“Una cosa es una marcha y otra cosa es intentar paralizar el país”, dijo ayer el presidente de Chile, Sebastián Piñera, molesto con el paro general de 48 horas, que se extenderá hasta hoy, y que fue acompañado por marchas de miles de personas en todo el país.

Las medidas fueron dispuestas por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) para apoyar a los estudiantes en conflicto por una educación pública gratuita y de calidad, y una reforma constitucional que habilite un plebiscito acerca de la enseñanza. A estas reivindicaciones, la central sindical y otras organizaciones sociales que convocaron el paro sumaron el reclamo de cambios en la política económica y tributaria, un mayor control del Estado sobre los recursos naturales del país y políticas públicas para asegurar el acceso a la vivienda y a la salud.

Frente a un conflicto que cada vez es más amplio, Piñera pidió a los partidos que integran la opositora Concertación “no agravar los problemas”, y dijo que su gobierno está dispuesto a dialogar con los dirigentes de la CUT y del movimiento estudiantil. Por su parte, el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, dijo que en las marchas hubo “incidentes”, que 35 personas fueron detenidas y que hubo 11 heridos, nueve de ellos, carabineros.