Nelson Jobim se convirtió en el tercer integrante del gabinete de Dilma Rousseff en renunciar. Antes que él lo hicieron el ministro de Presidencia, Antonio Palocci, en junio, y el titular de Transporte, Alfredo Nascimento, en julio. Pero a diferencia de sus compañeros de gabinete, Jobim no fue forzado a dejar el cargo por acusaciones de corrupción, sino por sus propias declaraciones públicas, que lo colocaron en la vereda contraria al gobierno. A tal punto que en la interna del Partido de los Trabajadores se llegó considerar que el ministro quizás las hizo para dejar en claro que ya no quería seguir en el cargo.

Ayer se informó que Jobim dijo a la revista Piauí que Ideli Salvatti, la ministra de Relaciones Institucionales, encargada de negociar con los parlamentarios para que se aprueben los proyectos del gobierno de Dilma Rousseff, es una “debilucha”, y dijo que la ministra de Presidencia, Gleisi Hoffmann, “ni siquiera conoce Brasilia”. La información fue publicada por el diario O Estado de São Paulo, cuyo portal en internet alberga el de Piauí.

Ya la semana pasada el ministro había dicho en otra entrevista que en la segunda vuelta presidencial no votó a Rousseff sino a su amigo personal, José Serra. Antes, declaró en un acto público que tenía que tolerar “idiotas”, comentario con el que pareció aludir al gobierno.

Jobim es integrante del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, aliado del Partido de los Trabajadores, y asumió como ministro de Defensa durante el gobierno de Lula da Silva. Fue Lula quien recomendó a Rousseff que lo mantuviera en el cargo.

Cuando el ministro dijo que no votó a Rousseff, Lula lo defendió argumentando que no lo había incluido en su gabinete por su voto sino por su capacidad, pero ayer reconoció que las declaraciones de Jobim eran “incomprensibles”. El ex mandatario se preguntó: “¿Por qué hablar de otros ministros? Es tanto más fácil hablar bien de las personas”. Lula consideró que “incluso Pelé, si no juega bien, va a ser sacado de la cancha por el técnico”.

Jobim aseguró que sus declaraciones fueron sacadas de contexto, y que se había referido a un tema específico y no a características generales de las ministras, pero este argumento no calmó las aguas, que ya estaban agitadas, y ayer mismo el líder de la bancada oficialista en Diputados, Cândido Vaccarezza, dijo que el ministro “hizo” un excelente y respetable trabajo, y que la elección del sustituto es exclusivamente de la presidenta.

Las dos ministras aludidas por Jobim recibieron ayer llamados del ministro, que se encontraba en viaje oficial en Colombia. Habló con Salvatti, quien después dijo que su colega debería “contenerse un poquito”. En cambio, Hoffmann ni siquiera lo atendió, y mandó decir por medio de sus asesores que las declaraciones de su homólogo eran “irrelevantes”. Fuentes de Planalto dijeron al diario Folha de São Paulo, que la presidenta quedó “muy irritada” no sólo con las declaraciones, sino también con que ni el ministro ni su asesor se las comunicaran.

Luego fue Jobim el que recibió la llamada. De acuerdo a ese periódico, la presidenta le transmitió que, o renunciaba o sería apartado del cargo. El ministro aceleró su regreso desde Colombia y mantuvo una reunión con Rousseff en el Palacio de Planalto, que de acuerdo a O Estado duró apenas cinco minutos, y en la cual presentó su renuncia.

Los diarios brasileños informaron anoche en sus ediciones digitales que el ex canciller Celso Amorim aceptó la propuesta de la presidenta de asumir como titular de Defensa.