Terminó en España el gobierno socialdemócrata de José Luis Rodríguez Zapatero y del Partido Socialista Obrero Español, y el Congreso eligió como nuevo presidente del Ejecutivo al líder del conservador Partido Popular (PP), Mariano Rajoy.

La sorpresa en la votación fue la abstención de la izquierda independentista vasca. El diputado de la coalición Amaiur, Rafael Larreina, argumentó en su cuenta de Twitter: “Nos hemos abstenido porque no participamos en la elección de un presidente del gobierno español”.

Esto significó un cambio respecto a la anterior oportunidad en que la izquierda abertzale participó en una votación de investidura, en 1996, cuando fue nombrado presidente el también conservador José María Aznar. En esa ocasión los diputados de Herri Batasuna se ausentaron -por lo tanto, se abstuvieron de votar a un presidente español- mientras Eusko Alkartasuna votó en contra.

A la abstención de Amaiur se sumaron las del Partido Nacionalista Vasco y Coalición Canaria (una formación también nacionalista).

Los votos a favor que recibió el nuevo presidente del gobierno fueron los del PP, que cuenta con la mayoría absoluta en el Congreso, los del Foro de Asturias -fundado como una escisión del PP-, y los de la Unión del Pueblo Navarro.

Los demás partidos votaron en contra, incluidos el Partido Socialista Obrero Español; Izquierda Unida; y Unidad, Progreso y Democracia.

En el discurso que Rajoy dio ante el Congreso en una sesión anterior a la investidura, el lunes, brilló por su ausencia el conflicto del País Vasco y el anuncio de cese de la violencia del grupo armado vasco ETA, lo que generó varias críticas, especialmente desde El País Vasco.

Ayer Rajoy revirtió esa situación, ante los reclamos de los portavoces del Partido Nacionalista Vasco, Josu Erkoreka, y de Amaiur, Iñaki Antigüedad. “Aquí estamos algunos dando pasos insuficientes hacia la suficiencia cuando otros no dan ningún paso, sino que obstruyen”, criticó Antigüedad, refiriéndose al anuncio del cese definitivo de la violencia de ETA y a la negativa del PP para que Amaiur tenga un grupo parlamentario propio, lo que le daría a la izquierda independentista una mayor representatividad en el Congreso. Rajoy fue contundente en su respuesta: “Yo a usted no le debo absolutamente nada. Ni yo, ni la sociedad española (...) En todo caso, somos los acreedores”.

En el mismo sentido se pronunció el portavoz de Unión del Pueblo Navarro, Carlos Salvador, quien dijo que no cree que la democracia española deba algo “a quienes un día abrazaron el terror como método de acción política”.

Desde el PNV se le pidió a Rajoy que apueste por una política penitenciaria “abierta, dinámica y flexible, para avanzar en la consolidación de la paz”. Que los presos de ETA recuperen al menos algunos de sus derechos -como el de cumplir sus penas en cárceles cercanas al lugar en el que habitan sus familias o recibir las rebajas de pena como otros presos- es uno de los pedidos del grupo armado para anunciar su disolución.

Rajoy pidió “prudencia” en los pedidos y las acciones en este sentido, pero al terminar su oratoria dijo: “contaré con ustedes. Sé quién es el PNV”.