“Uno piensa que no va a olvidar, pero el tiempo pesa”, dijo en Buenos Aires la politóloga María Esperanza Casullo, durante la presentación del libro 2001, relatos de la crisis que cambió la Argentina. En su opinión: “Estamos viviendo el 2001 a escala planetaria”, y “Argentina es el campo de prueba de la política mundial, por alguna razón los procesos se dan antes acá; pero la crisis de 2001 no fue aislada sino que fue un patrón de la crisis del capitalismo”.

Para recordar

A diez años de la crisis de 2001, esta semana se abren varios espacios de reflexión sobre lo ocurrido en ese momento y cómo incide en el presente argentino. Hoy termina una serie de debates en el Instituto de Desarrollo Económico y Social de Buenos Aires, mientras que mañana y el viernes investigadores de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de La Plata se reúnen en la Biblioteca Nacional para seguir discutiendo. Ya hubo además presentaciones de libros, seminarios y otros muchos ámbitos de análisis.

Casullo no es la única que hace un paralelo entre la crisis europea actual y la que vivió su país en 2001. Ante el colapso de la economía argentina, originado entre otros motivos, según coinciden hoy los politólogos, por la paridad del peso argentino con el dólar, que se mantuvo durante demasiados años, el gobierno del radical Fernando de la Rúa estableció el famoso corralito. Esa medida resultó ser mucho menos popular que una devaluación, a la que finalmente también se recurrió, en enero de 2002, cuando Argentina dejó la convertibilidad. El profesor de la Universidad de Buenos Aires e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas Marcelo Cavarozzi dijo a la diaria que la defensa de esa paridad entre el peso y el dólar era un “espejismo colectivo”.

Durante la presidencia de Carlos Menem (1989-1999), cuando la economía argentina entró en recesión, en 1997, ésta “estaba atada al cepo de la convertibilidad”, recordó Cavarozzi. “Eso afecta ya a los dos últimos años del gobierno de Menem y también al [posterior] gobierno de la Alianza, que presidía De la Rúa. Este último no se animaba, al igual que su opositor peronista, Eduardo Duhalde, ni siquiera a decir que habría que salir de la convertibilidad. Los argentinos estábamos convencidos de que la convertibilidad era la panacea. Había un apoyo de casi 90% de la población en el momento de las elecciones de 1999 a que no se saliera de la convertibilidad”. Por eso ningún político la cuestionó y “menos un personaje tan generoso y realmente incapaz de tomar decisiones, como De la Rúa”, apuntó el politólogo argentino.

Cronología

10.12.99: Fernando de la Rúa asume la presidencia argentina y sucede a Carlos Menem. El déficit público es de 10.000 millones de dólares, la deuda externa es enorme y la economía está en recesión.

29.12.99: El Parlamento aprueba el “impuestazo”, primer plan de reajuste.

05.05.00: Primer paro general contra el proyecto de reforma laboral y el impuestazo.

09.06.00: Segundo paro general.

06.10.00: Dimite el vicepresidente Carlos Chacho Álvarez.

29.11.00: El Senado aprueba, con apoyo de la oposición, el congelamiento del gasto público por cinco años.

03.03.01: Ricardo López Murphy sustituye al renunciante José Luis Machinea como ministro de Economía.

16.03.01: Nuevo plan de austeridad -aprobado por el FMI- y reforma administrativa del Estado.

19.03.01: Domingo Cavallo es nombrado ministro de Economía.

27.04.01: El Senado aprueba una reforma laboral: tercer paro general.

30.07.01: El Congreso aprueba la ley de “déficit cero”.

14.10.01: Elecciones legislativas. Ganan el peronismo y el voto en blanco y anulado.

01.12.01: De la Rúa firma el decreto que impone el corralito a partir del 3 de diciembre.

05.12.01: El FMI suspende un préstamo de 1.264 millones de dólares por entender que Argentina no cumplió sus metas.

13.12.01: Cuarto paro general.

19.12.01: De la Rúa declara el estado de sitio por saqueos de supermercados y comercios y asaltos a edificios públicos. Cavallo renuncia.

20.12.01: De la Rúa renuncia. El presidente peronista del Senado, Ramón Puerta, asume la presidencia provisoria y convoca a una Asamblea Legislativa.

23.12.01: La Asamblea nombra presidente a Adolfo Rodríguez Saá, quien declara el cese de pagos de la deuda de unos 102.000 millones de dólares, el mayor de la historia.

30.12.01: Por falta de apoyo y más disturbios Rodríguez Saá y Puerta renuncian. Asume de forma provisional el presidente de Diputados, Eduardo Camaño. Nueva Asamblea Legislativa.

