Desde fines de noviembre se mantiene una acampada frente a la sede del gobierno egipcio, en El Cairo. Los manifestantes reclaman que se cumpla lo que parecía un hecho el 11 de febrero, cuando Hosni Mubarak abandonó la presidencia: que los militares entreguen el poder a los civiles y que los representantes del gobierno depuesto no ocupen cargos de poder. Pero el viernes de mañana el campamento fue desalojado en forma violenta por las fuerzas de seguridad. Entonces comenzaron tres días de enfrentamientos, cuyo balance era anoche de diez muertos, unos 500 heridos y 181 detenidos.

El primer ministro, Kamal Ganzouri, nombrado por los militares en noviembre, reconoció el viernes que había 18 heridos de bala, al tiempo que aseguró que “ni las Fuerzas Armadas ni la Policía dispararon”. Agregó que quienes están ahora en la simbólica Plaza Tahrir “no son jóvenes de la revolución” sino que impulsan “una contrarrevolución”, y atribuyó la violencia a “elementos infiltrados”.

En tanto, renunciaron 11 de los 30 miembros del consejo consultivo civil que estableció la Junta Militar para dialogar con los partidos políticos. “Hicimos recomendaciones el viernes, pero nos sorprendió que no se aplicaran y que haya habido más víctimas el sábado”, dijo el vicepresidente de ese consejo, Abul Ela Madi, dirigente del partido islamista moderado Wassat, según informó la agencia de noticias AFP.

Los manifestantes también denuncian acciones de “elementos infiltrados”. Uno de los participantes en las protestas, Saad Zaglul, dijo a la agencia de noticias EFE que los desalojados son “revolucionarios pacíficos” pero que entre ellos hay patotas de infiltrados que intentan sabotear la protesta. “Los restos del Partido Nacional Democrático [de Mubarak] contrataron patotas para demostrar que los revolucionarios son saboteadores”, aseguró. Otro manifestante, Bilal Ismail, afirmó que el gobierno mandó “quemar la sede de la Academia Científica de Egipto para echar la culpa a los manifestantes de haber cometido ese crimen”. Esta academia se incendió el sábado y sólo quedaron paredes humeantes del edificio, que resguardaba cientos de miles de libros antiguos.

Los manifestantes publicaron en internet videos con imágenes de la represión. En uno de los más impactantes se ve cómo una mujer es arrastrada por el piso, desnudada a medias y pateada por varios policías que la rodean. Esa imagen fue publicada en la portada del diario egipcio Al Tahrir. Estas informaciones alimentaban la furia popular que seguía creciendo anoche.

Los egipcios volvieran a votar el jueves y el viernes en las elecciones legislativas que empezaron el 28 de noviembre y deben finalizar en enero. A pesar de la violencia, los comicios se desarrollaron con cierta calma y la Junta Electoral anunció ayer que la participación en esta etapa, que abarca nueve provincias, fue de 67 %. El jefe de la Comisión Suprema Electoral, Abdelmoaiz Ibrahim, declaró en referencia a los enfrentamientos en las calles: “El tren de la democracia ya se puso en marcha y no va a detenerse hasta la estación de llegada; quien intente pararlo a mitad de camino, morirá”.