El primer ministro griego, Yorgos Papandreu, anunció ayer que en enero someterá a referendo el acuerdo alcanzado por la eurozona el jueves, en busca de soluciones para la crisis de Grecia. Este convenio implica la anulación del 50% de la deuda del país -unos 137.000 millones de dólares- a cambio de un mayor control de la política económica por parte de sus acreedores, y de más medidas de recortes y ahorro.

El socialista Papandreu declaró, ante los parlamentarios de su partido Pasok, que el pueblo debe decidir “si aprueba o no el acuerdo” y afirmó que, “si no lo acepta, entonces no se aplicará”. “En un momento en que el sistema político es atacado y puesto en entredicho, nuestro deber es mostrar el papel y el deber del ciudadano, sin intermediarios, y eso es el referendo”, lanzó Papandreu.

Según el dirigente socialista, como se trata de una decisión “que determina el futuro del país, el ciudadano tiene la primera palabra, sin los enfoques que tuercen la realidad por los intereses partidistas”. En ese sentido instó al pueblo griego a no votar “para que otros decidan, sino a decidir él mismo”.

Por otro lado, también adelantó que luego del referendo someterá su gestión a un voto de confianza del Parlamento. Para eso deberá obtener el apoyo de 151 de los 300 diputados. El partido Pasok cuenta con el apoyo de 153 legisladores, y pese a sus desacuerdos internos se prevé que logre el voto de confianza y evite la convocatoria a elecciones anticipadas.

El primer ministro ha pedido, sin éxito, el apoyo de la oposición para aplicar su estrategia de austeridad y aprobar el acuerdo del jueves.

Además el dirigente aseguró que “si los griegos no lo quieren, [el acuerdo] no será aprobado”. Pero agregó: “Confiamos en los ciudadanos. Creemos en su criterio. Creemos en su dicernimiento. La voluntad del pueblo se impondrá”.

Con motivo de la fiesta nacional, el viernes, volvieron a celebrarse manifestaciones en toda Grecia en protesta contra la política de austeridad y el acuerdo.

Un sondeo indicó el sábado que la mayoría de los griegos tienen una visión negativa del acuerdo y que sólo 12,6% lo ve con buenos ojos.