El primer revés que sufrió el gobierno del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, llegó cuando, ya en la noche del domingo, se supo que en el referendo, que continuó ayer, se alcanzaría el quórum necesario para que el pronunciamiento popular resultara vinculante. El domingo por la noche ya había votado 40% de los habilitados, y todavía quedaba la jornada electoral del lunes. Si más de 50% concurría a votar -aunque no era obligatorio hacerlo-, el resultado de la consulta debía ser acatado por el gobierno y no sólo tomado como una recomendación.

Durante la mañana de ayer, mientras continuaba la votación, Berlusconi lamentó de antemano la derrota: “Italia, probablemente, como consecuencia de una decisión que el pueblo italiano está tomando en estas horas, deberá decir adiós a la cuestión de las centrales nucleares”.

Los italianos fueron consultados no sólo sobre el regreso de las centrales nucleares, que el país abandonó, sino también sobre la participación de empresas privadas en la administración de los recursos hídricos. Pero quizás la pregunta que más afecta al primer ministro era la referente a la ley de “legítimo impedimento”. Se les consultó si consideraban correcto que los miembros del gobierno usen sus compromisos oficiales como excusa para no presentarse en audiencias judiciales.

En todos los casos la postura que defendía el gobierno salió derrotada. El oficialismo quería el regreso de las centrales nucleares, una vez que la Unión Europea defina las garantías necesarias para ello, a raíz del accidente nuclear de Fukushima. Pero las proyecciones publicadas en el canal de televisión La 7 reflejaron que entre 92% y 96% de los italianos no lo quieren. El mismo porcentaje de votos rechazó la Ley de Legítimo Impedimento, que ya había sido invalidada parcialmente por el Tribunal Constitucional en enero. Más de 90% de los italianos se opuso también a la privatización de la administración del agua y a un alza de las tarifas de los servicios hídricos, que se votaron por separado.

El escrutinio oficial era ayer muy parcial pero confirmaba las tendencias anunciadas por los sondeos, informó la agencia de noticias EFE.

A prueba

En las elecciones regionales de mayo Berlusconi se posicionó en el primer plano para dar su respaldo a los candidatos de su partido, Pueblo de la Libertad, y convirtió la votación en un referendo sobre su gobierno. Los oficialistas fueron duramente derrotados, incluso en bastiones de Il Cavaliere, como Milán. Quizás por eso el primer ministro prefirió, en esta oportunidad, no ser la cara visible de las posiciones que su gobierno defendía sino simplemente llamar a la abstención para que no se alcanzara el quórum necesario para que el resultado obligara al gobierno a acatarlo.

Berlusconi llamó a los partidarios del gobierno a no votar y la oposición de centroderecha pidió concurrir a las urnas. El resultado del referendo aumenta la presión sobre el gobierno, que intentaba recuperarse de la derrota electoral de mayo.

El ministro del Interior, Roberto Maroni, quien pertenece a la ultraderechista Liga Norte, aliada de Berlusconi, dijo al diario italiano Corriere della Sera, que el gobierno “necesita relanzar un programa de reformas ambiciosas muy pronto”. Advirtió: “Berlusconi es capaz de conseguir un grado de consenso mucho mayor que el que ha tenido hasta ahora, pero ésta es su última prueba”.

Hacía más de 15 años que un referendo no alcanzaba el quórum necesario para que la votación fuera vinculante. El diario italiano La Stampa comentó el resultado en un editorial y señaló: “Muchos lo verán como una victoria de la oposición, un nuevo empujón al gobierno, pero la auténtica victoria es diferente y grande, un deseo renovado de participación por parte de los ciudadanos”.