La seguridad fue uno de los temas centrales en los entretelones de la visita del primer ministro británico, David Cameron, y del presidente francés, Nicolas Sarkozy, los primeros mandatarios extranjeros que visitaron Libia desde que Muamar Gadafi en los hechos ya no gobierna.
Seis helicópteros transportaron a las dos delegaciones y antes de que llegaran, durante la noche del miércoles, viajaron dos aviones cargados de agentes de seguridad, francotiradores y perros policía para asegurar su protección.
Otra batalla
Las fuerzas militares rebeldes comenzaron ayer la ofensiva contra Sirte, la ciudad natal de Muamar Gadafi, y de acuerdo a informaciones difundidas por el CNT, tomaron el control de una zona residencial de esa ciudad emblemática, una de las últimas en mantenerse fiel a quien gobernó Libia durante 42 años. Las autoridades rebeldes intentaron en varias oportunidades convencer a los gadafistas de que accedieran a una rendición negociada. Pero los contactos fracasaron.
Algunos seguidores de Gadafi resisten, todavía hay combates y ciudades que escapan al control de sus opositores, que se levantaron en armas desde marzo, con el apoyo de una intervención de la OTAN encabezada por Gran Bretaña, Francia y también por Estados Unidos.
La visita, que fue anunciada el miércoles por fuentes policiales francesas, comenzó en la capital, Trípoli, donde hubo una conferencia de prensa. Luego los dos gobernantes europeos visitaron la Plaza de la Libertad, en Bengasi, la segunda ciudad del país, en la que fueron aclamados por la población. No se habilitó toda la plaza sino sólo una parte, rodeada de vallas, por motivos de seguridad. De paso, destacó el diario francés Le Monde, al ser más reducido el espacio, aumentó la impresión de muchedumbre. Varios medios europeos hablaron de la presencia de unas 1.500 personas.
La importancia de la visita fue sobre todo simbólica y mediática, más allá de que sí hubo una reunión entre los mandatarios y las autoridades rebeldes. Las declaraciones de Sarkozy y Cameron mostraron que buscaban defenderse de las acusaciones de neocolonialismo y de haber hecho una guerra por petróleo.
Para que conste
En una conferencia de prensa conjunta con Cameron y Sarkozy, Mustafá Abdel Jalil, el presidente del órgano político de los rebeldes, el Consejo Nacional de Transición (CNT), destacó que la ayuda que recibieron sus fuerzas de los dos países europeos y de la OTAN respondía a motivos estrictamente humanitarios. Pero destacó que para los rebeldes "la victoria nunca habría sido posible sin la ayuda de los aliados y especialmente de Francia y el Reino Unido".
Sin embargo, Cameron aclaró en varias oportunidades: “Ésta es la revolución de ustedes, no es nuestra revolución". En tanto, Sarkozy insistió en que no hay agendas o acuerdos secretos con Libia, en respuesta a versiones de prensa sobre un supuesto pacto entre París y Bengasi para la explotación de 35% del petróleo libio.
El CNT agradeció además a Francia por sus promesas de ayuda para reconstruir escuelas y vigilar la frontera sur, por donde varios seguidores de Gadafi ya salieron hacia Níger y Argelia. El último de ellos fue el hijo de quien gobernó cerca de 42 años, Saadi Gadafi, conocido por su carrera de futbolista, quien llegó a Níger el domingo.
A Reino Unido, el CNT agradeció los cerca de 950 millones de dólares de bienes libios congelados que el país europeo prometió liberar para ellos. De acuerdo a las agencias de noticias EFE y Reuters, Londres prometió también apoyo para la reconstrucción del país, pero además hizo circular un borrador de resolución internacional sobre Libia. Ese nuevo acuerdo implicaría el establecimiento de una misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Trípoli, el final del embargo de armas, la creación de un órgano que supervise el proceso de desbloqueo de los fondos para los rebeldes, y el levantamiento de la zona de exclusión aérea para los aviones civiles.
En Libia, Sarkozy habló de defensa del derecho internacional y de los derechos humanos. "La impunidad se ha terminado", advirtió, dirigiéndose a "todos los dictadores del mundo". Ojalá "que Siria pueda también ser un país libre algún día", sin tener que pasar por lo que pasó Libia, agregó el presidente francés.
Apoyado por Cameron, instó también a que los rebeldes "respeten el derecho internacional", que detengan y juzguen a Gadafi, evitando caer en la "venganza". También insistió en que "todos los que cometieron crímenes" deben ser juzgados.
"Gadafi es un peligro, hay que terminar el trabajo" en Libia, aseguró también Sarkozy en la conferencia de prensa en la que participó además el primer ministro de los rebeldes, Mahmud Jibril, quien continúa sin tener gabinete.
Por su parte, Cameron prometió "ayudarlos a encontrar a Gadafi y a hacer que se presente ante la Justicia". Ambos reafirmaron que la misión de la OTAN y el apoyo de sus dos países continuará "tanto tiempo como sea necesario".
Los primeros
Parece poco casual que la repentina visita se haya dado horas antes de la llegada del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, que va a dar un discurso en Trípoli hoy, en el marco de su gira por los países en los que la llamada “primavera árabe” derivó en cambios de gobierno.
Según la agencia de noticias EFE, el secretario del CNT, Jaled Amer al Turyuman, dijo que le parecía legítimo que Sarkozy fuera el primer mandatario en visitar Libia desde que Gadafi ya no está al frente del país. Según Turyuman, la ayuda prestada por Francia a los rebeldes lo justifica. “Erdogan es musulmán y quiere estar en la Plaza de los Mártires para el rezo, y eso sólo puede ser el viernes”, agregó el secretario rebelde.
Además, esa visita en la que las cámaras de televisión los mostraron aclamados como libertadores no puede hacerles más que bien a las imágenes debilitadas de ambos mandatarios europeos en sus respectivos países.
El presidente francés, que viajó con su canciller, Alain Juppé, se topó en Bengasi con una familia que nombró a su recién nacido Sarkozy, y visitó el flamante Museo de la Guerra, en el que vio esculturas de un Gadafi enjaulado y caricaturas del ex mandatario. Al verlas Sarkozy reflexionó: “Son las primeras señales de la libertad de expresión”.