Todavía con dos presidentes disputando el poder, Costa de Marfil no ha vuelto a la calma. Todo lo contrario: se ha incrementado la escalada de violencia que comenzó a mediados de diciembre después de que se anunciaron los resultados de las elecciones celebradas un mes antes. Alassane Ouattara fue el ganador de esos comicios y así fue reconocido internacionalmente, pero el gobernante Laurent Gbagbo, quien se presentó a la reelección, se niega a abandonar el poder.

Mientas Ouattara no duda en convocar a sus seguidores para que defiendan su victoria en las calles, Gbagbo tampoco duda a la hora de enfrentarlos con armas de guerra, indicó la agencia de noticias AFP. Ayer, después de una marcha pacífica de mujeres partidarias de Ouattara, los disturbios causaron la muerte de tres hombres y una mujer por impactos de bala.

La semana pasada murieron 50 personas y los últimos 15 días han sido notoriamente los más sangrientos, indicó la misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el país. Las víctimas fatales desde que comenzaron los enfrentamientos suman más de 360. Se estima que el éxodo interno ya ha movilizado a unas 20.000 personas que se alejaron de las zonas más violentas, y se teme la posibilidad de una guerra civil. Las fuerzas de paz de la ONU dicen estar desbordadas y que les resulta imposible garantizar la seguridad de los civiles. A su vez, sostienen que además de los militares y la Policía, Gbagbo cuenta con el apoyo de milicianos armados y mercenarios de otros países africanos.

La Unión Africana, que ha intentado encontrar una solución pacífica al conflicto, luego de insistir a Gbagbo que ceda el poder, propuso el lunes un gobierno de unidad integrado por él y Ouattara y los invitó a una reunión para resolver el conflicto, que se mantendrá hoy y mañana.

Una fuente cercana a las negociaciones indicó a la agencia de noticias EFE que no reveló su identidad, que el panel de presidentes de la región que buscan una salida “llegó a la conclusión de que Ouattara verdaderamente ganó los comicios” pero “al mismo tiempo trabaja en una fórmula que permita la salida de Gbagbo sin someterlo a una humillación”.

Ouattara ya confirmó su presencia en ese encuentro, que se realizará en Etiopía, pese a que continúa alojado en el hotel Golf, en la capital de su país, que está bloqueado por fuerzas de Gbagbo y donde permanece desde que se conocieron los resultados de los comicios. Por su parte, Gbagbo indicó ayer que no asistirá al encuentro debido a la situación interna del país, indicaron fuentes de la Presidencia. Sin embargo, enviará como representante al presidente de su partido, el Frente Popular de Costa de Marfil, Pascal Affi N’Guessan.

Complicando aun más la situación, la antigua milicia rebelde Fuerzas Nuevas, que respalda a Ouattara, anunció el lunes que había ocupado la ciudad occidental Toulepleu “tras intensos combates con las fuerzas leales a Laurent Gbagbo”.