La crisis política continúa en Libia, donde ayer las fuerzas de los rebeldes tuvieron que retirarse del centro de Sirte, la ciudad natal de Muamar Gadafi, quien gobernó el país durante 42 años hasta ser desplazado por ellos. Los seguidores de Gadafi, que están cercados hace días en esa ciudad, la tercera más grande de Libia, lanzaron una contraofensiva ayer.

A este tropiezo se suma la confusión que hubo en torno a la supuesta detención de Mutasim, uno de los hijos de Gadafi. Los dirigentes rebeldes la anunciaron el miércoles y agregaron detalles según los cuales había sido capturado en Sirte, cuando intentaba huir de la ciudad, y había sido trasladado a Bengasi, que sigue siendo la capital rebelde, para ser interrogado. Hubo festejos toda la noche siguiente, hasta que ayer, varios responsables del Consejo Nacional de Transición (CNT), las autoridades políticas de los rebeldes, incluido su presidente, Mustafá Abdel Jalil, salieron a aclarar que no había sido detenido. Alegaron que se trataba de un malentendido, un mal funcionamiento del “canal de transmisión de informaciones”. Se trata de un caso parecido a cuando corrió la voz del arresto del Saif al Islam, el hermano mayor de Mutasim, que nunca ocurrió.

Como si fuera poco, Amnistía Internacional lanzó un llamado al CNT, en reclamo de que cesen “las detenciones arbitrarias y los abusos generalizados a detenidos”. Un informe de esa organización concluye que existe una “práctica recurrente de palizas y malos tratos contra presuntos seguidores, soldados y mercenarios de Gadafi capturados en el oeste de Libia. En algunos casos existen indicios claros del uso de tortura para obtener confesiones o como medida de castigo”.