“Me engatusó Rajoy”, dijo Soraya Sáenz de Santamaría en referencia al jefe de gobierno y líder del Partido Popular (PP). La frase fue publicada en una entrevista acompañada de una fotografía de la abogada de 40 años sentada en el piso, con un vestido negro de fiesta, descalza y con mirada sugerente.
Sáenz de Santamaría generó portadas y polémicas por sus choques dialécticos en el Parlamento con los vicepresidentes del gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, María Teresa Fernández de la Vega y Alfredo Pérez Rubalcaba. Al respecto dijo que el "papel de mala" le sale naturalmente y le gusta, y que los debates en el Parlamento le dan una “subida de adrenalina”.
Pero la dirigente también generó grandes debates fuera de los asientos del Congreso con sus poses ante los flashes de las cámaras de fotos. El propio Rajoy tuvo que retirar las críticas que había hecho cuando las ministras de Zapatero habían posado para la revista Vogue, después que su mano derecha apareciera en tan sugestiva fotografía en el suplemento dominical Magazine, del diario conservador El Mundo, en enero de 2009. Consultado sobre las fotos de su mano derecha, dijo que eran “muy bonitas”.
Dos meses después de esa entrevista y de que su foto apareciera en la portada de El Mundo un viernes para promocionar la entrevista y el domingo en que fue publicada, Santamaría volvió a las tapas en la versión española de la revista Elle con fotos que, si bien eran más discretas, estaban visiblemente alteradas con Photoshop. En esa entrevista se refirió a las críticas que generó su exposición anterior: "Si sé que salgo en la portada de El Mundo habría pedido la dimisión de [Pedro] Solbes", el entonces vicepresidente económico del gobierno socialista.
Consultada sobre cómo es ser mujer en la política, Sáenz de Santamaría declaró: "hay quien piensa que si eres mujer, joven y mides 1,50 eres más vulnerable sólo porque eres más pequeña". Pero aseguró que ella es "fuerte, muy fuerte", y que no la ve llorar ni su marido, Iván Rosa, quien la sedujo con su sentido del humor. Pese a su imagen de persona seria y de “mala de la película”, se evidencia la importancia que la dirigente le da al sentido del humor cuando opina que tiene más erotismo que el poder, y destaca que con su marido tienen “una complicidad especial” porque se ríen de las mismas cosas. "Tengo una suerte que no me la creo. No sólo pasa el aspirador y friega más que yo, sino que es el que lleva la casa", dijo Sáenz de Santamaría sobre su marido. La pareja se casó hace cinco años casi a escondidas, en una ceremonia civil en Brasil con la participación de sólo 32 personas.
En familia
En sus declaraciones a Magazine dijo hace dos años: "a las mujeres en edad fértil se nos mira como sospechosas. Piensan que cuando te embarazas vas a dejar de rendir". Esa premisa seguro no se aplica a ella. La dirigente anunció que estaba embarazada en mayo y la fecha estimada para el parto era el día de las elecciones, el 20 de noviembre. La coincidencia ameritó que Zapatero le dijera en tono de broma que había fijado la fecha electoral a sabiendas. Su embarazo no la acobardó y participó activamente en la campaña, y tenía varias actividades agendadas para el 11 de noviembre, el día que, antes de lo previsto, nació su hijo, al que le pusieron Iván, como el padre.
Unos diez días después del parto, Sáenz de Santamaría volvió a su trabajo para encargarse de la transición. Ese regreso motivó varias críticas desde las redes sociales y los blogs, pero también desde el entorno político. Incluso el representante socialista para la transición, Ramón Jáuregui, le preguntó por el asunto y ella lo cortó con un “ése es un tema con mi marido”.
Una de las críticas que tuvieron más repercusión fue una carta de una madre publicada en el blog "Cosas que (me) pasan", que argumentaba que con su regreso temprano la número dos de Rajoy transmite el mensaje de que las 16 semanas de licencia maternal "son superfluas... se puede volver a currar [trabajar] en cualquier momento". El texto también señala que es obligatorio que la mujer se tome las primeras seis semanas después de dar a luz, por lo cual su regreso fue ilegal. Desde la oposición política y algunas columnas de opinión de los medios se criticó que la dirigente dejara de lado sus derechos y los de su hijo. También surgieron voces de apoyo que señalaron que debía regresar porque había sido electa por 10 millones de españoles. La propia vicepresidenta se defendió y señaló que la decisión fue tomada con quien correspondía: su familia.
