La oposición libia constituyó ayer un Consejo Nacional, en Bengasi, como paso previo a un gobierno provisional para las zonas que ya no están bajo el régimen de Muamar Gadafi. El órgano es presidido por el ex ministro de Justicia, Mustafa Abdelyalil -quien renunció a su cargo hace una semana- y el vicepresidente y portavoz, Abdelhafiz Hoga. Cuenta con 30 representantes de todo el país, cinco de los cuales fueron elegidos por los jóvenes que participaron en la rebelión que comenzó el 27 de enero.
Hoga fue quien pidió ayer al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que lance “ataques específicos contra los bastiones de estos mercenarios”, tras argumentar que el ejército de los rebeldes no puede hacerlo “por su papel defensivo”. El portavoz especificó que rechazan la posibilidad de una intervención extranjera mayor, y agregó que la formalización del pedido de ataques específicos será realizada en los próximos días, cuando se nombre a un representante ante los organismos internacionales.
El pedido es una reacción a nuevos intentos del régimen, más contundentes y visibles, para contrarrestar el avance de los rebeldes. Los opositores resistieron en las ciudades cercanas a Trípoli varios bombardeos, ataques militares por tierra, y unos cinco misiles que cayeron en la madrugada de ayer. La resistencia está formadapor voluntarios que, armados con rifles y pistolas, son levantados por camionetas en varios puntos de las zonas dominadas por la oposición. Mientras tanto, continúan los testimonios de que Gadafi está cada vez más solo. Un coronel de la aviación que desertó hace días dijo al diario español El País que son varios los pilotos que son enviados a bombardear y que antes de hacerlo se tiran con paracaídas y se unen a los rebeldes. Pese a que la resistencia logró repeler los ataques de las fuerzas del gobierno, las ciudades cercanas a la capital viven en alerta, con temor a ser el siguiente blanco de misiles, retrató la agencia de noticias Reuters. “Vamos a entrar en una sangrienta guerra y miles y miles de libios van a morir si Estados Unidos o la OTAN entran”, advirtió Gadafi ayer en su tercera intervención televisada desde que comenzaron los levantamientos. “Estamos listos para entregar armas a un millón, dos millones o tres millones [de libios], y va a comenzar otro Vietnam. No nos importa. Ya no nos importa nada”, dijo Gadafi. El gobernante reconoció la muerte de 150 personas. En el día de ayer murieron 14. La Liga Libia para los Derechos Humanos, una organización con sede en París, cifró las muertes en 6.000, mientras la Corte Penal Internacional anunciaba una investigación sobre presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad.
Ante las protestas en otros países árabes como Túnez, Egipto o Yemen, los países europeos y Estados Unidos se habían limitado a manifestar verbalmente su apoyo a las revueltas, pero en el caso libio la mayoría de los gobiernos de Europa, así como la canciller estadounidense, Hillary Clinton, han reconocido públicamente que contemplan la posibilidad de una intervención militar. El presidente alemán, Christian Wulf, agregó algo a estas insinuaciones: “En Alemania y Europa, hemos aprobado sistemas que merecían ser criticados”.
Esta semana Italia propuso declarar una zona de exclusión aérea sobre Libia, lo que impediría que los aviones de Gadafi continúen actuando contra los rebeldes. Tanto Clinton como el presidente de la Comisión Europea, João Durão Barroso, señalaron la urgencia de que Gadafi se retire antes de que la situación desemboque en una guerra civil. Dos buques de asalto anfibios estadounidenses están desde ayer frente a la costa libia en el Mediterráneo, mientras que Londres estaría preparando un envío de miembros del Ejército al desierto libio, donde se presume que están almacenadas unas diez toneladas de gas mostaza y gas sarín, ambas armas químicas que se teme que sean utilizadas por Gadafi o que caigan en manos de terroristas, informó The Daily Telegraph.
Robert Gates, secretario de Defensa estadounidense, advirtió ayer que para establecer una zona de exclusión aérea es necesario destruir los sistemas de defensa antiaérea, lo que exigiría bombardeos en tierra y pondría en peligro las vidas de los soldados. “Si se ordena lo podemos hacer”, aseguró Gates. En la OTAN no hay consenso, varios países europeos recuerdan que la legalidad internacional requiere una autorización previa del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero ninguno estaba dispuesto ayer a pedirla, mientras también están los países que, como Turquía, rechazan una intervención armada.
Varias fuentes europeas y estadounidenses consultadas por agencias de noticias coinciden en que Washington no quiere iniciar y llevar a cabo una misión militar solo luego de la experiencia de Irak, informó el diario madrileño El País, por eso hubo sugerencias de que la iniciativa debería ser de Francia e Italia, los dos países europeos con más intereses en Libia.