Manuel Zelaya se reencontró ayer con sus seguidores en el aeropuerto de Toncontín, en Tegucigalpa, el mismo lugar al que el Ejército le impidió llegar luego del golpe de Estado que lo derrocó y lo expulsó del país.
Los militares golpistas lo llevaron a la fuerza de la residencia presidencial a Costa Rica. Luego Zelaya logró regresar en forma clandestina a su país, donde vivió varios meses recluido en la embajada de Brasil en Tegucigalpa y después del triunfo electoral de Lobo, se exilió en República Dominicana. Allí vivió un año y cuatro meses.
El avión que el sábado partió desde Nicaragua con Zelaya a bordo llegó a la capital hondureña y miles de personas aclamaron al ex presidente y líder del opositor Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP). Ese frente, que tiene a Zelaya como coordinador general, reclama la celebración de una Asamblea Constituyente que realice cambios trascendentes en la carta magna hondureña.
Justamente por organizar una consulta popular con miras a convocar a una constituyente, Zelaya fue derrocado por el Ejército, después de que la Corte Suprema le prohibiera continuar con esa iniciativa. Entre los temas que quería someter a referendo estaba la posibilidad de la reelección, por la cual él no optaría, según aclaró en ese entonces.
“Vamos a la constituyente para recuperar el poder”, dijo el sábado el ex mandatario en su discurso. “Vengo a sumarme a lo que el pueblo aspira, procesos revolucionarios que hagan que el país salga adelante”, agregó antes de reconocer que sin el gesto del actual presidente, Porfirio Lobo, su regreso “no se hubiera logrado”. Agradeció a los presentes y a todos aquellos que reclamaron que volviera. “No hemos renunciado a ningún concepto de los que hemos manejado”, dijo.
“Vamos a un proceso de reconciliación, pero en el campo político seguiremos con el proceso de la cuarta urna [la del referendo por la constituyente] para lograr la reelección”, había dicho antes a un medio hondureño.
Zelaya regresó del exilio junto con Patricia Rodas, su ex canciller, y Enrique Flores Lanza, ex ministro de Presidencia, además del sacerdote Andrés Tamayo, quien fue exiliado por oponerse a la represión del régimen de Roberto Micheletti, la dictadura que siguió al golpe. En representación de países de la región, estuvieron con él el ex presidente panameño Martín Torrijos, la depuesta senadora colombiana Piedad Córdoba y el asesor de la presidencia de Brasil Marco Aurélio Garcia. El regreso de Zelaya se gestionó mediante el Acuerdo de Cartagena, firmado por él y por el presidente Lobo con el auspicio del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y el venezolano, Hugo Chávez. El acuerdo es además el camino para el retorno de Honduras a la Organización de Estados Americanos (OEA), en la que ese país fue suspendido a causa del golpe de Estado. Para el miércoles fue convocada una reunión extraordinaria del organismo regional para tratar, y probablemente aprobar, el fin de la suspensión.
Uno de los puntos del acuerdo establece que el Frente de Resistencia participará en “los procesos electorales”, y la formación ya comenzó a juntar firmas para conformarse como partido político, encabezado por Zelaya.
El FNRP rechaza el regreso de Honduras a la OEA porque considera que el gobierno de Lobo no hizo lo necesario para aclarar las violaciones de derechos humanos que se suceden desde el golpe de Estado y terminar con ellas. Para el FNRP, que Honduras sea aceptada en esa organización internacional equivale a un reconocimiento del gobierno de Lobo, algo que hasta ahora era rechazado, entre otros, por Venezuela y los países del Mercosur porque el gobernante hondureño fue electo en dictadura.
La llegada de Zelaya y sus declaraciones fueron cuestionadas por los medios conservadores hondureños, que respaldaron el golpe de Estado. Mientras tanto, desde diversos sectores políticos, incluido el oficialismo, se dijo que Lobo actuó como “aliado” del ex mandatario y que “seguirá sus pasos” hacia el “chavismo”.