01.01.02: Eduardo Duhalde es nombrado presidente hasta las elecciones del 27 de abril de 2003.

06.01.02: El Parlamento aprueba la Ley de Emergencia Pública que termina con la paridad entre peso y dólar. El ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, crea el “corralón”: convierte los depósitos a plazo fijo en dólares a pesos a un cambio de 1,40 pesos por dólar.

01.02.02: La Corte Suprema de Justicia declara inconstitucionales las restricciones de acceso a los fondos bancarios: catarata de demandas judiciales.

27.04.02: Dimite Remes Lenicov y lo sustituye Roberto Lavagna.

28.03.03: Duhalde firma el fin del “corralón” bancario.

Su colega uruguayo Romeo Pérez insistió, consultado por la diaria, en que una de las explicaciones de la crisis argentina fue que la “convertibilidad se prolongó durante ocho años y dos gobiernos”. Pérez es docente e investigador de la Universidad de la República y del Centro Latinoamericano de Economía Humana. En su opinión, “en una primera etapa” la convertibilidad fue “exitosa”, pero por su “excesiva prolongación”, lo que en su momento fue una respuesta a la inflación excesiva que se dio a fines de los 80 y principios de los 90, se convirtió en un problema. “En economía el éxito de una medida obliga a cambiarla, porque esa medida afrontaba a un problema resuelto”, resumió Pérez, antes de agregar que “cuando un problema se resuelve se genera otro”.

Para Cavarozzi, lo ideal hubiera sido que Menem estableciera la salida de la paridad en 1997 o 1998, porque “por más que lo hubiera sentido la población, lo hubiera sentido muchísimo menos” que con el corralito que se tuvo que establecer en 2001 y que, además, “hundió la economía”.

Respecto a los responsables de la crisis, Pérez apuntó “a los equipos gobernantes” sin dejar de lado “a las oposiciones que pecaron de populismo”. También estimó que tuvieron su papel “las presiones corporativas, de bancos, de ciertos exportadores, de los sindicatos más fuertes”.

A principios de diciembre de 2001 De la Rúa y el que había sido artífice de la convertibilidad, su entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, optaron por el corralito para evitar la fuga de capitales que se dio ante el colapso económico que se veía venir.

Eso causó una furia popular, expresada con cacerolazos masivos, saqueos de supermercados y comercios. La protesta más fuerte fue la del 19 de diciembre. De la Rúa declaró el estado de sitio, lo que aumentó el malestar. La población lo desafió y salió a las calles. La represión policial dejó 39 muertos en dos días y el presidente renunció antes de huir en helicóptero de la Casa Rosada, rodeada de manifestantes que gritaban “¡que se vayan todos!”.

Algunos argentinos se organizaron en asambleas barriales, hubo ocupaciones de fábricas que se transformaron en cooperativas obreras y también agresiones a políticos, considerados “ladrones” y “cómplices de los bancos”.

En paralelo a la crisis económica “pagada por la gente”, hubo una crisis política. Antes del corralito, el vicepresidente Carlos Chacho Álvarez, líder del Frente País Solidario (más conocido como Frepaso), dimitió en octubre del 2000. El motivo que dio fue que De la Rúa no investigó una denuncia por presuntos sobornos a senadores para aprobar la impopular reforma laboral, otra medida que intentaba contener la crisis. En noviembre de 2011 debía finalmente comenzar el juicio por esas irregularidades, pero el Tribunal Oral Federal que estaba a cargo resolvió suspenderlo por motivos burocráticos y por entender que “había conflicto de poderes”. Mandó el caso a la Corte Suprema.

Cavarozzi opinó que fue “irresponsable” la renuncia de Álvarez. Ésta puso fin a la Alianza -un acuerdo electoral anti Menem, que reunía al Frepaso y a la Unión Cívica Radical (UCR)-, lo que le quitó gobernabilidad a De la Rúa. Además, eso terminó con el Frepaso. Según el politólogo, la propia UCR “estaba fundamentalmente en contra de De la Rúa porque estaba aún dominado por los sectores alfonsinistas”, y eso hacía que desde un principio la Alianza fuera débil. “Eso se reflejó en la actividad gubernamental con el hecho de que en muchos ministerios había de cierto modo tres ministros: uno nombrado por el presidente, de su confianza, otro de la UCR y otro del Frepaso”, dijo Cavarozzi. Por eso, “muchos ministerios no tenían ninguna capacidad de gestión”, agregó el politólogo. “Siempre había un solo ministro formal, pero en la práctica había un comando triple”, explicó, y dijo que por eso, ya “cuando renuncia el primer ministro de Economía, [José Luis] Machinea, en marzo de 2001, ocurre prácticamente la muerte del gobierno”.

