Con gritos de “¡Sí se pudo!” y de “¡Ollanta presidente!”, la sede de campaña del candidato nacionalista peruano comenzó a festejar temprano, durante la tarde, la victoria que anunciaban distintas encuestadoras a partir de sondeos a boca de urna. Las firmas Ipsos-Apoyo, CPI y Datum coincidieron en que el candidato de Gana Perú triunfó en el balotaje de ayer con más de 52% de los votos frente a 47% de su rival, la derechista Keiko Fujimori, de Fuerza 2011. Las proyecciones de los votos escrutados que hicieron las mismas firmas reducían anoche la distancia entre los candidatos pero mantenían la victoria de Humala, por lo menos por dos puntos porcentuales.

Esos pocos puntos hacían la diferencia en una elección a la que los dos candidatos llegaban empatados. Tanto así que días antes de la votación se estimaba que el desempate podría quedar a cargo de los peruanos residentes en el exterior. Esos votos podrían demorar por algunos días los resultados oficiales finales.

Durante la campaña, los dos candidatos intentaron hasta último momento restar votos a su rival. En el caso de Humala, éste les recordó a los votantes los crímenes que cometió el fujimorismo en la década que gobernó, la de 1990, y por los cuales fue a la cárcel Alberto Fujimori, condenado por violaciones a los derechos humanos y corrupción. Fue el arresto del ex presidente lo que llevó a su hija a regresar a la política y sustituirlo al frente del fujimorismo.

Por eso algunos festejaban ayer, además del triunfo de Humala, la derrota de Fuerza 2011. Uno de ellos fue el escritor Mario Vargas Llosa, quien compitió por la presidencia de Perú en 1990 y perdió ante Fujimori. En la campaña hacia el balotaje de ayer, Vargas Llosa intervino con declaraciones públicas y respaldó a Humala, por quien tiene escasa simpatía, para evitar un posible regreso del fujimorismo. Ayer declaró desde España: “Nos hemos librado de que una dictadura que fue terriblemente corrompida y sangrienta volviera a tomar el poder”.

Un triunfo de Humala, un ex militar nacionalista de 48 años, significa también un cambio de signo político en su país. El Perú de Alan García aparece alineado con los gobiernos de derecha y promotores de una economía liberal como el de Colombia y Chile, países que han mirado a Estados Unidos tanto o más que a América del Sur.

Con Humala prometen llegar nuevos parentescos y afinidades internacionales y éstas fueron utilizadas en su contra por sus rivales durante la campaña. Ante el crecimiento electoral del candidato de Gana Perú, uno de los principales fantasmas que se agitaron en su país fue el de que los mercados se espantarían por su sintonía con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien ha nacionalizado empresas y atribuido un papel central al Estado en la economía.

Así Humala recibía en esta campaña los mismos golpes que en las elecciones de 2006, cuando hizo su primer intento de llegar a la presidencia y contó con el apoyo declarado de Chávez. También entonces compitió en un balotaje, en el que recibió el apoyo de más de 47% de los peruanos, pero la victoria fue para Alan García.

Esta vez los golpes lo encontraron más preparado. Desde 2006, Humala cambió su discurso, trató de atraer a votantes de centro, tomó distancia de Chávez y declaró una y otra vez que no es de izquierda ni de derecha, sino nacionalista. Cambió sus camisetas rojas por camisas blancas y recibió consejos de asesores del Partido de los Trabajadores de Brasil. En lugar del puño en alto mostró imágenes familiares, junto a su esposa Nadine y sus tres hijos. La estrategia parece haberle resultado.

Ahora Humala tiene nuevas tareas pendientes, entre ellas la de ratificar una posible alianza con el ex presidente Alejandro Toledo, que lo respaldó en el balotaje y que podría darle la mayoría parlamentaria necesaria para gobernar con comodidad.

En la primera vuelta electoral de abril, cuando se eligieron parlamentarios, Gana Perú obtuvo 47 escaños, más que cualquier otro partido, pero no alcanzó los 66 congresistas necesarios para contar con la mayoría parlamentaria. Un acuerdo que le permitiera sumar en el Parlamento los 21 votos de Perú Posible, y llegar a 68 escaños, le daría a Humala un poder parlamentario que va a necesitar, si los números oficiales confirman que en esta peleada segunda vuelta logró llegar a la presidencia.