Cinco días después de su muerte, Gadafi fue enterrado ayer, según informó el Consejo Nacional de Transición (CNT) que tomó el control de Libia. Un día antes, el CNT anunció que dejaría de exhibir el cadáver del ex gobernante en un frigorífico en las afueras de Misrata porque se encontraba en estado de descomposición.
Se informó que el cuerpo de Gadafi fue sepultado en un lugar desconocido del desierto del Sahara, al igual que el de su hijo Mutassim, también muerto a manos de los rebeldes armados. Las nuevas autoridades argumentaron que no se identificaron los lugares de las sepulturas para que no se conviertan en sitio de culto ni sufran actos de vandalismo.
Mientras tanto, la segunda esposa del ex líder libio, Safia, y sus hijos Aníbal, Mohamed y Aisha, se trasladarán de Argelia a Sudáfrica, indicó el diario español El País, que citó al diario argelino Echorouk.
A Sudáfrica también llegarían los otros hijos de Gadafi: el ex futbolista Saadi, que está en Níger, y Saif el Islam, quien era visto como su sucesor y que sería el único que continuaría escondido en Libia. Otro de los hijos del ex mandatario, Jamis, que lideraba una brigada de elite en el Ejército, murió en los enfrentamientos con los rebeldes.
Antes de ayer
Hijo de beduinos, Gadafi nació en 1942 en Sirte (la misma ciudad en la que murió), en un campamento en el desierto de la entonces Noráfrica Italiana, que pocos años después quedó a cargo del rey Idris. En su juventud de academia militar, absorbió el anticolonialismo que dominaba la sociedad libia y tomó como ídolos a varios revolucionarios, entre ellos, el Che Guevara. Era coronel cuando participó en el levantamiento contra la monarquía, en 1969, y ya contaba con el carisma que, junto a otros méritos, le valió ser nombrado presidente por sus compañeros, cargo al que sumó otros a lo largo de los años siguientes.
En esos primeros tiempos de liderar el gobierno, el coronel fortaleció a las Fuerzas Armadas y destinó gran parte de los fondos obtenidos de la venta de petróleo a mejorar las condiciones de vida de la población. Además, cambió el nombre del país, que en ese entonces era Reino de Libia, a República Árabe Libia.
Gadafi sintetizó sus aspiraciones políticas en el "Libro verde", un compendio de ideas socialistas, islamistas y nacionalistas árabes, que conforman los principios teóricos de una nueva forma de gobierno, para su Yamahiria (República) Árabe Libia Popular Socialista, como llamó a Libia en 1977. Él definió esa forma de gobierno como una "democracia perfecta" en la cual el poder era ejercido directamente por el pueblo por medio de asambleas locales. Seis años después, en 1979, Gadafi renunció a sus cargos políticos y se autodenominó "líder fraternal y guía de la revolución".
En ese entonces, alineó su política exterior con la Unión Soviética y buscó fusionar a Libia con otros países árabes, como Egipto, Siria, Túnez y Sudán. En paralelo, tuvo malas relaciones con los países occidentales, lo que incluso generó que su país fuera bombardeado en 1986 por Estados Unidos, que acusaba a Gadafi de fomentar el terrorismo internacional. En ese ataque, ordenado por el presidente estadounidense Ronald Reagan, murió la hija adoptiva de Gadafi.
Esa acción militar contra Libia llegó después de que Washington acusara al gobierno de Gadafi de estar vinculado al atentado en una discoteca en Berlín frecuentada por estadounidenses. También fue acusado más tarde de estar detrás de dos atentados contra aviones de pasajeros. En el ataque contra el avión de la aerolínea estadounidense PanAm en vuelo sobre Lockerbie, Escocia, murieron 270 personas, en 1988; y el atentado cometido contra un avión de la compañía francesa UTA, en Níger, dejó 170 víctimas en 1989.
A fines de los 90, la política exterior gadafista dio un giro. El gobernante se hizo responsable ante la Justicia civil de los ataques, aunque no reconoció su autoría, y abandonó su programa armamentístico. Así logró que fueran retiradas las sanciones internacionales que había acumulado en los años anteriores. Durante su última década en el poder, Gadafi fue agasajado por anfitriones y huéspedes como jefe de Estado y les dio la mano a líderes de varias potencias mundiales. Por ejemplo, fue invitado a participar en el G-8 por el presidente estadounidense, Barack Obama.
Otro giro
Esta posición internacional en la que se encontraba Libia cambió otra vez cuando en febrero comenzaron revueltas populares contra su gobierno, y el efecto de la represión del Ejército a esas protestas fue estimado en miles de muertos. Rápidamente la revuelta se convirtió en una rebelión armada que contó con el apoyo de potencias internacionales. En marzo fue lanzada una acción militar de la OTAN, liderada por Reino Unido y Francia, que declaraba como cometido proteger a los civiles libios, pero cuyos bombardeos permitieron a los rebeldes avanzar hacia Trípoli. Además, la oposición armada recibió distintos respaldos extranjeros, desde reconocimientos a sus representantes hasta la entrega de fondos libios que varios países retuvieron a Gadafi.
Desde el jueves, el CNT recibe reclamos de que investigue cómo murió el ex gobernante a manos de fuerzas rebeldes, así como las circunstancias de la muerte de 53 personas cuyos cadáveres aparecieron en un hotel de Sirte que estaba bajo control rebelde. Se presume que eran partidarios del ex gobernante que fueron ejecutados la semana pasada.
“En general, desaprobamos que se haga daño a un prisionero, sea quien sea, y más aun que se lo mate”, manifestó el CNT ayer en un comunicado. Expresó además que, “a pesar del odio de los libios a Muamar Gadafi y a su régimen”, hubiera querido que el “tirano fuera presentado ante un tribunal”.