La ciudad libia Ras Lanuf vivía ayer horas difíciles. Desde el fin de semana, los rebeldes intentaron, partiendo de la improvisada capital de su gobierno alternativo, Bengasi, llegar a Sirte, la ciudad natal del presidente Muamar Gadafi. Ante la imposibilidad de alcanzar Sirte, quedaron desde el lunes en Ras Lanuf, a mitad de camino, aumentando la presencia rebelde en la ciudad.

Ras Lanuf cuenta con una refinería, un puerto para la exportación de petróleo y dos oleoductos. Esta ciudad costera nació en los años 80, como consecuencia del crecimiento de la refinería y la aparición de nuevas opciones laborales. Cuenta con unos 40.000 habitantes, muchos de ellos extranjeros, porque la empresa que gestiona la refinería -Ras Lanuf Oil & Gas Processing Company- no es libia.

Ayer se repitieron en la ciudad ataques con artillería que destruyeron algunas casas de un barrio residencial, pero sin causar víctimas fatales, reportó la agencia de noticias DPA. La mayor parte de los extranjeros que vivían en Ras Lanuf formaron parte de los primeros grupos de evacuados cuando comenzaron los conflictos.

El puerto petrolero fue centro de ataques aéreos ayer, indicaron los rebeldes. Tres bombas cayeron sobre él y en las cercanías de la refinería. “Gadafi amenazó con atacar las instalaciones petroleras y ahora lo está haciendo”, dijo ayer Abdelhafiz Ghoga, portavoz del gobierno rebelde. Los ataques al puerto y la refinería mataron a unas 40 personas. Ghoga declaró que las Fuerzas Armadas de la región de Ras Lanuf se están uniendo a los rebeldes para asegurar las fronteras y presentar “un plan militar ofensivo”, informó la agencia de noticias Reuters.

Luego de los ataques aéreos, tres densas columnas de humo negro se alzaban desde las instalaciones petroleras según imágenes de la cadena qatarí Al Jazeera. Sin embargo, en la televisión estatal se aseguró que había sido un atentado de Al Qaeda.

Ante la intención de algunos milicianos de volver a avanzar hacia Sirte, los altavoces de Ras Lanuf repetían ayer: “No sigan avanzando, quédense aquí, debemos proteger el petróleo”.

La desorganización de las fuerzas con las que cuenta la oposición armada es notoria, según los distintos reportes. “Son como niños con ropa nueva en un día de fiesta”, dijo a EFE Ahmed Fathi, un ex militar que se unió a los rebeldes. “Nadie dirige a nadie, cada grupo hace lo que quiere, avanza o retrocede, dispara o no, tienen armas, son suyas y hacen con ellas lo que quieren”.

Los parlantes ocupan un lugar central. Desde allí se pide a los milicianos que ahorren municiones cuando, en señal de victoria después de sobrevivir a cada bomba, disparan al aire. Las familias que dejan la ciudad no reconocen que huyen de la violencia. Con los coches cargados de elementos personales, dicen que se van de vacaciones o a visitar a familiares. La mayoría de los rebeldes consultados por Reuters opinaron que la intención de Gadafi no es masacrar civiles, sino asustarlos para que no sigan avanzando. También aseguraron que no le van a permitir que los asuste.