Lo conocen como El General, y no es en vano. Más de la mitad de sus 61 años de vida la pasó vestido de verde olivo, en un país en el cual es usual que los militares pasen a la política, especialmente desde que en 1996 se firmaron diversos acuerdos que dieron por terminadas casi cuatro décadas de conflicto armado y sucesivos gobiernos militares.

El General se convirtió en la segunda vuelta electoral del domingo, al superar con 55% de los votos al empresario Manuel Baldizón (también opositor, en una elección en la que el oficialismo no llevó candidatos), en el primer militar en llegar a la presidencia de su país por medio del apoyo popular. Antes, el camino era el del golpe de Estado y los regímenes militares, de los cuales él también formó parte.

Ya con 16 años, en 1966, Pérez Molina inició su formación militar, mientras los distintos gobiernos de la dictadura castrense luchaban contra los grupos insurgentes y las guerrillas que rechazaban el fascismo y exigían democracia.

Egresó en la promoción del 73, prestigiosa en Guatemala porque muchos de sus miembros fueron reconocidos por distintos méritos. En su caso particular, fue quien, luciendo todas las insignias que puede tener un oficial guatemalteco, firmó el acuerdo de paz con la comandancia guerrillera a fines de 1996, que terminó con el conflicto armado. Los enfrentamientos durante 36 años habían dejado más de 200.000 muertos y desaparecidos.

Muchas de esas muertes y desapariciones se atribuyen a los kaibiles, un grupo de élite del Ejército de Guatemala preparado para realizar operaciones especiales, que era muy utilizado en la lucha contra la guerrilla. Los kaibiles siguen existiendo, son preparados en un centro de adiestramiento conocido como el "infierno" al cual se ingresa sólo con una invitación del Ejército, y continúan siendo conocidos como los más letales y cruentos miembros de las Fuerzas Armadas. Pérez Molina fue uno de los fundadores de ese grupo, que recientemente tuvo a cuatro de sus ex miembros sentenciados a 6.000 años de cárcel por la masacre de Dos Erres, en 1982, cuando fueron asesinadas 201 personas.

Pero a El General también se lo reconoce como uno de los principales responsables de que el Ejército aceptara, después del acuerdo para la paz, una reducción de su poder en pos del fortalecimiento del civil. Cuando Guatemala todavía acostumbraba a estar liderada por militares, en los 90, Pérez Molina fue elegido jefe de la sección de Inteligencia del Ejército, otra de las unidades responsables de secuestrar, torturar y desaparecer a opositores políticos. Mario Mérida, que era su subalterno y ahora uno de sus asesores de campaña, sostuvo en declaraciones al diario guatemalteco Prensa Libre que en ese entonces "se facilitó la relación [de Inteligencia] con otros sectores de derechos humanos, y se empezó a hablar de una apertura militar".

Esa dirección de Inteligencia ha sido señalada por mantener conexiones con el crimen organizado y el contrabando, aunque nunca se han formalizado denuncias. El General también dirigió el Estado Mayor Presidencial, que se encargaba de la seguridad del presidente de facto -en ese entonces Ramiro de León Carpio- y prácticamente manejaba su agenda.

Pero antes de ese período, en los 80, Pérez Molina comandaba el destacamento militar de Nebaj, en el departamento de Quiché, y de esa época se le atribuyen violaciones a los derechos humanos -que él niega-. El gobierno del general golpista Efraín Ríos Montt tenía en ese entonces como doctrina que para acabar con la guerrilla era necesario también aniquilar a sus potenciales simpatizantes. Tampoco en este sentido se han presentado denuncias formales contra Pérez Molina.

Otros caminos

Después de su retiro en 2000, El General fundó con un grupo de políticos el Partido Patriota, una escisión del oficialismo del entonces presidente Óscar Berger. En 2007 presentó su candidatura presidencial y fue derrotado por el actual mandatario Álvaro Colom en segunda vuelta. En ese entonces, con más de 50% de la población bajo la línea de pobreza, su discurso de mano dura contra la delincuencia fue menos popular que las promesas de planes sociales de Colom, que se convirtió en el sexto presidente democrático de Guatemala.

Ayer, en una nueva oportunidad, El General se convirtió en el séptimo mandatario, y en el primer militar elegido en las urnas.