opositora. Un dirigente de Los Hermanos Musulmanes, Saad Katatni, dijo a EFE que un comité de la oposición podría mantener hoy una reunión con responsables militares para analizar un posible cambio de régimen. “No se sabe qué bando va a elegir el Ejército, el pueblo o el presidente. Necesitamos al Ejército: con él, el presidente queda derrocado, como en Túnez”, dijo el sábado un manifestante, Sami Khattab, a Rue89.
De acuerdo con EFE, fuentes del Ejecutivo informaron que hoy se anunciaría quién será el nuevo ministro del Interior, que deberá replantear “la misión de la Policía para que vuelva a ser desplegada” en todo el país a partir de mañana, salvo en la plaza central de la capital, que seguirá bajo supervisión militar. Está previsto que las fuerzas de seguridad eviten volver a enfrentarse con los manifestantes y se ocupen de perseguir a los que realizan saqueos, pero todo eso se hará “bajo la dirección del Ejército”, agregaron las fuentes.
Fuera del país, los países aliados de Mubarak están cambiando sus discursos. Según informó la Casa Blanca, el presidente estadounidense, Barack Obama, habló ayer con el primer ministro británico, David Cameron, y el sábado, con gobernantes de Turquía, Israel y Arabia Saudita. El objetivo del mandatario es “oponerse a la violencia y llamar a la contención” apoyando “los derechos universales, incluido el derecho de expresión, asamblea y reunión pacíficas”, y llamar a “una transición ordenada hacia un gobierno que responda a las aspiraciones del pueblo egipcio”.
El cierre de la sede del canal de televisión qatarí Al Jazeera, en Egipto, fue otro motivo de críticas hacia el régimen de Mubarak. “El cierre de Al Jazeera es una flagrante violación de los derechos fundamentales de los egipcios a recibir información sobre la situación que atraviesa su país”, dijo en un comunicado el coordinador del Comité para la Protección de los Periodistas en Oriente Medio y el Norte de África, Mohamed Abdel Dayem.
“Ya ganamos”, dijo el sábado a Rue89 Bahaa, un ciudadano de 52 años que participó en varias de las protestas contra Mubarak. “Cortaron internet y el teléfono. Usan una violencia imponente en contra de nosotros: es obvio, se están haciendo en los pantalones”, se alegró Bahaa.