“Sentí dolor cuando vi que algunos de ustedes me buscaban en la tribuna. Pensaba que todos comprenderían que no puedo hacer lo que tantas veces hice”, escribió ayer Fidel Castro, de 84 años, el gran ausente en los actos del sábado. Explicó que no podía permanecer varias horas bajo el sol de La Habana viendo el desfile militar que se desplegó en la Plaza de la Revolución. Ese día se cumplieron 50 años de la invasión de Bahía de Cochinos, lanzada por exiliados cubanos entrenados y respaldados por la CIA, en 1961, que fue derrotada por las fuerzas de Cuba.
Acerca del VI Congreso del Partido Comunista Cubano, que comenzó ese mismo día, Fidel Castro escribió que pudo “apreciar en las palabras de Raúl y en el rostro de los delegados al máximo evento” del partido “el mismo sentimiento de orgullo” que él tenía. Su hermano, el presidente Raúl Castro, fue el encargado de presidir el congreso que congregó a unas 1.000 personas para discutir en cinco comisiones cerca de 300 iniciativas de reformas económicas. Esas propuestas se debaten desde 2010 en asambleas barriales y en lugares de trabajo.
“Este Congreso [...] en la práctica comenzó el 9 de noviembre del pasado año, cuando fue presentado el Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución”, declaró el presidente al leer su informe oficial ante el congreso, reproducido por el medio oficial Cubadebate.
Precisó que desde el 1º de diciembre al 28 de febrero participaron en la discusión acerca de esas iniciativas 8.913.838 personas en más de 163.000 reuniones. Informó que de los 291 lineamientos, los que más interesaron a los cubanos fueron los referidos a la eliminación de la libreta de abastecimiento, a cambios en el transporte, la educación, la política monetaria y los servicios de salud.
Sin libreta
La iniciativa de eliminar la libreta de abastecimiento, vigente desde los años 60, fue la que más intervenciones motivó en el debate previo al congreso, dijo Castro. “Es lógico que así fuese; dos generaciones de cubanos han pasado su vida bajo este sistema de racionamiento que, a pesar de su nocivo carácter igualitarista, brindó durante décadas a todos los ciudadanos el acceso a alimentos básicos a precios irrisorios, altamente subsidiados”, opinó. Consideró que esa libreta se convirtió “en una carga insoportable para la economía y en un desestímulo al trabajo”.
Dijo que algunos propusieron “suprimirla de inmediato”, otros mantenerla y “no pocos” privar de ella a quienes no estudian ni trabajan o a los que tienen mayores ingresos. Aclaró que se estudia cómo retirarla sin dejar a aquellos que más la necesitan sin el amparo de otras políticas sociales. Castro añadió que otra iniciativa, la de incrementar el sector no estatal de la economía, no significa una “privatización de la propiedad social”, sino que busca reforzar el modelo socialista y permitirle al Estado concentrarse en mejorar la eficiencia de los medios de producción “que pertenecen a todos”.
Informó además que “se encuentran en fase avanzada” varias normas destinadas a habilitar y regular la compra y venta de viviendas y autos, y a otorgar créditos a los trabajadores por cuenta propia y los cubanos en general.
Los que vendrán
Castro advirtió a los participantes del Congreso que el modelo socialista puede fracasar a causa de una “incapacidad para superar los errores” cometidos. Por eso los llamó a “cambiar de mentalidad, dejar de lado el formalismo y la fanfarria de las ideas y las acciones”, a terminar con “esta mentalidad de la inercia” y a “desterrar el inmovilismo fundamentado en dogmas y consignas vacías”.
Señaló que los empresarios, “salvo excepciones, se acomodaron a la tranquilidad” y “desarrollaron alergia por el riesgo que entraña la acción de adoptar decisiones”. Pero también se refirió a la inercia a la interna del partido: “Lo que aprobemos en este Congreso no puede sufrir la misma suerte que los acuerdos de los anteriores, casi todos olvidados sin haberse cumplido”.
Castro, de 79 años, se ha manifestado inquieto por preparar el recambio generacional en Cuba, y ha calificado al congreso, que hoy continúa, como el último en el que van a participar los dirigentes históricos de la revolución cubana. Al respecto, el sábado cuestionó el modelo de organización del partido, en el que “los cuadros se acostumbraron a que todo se decidiera ‘arriba’”.
Consideró que aunque se hicieron intentos “para promover jóvenes a cargos principales, la vida demostró que no siempre las selecciones fueron acertadas”. Esto tiene repercusiones hoy en Cuba, señaló: “Afrontamos las consecuencias de no contar con una reserva de sustitutos debidamente preparados, con suficiente experiencia y madurez para asumir las nuevas y complejas tareas de dirección en el partido, el Estado y el gobierno, cuestión que debemos solucionar paulatinamente, a lo largo del quinquenio, sin precipitaciones ni improvisaciones, pero empezar tan pronto como concluya el Congreso”.
En este sentido, Castro propuso limitar “a un máximo de dos períodos consecutivos de cinco años el desempeño de los cargos políticos y estatales fundamentales”, entre los cuales se cuenta el suyo. El presidente y hermano del otro único gobernante que conoció Cuba en los últimos 50 años aclaró que hoy es posible poner ese límite a los mandatos pero que no lo era en “las primeras décadas de la revolución, aún no consolidada y por demás sometida a constantes amenazas y agresiones”.