Palos y palabras
Además de en Libia, en Bahréin, Irak, Marruecos, Irán, Argelia, Yemen y Jordania siguen las protestas contra sus gobiernos. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo a los gobiernos de esos países que “es el momento para el diálogo y las reformas políticas y sociales genuinas”. En Barhein, la oposición seguía ocupando la Rotonda de la Perla, pero los sindicatos levantaron el paro general en respuesta a la apertura de negociaciones, pese a lo cual una marcha masiva está prevista para hoy. En Marruecos, el gobierno anunció que murieron cinco personas en las protestas el domingo y que abriría una investigación. El ministro del Interior, Taieb Cherkaoui, dijo también que de los 128 heridos, 115 eran de los servicios de seguridad y que en las concentraciones -en su mayoría pacíficas-, participaron 37.000 personas en todo el país. El ministro aseguró que se aplicará “la fuerza de la ley” a quienes realicen actos de violencia, pero saludó “el ejercicio democrático” que se vive en el país y “el derecho a la libertad de expresión” que rige. En su primera intervención pública desde el inicio de las protestas, el rey Mohamed VI no habló de ellas, pero declaró estar “comprometido” con la puesta en marcha de “reformas estructurales”. En otros países, como Jordania, el rey Abdalah II reiteró ayer su intención de impulsar cambios incluyendo a la oposición. “Cuando hablo de la reforma, esto significa que quiero una reforma rápida y real”, subrayó. En Yemen la oposición parlamentaria anunció que se sumaba al movimiento que expresa su descontento con el régimen, que hasta ahora estaba compuesto en su mayoría por jóvenes. En tanto, en Egipto fue nombrado el primer ministro de la oposición en la cartera de Turismo, y el país recibió su primer visita oficial de un líder extranjero desde la caída de Hosni Mubarak: el primer ministro británico, James Cameron.
El ministro de Justicia, Mustafa Abdeljalil, renunció para protestar contra la “sangrienta situación” y la violenta represión de las manifestaciones que seguían, en su séptimo día consecutivo. Abdeljalil explicó que no aprobaba “la excesiva utilización de la violencia” al portal libio Quryna, próximo a Seif al Islam, hijo mayor del líder libio.
Ayer las revueltas llegaron a Trípoli, donde la situación parecía ser extremadamente tensa y las comunicaciones telefónicas quedaron cortadas. Según el canal qatarí Al Jazeera, aviones de la fuerza aérea bombardearon los lugares de concentración y causaron por lo menos 250 muertos. La cadena de televisión es uno de los pocos medios de prensa que aún logra informar al exterior desde el lugar, aunque su señal está bloqueada en el país.
Pero el portal Quryna descartó esa información y atribuyó el ataque contra los ciudadanos a mercenarios, aunque sin otras precisiones. Lo cierto es que aparecieron cadáveres tirados en las calles y se oían disparos -incluso de armas pesadas- en distintos barrios, indicó la agencia de noticias EFE. Además, varios medios de prensa reportaron incendios en lugares simbólicos para el régimen, como los “comités revolucionarios”, la Radio Televisión estatal o la sede del gobierno, donde ayer se difundió su voz e imagen durante 30 segundos.
El domingo por la noche la situación estaba tan descontrolada en todo el país que Al Jazeera informó sobre una supuesta salida de Gadafi hacia Venezuela, pero el extremo no se confirmó y ayer la desmintieron las autoridades venezolanas. Por otro lado, el vicepresidente de la Cámara de Diputados rusa, Vladimir Yirinovski, invitó al mandatario libio a refugiarse en Rusia, donde sería tratado como un “invitado estimado”, ya que “el cambio es irreversible” y que lo que más importa es “frenar la violencia”.
Seif al Islam también rebatió las versiones de una posible huida de su padre, asegurando el domingo que “Muamar Gadafi está en Trípoli y dirige la batalla”. Y al cierre de la jornada fue el propio gobernante el que aseguró estar en su territorio: “No estoy en Venezuela como dicen las emisoras de los perros”. Horas antes su hijo había advertido: “Todos estamos con él y vamos a defender la unidad de Libia hasta que un solo hombre quede en pie”, prometió. Ante las noticias de que algunas ciudades del interior del país estaban bajo control de los manifestantes, que el poder tachó de “terroristas”, el hijo de Gadafi lanzó: “Los de Bengasi [segunda ciudad de Libia en cantidad de habitantes, situada a orillas del mar Mediterráneo] no tenéis petróleo. ¿De qué os creéis que vais a vivir? ¿Queréis que pase lo mismo que en Corea del Norte y Corea del Sur?”.
Ayer, la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) denunció que además de Bengasi estaba tomada la ciudad de Sirte. La presidenta de la FIDH, Souhayr Belhassen, dijo desde París a la agencia de noticias EFE que el general Al-Arbi, encargado de controlar la zona fronteriza con Egipto, se había sumado a las movilizaciones. Citando también a la FIDH, el diario francés Le Monde difundió que habían escapado al poder central las ciudades de Tobrouk, Misrata, Khoms, Tarhounah, Zeiten, Zaouia y Zouara.
Belhassen también cuantificó las víctimas fatales en cerca de 400 y sostuvo que se estaba organizando la resistencia en Trípoli, según sus redes de activistas pro derechos humanos en el país e “importantes personalidades políticas y militares”. La organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch hizo un balance ayer en el que estimaba que eran 233 los muertos desde el martes.
“Los medios de comunicación exageran el número de muertos”, había minimizado Seif al Islam, que reconoció 84 fallecidos, aunque advirtió que “si el caos llega, lloraremos a centenares de miles de nuestros hermanos y estaremos obligados a huir de nuestro país”. Por lo tanto, consideró que hay dos opciones: “O actuamos todos unidos para aprovechar esta oportunidad e introducir reformas, o nos hundimos en el caos”.
El hijo de Gadafi, también apuntó hacia “el enemigo exterior” que “con el uso de Facebook se ha unido con la oposición interna para imitar lo que ocurre en los países árabes”.
Por su parte, el secretario general de Naciones Unidas (ONU), Ki-moon, habló por teléfono con Ban Gadafi y lo exhortó a que “pare inmediatamente” la escalada de violencia en “una extensa conversación”, indicó la ONU en un comunicado de prensa. Ban también le reclamó a Gadafi “el respeto de los derechos humanos y las libertades básicas fundamentales, incluyendo los derechos a la asociación pacífica y a la información”. El jerarca de la ONU pidió contención a las dos partes pero solicitó que las autoridades “se comprometan a mantener un diálogo amplio para tratar las legítimas preocupaciones de la población”.
El canal Al Jazeera indicó que ayer el ministro de Emigración y de la Comunidad Extranjera, Ali Errichi, exigió desde Boston que Gadafi abandonara el poder y anunció que él mismo renunciaría. Según la misma fuente, varios embajadores libios en diversos países habían anunciado su dimisión. Ya lo hicieron los representantes en India, Indonesia y Reino Unido.