Mes clave

En octubre de 2001 los argentinos manifestaron su descontento en los comicios legislativos. Lo hicieron con el 25% que sumaron los votos en blanco y anulados, y en el triunfo peronista.

Además, por el resultado de estas elecciones, y como ya no había vicepresidente, el oficialismo dejó de controlar la línea de sucesión establecida por ley, lo que explica que, después de la renuncia de De la Rúa, hayan asumido la presidencia varios peronistas (ver cronología).

Al final de esa rotación, fue Duhalde -que gobernó desde enero de 2002 a mayo de 2003 en acuerdo con el ex presidente Raúl Alfonsín- quien entregó la presidencia a un mandatario surgido de las elecciones, que era además su candidato. Néstor Kirchner fue electo en abril de 2003, luego de que Menem decidiera retirarse del balotaje que los enfrentaría a ambos y en el que el riojano tenía las de perder.

También fue en octubre de 2001 que se disparó la desconfianza en la moneda y la convertibilidad. Comenzó la corrida de dólares y de pesos. De Cavallo, el ministro de Economía de entonces y que en 1991 había sido artífice de la paridad “un dólar, un peso”, todo el mundo “esperaba que fuera el mago que solucionara todo”, pero sus medidas, coinciden Cavarozzi y Pérez, “precipitaron la crisis”.

Para el primero, a la desconfianza en el gobierno que causó el corralito se sumó la fuerte caída de la economía, que generó muchísimos despidos. Más de la mitad de los argentinos cayó en la pobreza o pobreza extrema y el desempleo alcanzó al 24% de la población. Esto desató motines urbanos, sobre todo en Buenos Aires, pero también en Córdoba y en Rosario. Fueron “claramente promovidos por los intendentes peronistas del gran Buenos Aires que promovieron asaltos a las intendencias municipales de los no peronistas, sin intervención de la policía provincial”, en opinión de Cavarozzi. Sin embargo, si bien la Justicia concluyó más tarde que sí se había instrumentalizado el descontento, no estableció quiénes fueron los responsables. Además, la gente atacó a los bancos y expresó su furia en la Plaza de Mayo. Este proceso causó la renuncia de De la Rúa.

A mediados de 2002, la economía comenzó a reactivarse gracias a la devaluación, que abarató la producción, y subieron los precios de las materias primas. El corralito se levantó en marzo de 2003. La pobreza se sitúa en torno a 30%, un nivel algo menor al que había cuando empezó la crisis, en 1998.

Acerca de quiénes se beneficiaron de la crisis, los politólogos consultados discreparon. Para Cavarozzi: “Los bancos hicieron tremendo negocio”, “se benefició el sector de la especulación extranjera y perdió el sector productivo”. En cambio, Pérez dice que aunque hubo presiones corporativas, “los bancos también sufrieron” la crisis. En lo que sí coinciden los dos analistas es en señalar que Duhalde fue “el artífice de la salida de la crisis” y también en que ésta permitió la llegada al poder de Kirchner, con el consiguiente nacimiento del kirchnerismo que continúa hoy con su viuda, la presidenta Cristina Fernández.

Para Cavarozzi: “La clase política sigue desprestigiada en general, el Congreso tiene muy mala imagen”. Pero: “Kirchner tuvo la capacidad de restaurar la autoridad presidencial, liquidando a Duhalde, y se vio beneficiado por la nueva inserción de Argentina en el mundo”. Por su parte, Pérez estima que no se puede decir que la crisis de 2001 haya marcado un antes y un después en la política. Para él, la confianza de la ciudadanía en la presidenta, electa con 54% de votos en octubre, “es muy frágil”, porque en 1997 o 1998 “Menem tenía tanto apoyo como el que hoy tiene Cristina”.

El flamante ministro de Economía argentino, Hernán Lorenzino, dijo en un seminario del Banco Mundial en Buenos Aires, la semana pasada, días antes de asumir, que Argentina hizo una reestructuración “sin precedentes” luego del cese de pagos de 2001, el mayor de la historia financiera, y que “no propone predicar con el ejemplo” sino instar al debate de esta cuestión “en todos los foros” internacionales.

La mayor parte de la deuda de Argentina, morosa desde la crisis, fue reestructurada en 2005 por Kirchner con fuertes rebajas de capital, menores intereses y mayores plazos de pago. En enero de 2006, el país canceló toda su deuda con el Fondo Monetario Internacional -cerca de 9.500 millones de dólares-, mientras que en junio de 2010 concluyó un segundo canje de bonos en mora, con lo que reestructuró poco más de 90% de los débitos declarados en cese de pagos en 2001.

Aún siguen pendientes varios juicios vinculados a la crisis, y no se sabe cuántos son los que incumben a los bancos.