El domingo, 28,6 millones de argentinos deberán votar en elecciones primarias abiertas a todos los partidos, simultáneas en todo el país y obligatorias para todos los partidos, candidatos y electores, a las que la prensa argentina llama también por la sigla PASO. Pero, según una encuesta publicada por el diario argentino Página 12, 64,5% de la población está “poco” o “nada” informada sobre cómo funciona esta nueva instancia electoral.
Las PASO nacieron en 2009. En ellas se eligen los candidatos a las elecciones nacionales del 23 octubre. Los partidos de oposición opinan que el plazo de dos meses que hay entre las primarias y las elecciones no es suficiente, y por eso aceleraron la definición de alianzas y candidatos sin esperar a las primarias. Así las elecciones del domingo perdieron su carácter de internas y se conviertan en un ensayo general para octubre.
La presidenta Cristina Fernández lidera la intención de voto de los argentinos desde mucho antes de que anunciara que se presentaría a la reelección. Hoy duplica la intención de voto que se le adjudica al segundo en las encuestas, el candidato de la Unión Cívica Radical, Ricardo Alfonsín.
En las PASO los votantes elegirán entre diez fórmulas presidenciales 265 listas para 130 cargos de senadores nacionales, y en ocho provincias habrá que optar entre 61 listas a senadores nacionales. Además, cuatro provincias celebran sus elecciones en octubre, entre ellas la de Buenos Aires, y también definen candidatos a gobernador y a intendente el domingo.
En Buenos Aires, que representa el 38% del padrón, el 23 de octubre se elige gobernador, legisladores provinciales y autoridades municipales. Sólo para esa instancia hay 30.000 candidatos a esos cargos, de los cuales 1.723 inscriptos buscan ser alcaldes. Las PASO pretenden servir de filtro y reducir la cantidad de candidatos, dejando afuera a quienes no alcancen el 1,5% de los votos válidos emitidos para el cargo al que se postulan.
En ese marco, la campaña apunta más a octubre y el domingo oficia más bien de paso obligado que permitirá tener una fotografía de intención de voto de cara a los últimos meses de campaña.
Esto es verdad para la mayoría, salvo para los pequeños partidos. El candidato por el Frente de Izquierda, Jorge Altamira, el líder del Partido Obrero, ha reclamado a los votantes que no “silencien” a esa fuerza, ya que corre el riesgo de no alcanzar el 1,5% de los votos.
Por el contrario, el oficialismo dio la impresión, en este primer tramo de campaña, de dar un paseo en el camino hacia una victoria segura. Sus líderes se limitaron a resaltar logros de gobierno y a anunciar la “profundización del modelo”.
Un buen ejemplo es el cierre de campaña que hizo la presidenta el miércoles de noche. Vestida de negro, como siempre desde la muerte de su esposo, Néstor Kirchner, Fernández destacó que gracias a “él” hoy los argentinos ya “no desconfían de sus gobernantes”. También dijo que la Argentina de hoy es la que el ex presidente “soñaba”. Aseguró que le gustaría “ser la presidenta de la unidad de todos los argentinos”, pidió que se le reconozcan sus logros y también que haya más diálogo para corregir eventuales errores. Ayer se supo que la presidenta suspendió su agenda para viajar a Río Gallegos, porque la compañera de su hijo, Máximo, perdió un embarazo de tres meses. Ante la perspectiva de ser abuela, Fernández había anunciado el embarazo en Twitter diciendo: “La vida te quita, la vida te da”.
Alfonsín, buscando las fallas de la actual administración, pone el dedo en la seguridad pública con frases del estilo “hoy festejamos que nos asalten y no nos maten”, y pidiendo que la gente no se acostumbre a la violencia. El candidato socialista Hermes Binner, que lidera la alianza Frente Amplio Progresista, propone recuperar el “sueño de un país mejor”, mientras que el ex presidente justicialista Eduardo Duhalde intenta destacar su gestión 2002-2003 y revertir la fuerte desaprobación que reúne, que alcanza el 47% y es la más alta entre los políticos argentinos.