“El sufrimiento y el baño de sangre es indignante e inaceptable”, expresó ayer el presidente estadounidense Barack Obama al definir la situación en Libia. Luego, en clara referencia a las tres intervenciones públicas que hizo Gadafi -la última ayer- dijo que “las amenazas y órdenes de disparar a las manifestaciones pacíficas” eran igual de indignantes e inaceptables. De manera general, el mandatario afirmó desde Washington que esas “acciones violan normas internacionales y cualquier estándar de decencia” y estimó que el mundo debería hablar con “una sola voz”. La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, viaja el lunes a Ginebra para participar con el resto de los cancilleres en una sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

En Bruselas, los embajadores de la Unión Europea (UE) informaron que el bloque está dispuesto a imponer medidas contra Libia. A pesar de la dificultad que tuvieron para ponerse de acuerdo en cómo responder, entre otras razones porque el país africano es un importantísimo exportador de hidrocarburos, lograron una base de consenso. Las tres posibles medidas que se estarían barajando son bloquear los fondos de Gadafi -ya lo hizo Suiza-, prohibir o limitar su circulación y la de sus colaboradores por los países que integran la comunidad y decretar un embargo a la venta de armas -como hizo España-. Sobre este último punto también ya hubo un avance al suspenderse la entrega de armamentos a Trípoli, al tiempo que se congelaron las negociaciones en curso para un acuerdo UE-Trípoli, informó el canal Euronews.

Pero los europeos están atados de pies y manos mientras no garanticen un salvoconducto para los cerca de 10.000 ciudadanos que están en Libia y esperan ser evacuados. Además, ese país exporta 85% de su producción a Europa, y en Bruselas algunos temen las repercusiones económicas que podrían acarrear ciertas decisiones. De acuerdo al diario francés Le Monde, está a estudio la posibilidad de una acción humanitaria con el objetivo de repatriar a los europeos. Los ministros de Defensa de la Unión sesionan desde ayer en Budapest y es en ese marco que podrían afinarse las características de la respuesta conjunta. Pero un alto funcionario advirtió que un operativo de esa envergadura necesitaría la autorización de Naciones Unidas.

Obama habló ayer con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y también ayer tenía previsto hacer lo propio con el primer ministro británico, David Cameron. Sarkozy, actual presidente del G20, fue el primer líder europeo en condenar y denunciar los crímenes contra la humanidad que están ocurriendo en Libia y reclamó la “adopción rápida” de medidas por parte de la UE. También fue el primer dirigente de la “nación de los derechos humanos” en recibir a Gadafi en 37 años, cuando el libio hizo una visita oficial a París en diciembre de 2007, coincidiendo con el aniversario de la declaración Universal de Derechos Humanos.

Mientras los conductores del mundo coordinaban sus posturas, los manifestantes anti Gadafi avanzaban hacia Trípoli, donde el dirigente hizo un llamado a los miembros de los comités populares “a salir a pelear” contra “aquellos que responden a las órdenes de Bin Laden”, que, según él, “es el enemigo que está manipulando a la gente”.

Respecto a quienes se sublevaron contra su régimen, consideró que se trata de “niños” armados que están bajo el efecto de “drogas”. Gadafi, que lleva más de 41 años en el poder sin otro título formal que el de “líder de la revolución”, se comparó con la reina Isabel II de Inglaterra al decir que tiene tan poco poder como ella. “En las monarquías el rey es simbólico, no interviene. Aquí hay comités populares que tienen el poder”, profundizó el concepto en su mensaje, y recordó que la soberana inglesa cumplió 50 años en el poder sin que nadie la cuestionara, consignó el diario español El País.

Al cierre de esta edición, Zauiyah, a 50 kilómetros en la carretera principal hacia Trípoli, estaba en manos de la insurrección, que seguía propagándose en el oeste y el sur del país. En represalia, brigadas fieles a Gadafi lanzaron un ataque violento con armas pesadas contra esa localidad provocando, según la agencia de noticias EFE, unos cien muertos y decenas de heridos.

La Organización Mundial de Migraciones calculó ayer que ya eran 30.000 los egipcios y los tunecinos que abandonaron Libia.