Otra de las polémicas protagonizadas por Sáenz de Santamaría fue causada por sus críticas a la presidenta argentina, Cristina Fernández, y a su marido, Néstor Kirchner, en 2010. Los Kirchner visitaron ese año al juez español Baltasar Garzón para brindarle su apoyo después de que se truncara su investigación sobre los crímenes del franquismo. “Estamos no sólo preocupados, sino sorprendidos y dolidos”, dijo entonces Fernández. A lo que la entonces portavoz del PP respondió que no era “tolerable” que fueran a su país a dar “lecciones” de justicia y que eran “los menos indicados” para hacerlo.
Orgullo del barrio
La ahora mujer fuerte del gobierno español habla todos los días con su madre y visita con frecuencia su ciudad natal, Valladolid, donde vecinos y familiares se enorgullecen de ella y la recuerdan como la niña que ayudaba a su tío a repartir los panes que hacía la panadería de sus abuelos maternos, según los testimonios que recogió el diario español ABC.
Nacida en 1971 e hija única de una familia "de pura cepa" castellana, según destacó, Sáenz de Santamaría es recordada por profesores y compañeros de estudio como una joven muy aplicada, que salvó “con nota” las instancias curriculares. Sin embargo, ella reconoció que hasta el examen final de la Licenciatura en Derecho, que salvó con la mejor nota, no tuvo que estudiar “demasiado” y que al conocer el resultado, pasó varias “horas de juerga”. La agencia de noticias española EFE informó que Sáenz de Santamaría también sabe divertirse y no desaprovecha ocasión para bailar o para conversar por encima de unas copas en el bar "Manolo", próximo al Congreso. Con éste y otros aditivos, como su ropa usualmente sencilla, caracterizada por pantalones y blazer, la imagen de Sáenz de Santamaría dista de la típica de las mujeres del PP, más sobrias y elegantes.
Como abogada, la dirigente trabajó en León casi dos años. En 2000, con 27 años, se enteró de que Rajoy, entonces vicepresidente primero del gobierno de José María Aznar, necesitaba un abogado "que hilara fino". Todavía sin interés en la política, lo conoció cuando la entrevistó personalmente en La Moncloa, y un día después la llamaron para contratarla. Desde que se convirtió en la asesora más joven de Rajoy y del gabinete, construyó la carrera política a su lado hasta convertirse en su mano derecha y persona de confianza.
Cuando el PP dejó el gobierno, Sáenz de Santamaría ascendió en el partido, y avanzó lugares en las listas electorales para las tres elecciones a las que se presentó: en 2004 figuraba en el lugar 19, en 2008 en el quinto, y en las últimas, de 2011, en el segundo.
En sus primeros comicios no fue electa, y las crónicas de esa noche cuentan que Rajoy tuvo que consolarla y prometerle tiempos mejores. Lo que le dolía no era el hecho de no ser diputada sino la inesperada derrota del PP. De todos modos, la actual vicepresidenta alcanzó un escaño en junio de 2004 cuando un diputado titular dejó su bancada. En paralelo, se mantuvo como la primera asesora de Rajoy durante su presidencia de los populares y colaboró con el diseño del programa que el PP presentó en 2008.
También en las malas
Electa diputada, Rajoy la impulsó como portavoz del PP en la cámara baja, lo que fue visto como la principal señal de que el dirigente renovaba la vieja guardia “aznarista”, lo que al principio enfrentó a Sáenz de Santamaría a los “veteranos” del partido.
La dirigente justifica su meteórico ascenso diciendo que trabaja a un ritmo “ligerito”. Explicó: “Voy como las hormiguitas, dejando las genialidades para otros”.
Es la principal portavoz del Ejecutivo que asumió en diciembre, y en los últimos días se convirtió en la única. Ya transmitió que Rajoy no daría explicaciones públicas hasta comienzos de febrero sobre los continuos recortes que ella está anunciando, lo que generó malestar. El presidente del gobierno sabe que puede contar con ella: nunca ha dicho una palabra de más ni ha puesto en aprietos al “jefe”, como ella lo llama, porque siempre habla de forma cauta y respetando el guión de su partido, según describió EFE.
Además, Rajoy le sumó una nueva responsabilidad: el Centro Nacional de Inteligencia, que por primera vez desde el regreso de la democracia pasa del Ministerio de Defensa al de Presidencia. A fin de año, Sáenz de Santamaría reconoció que son muchas sus responsabilidades y aseguró: “Daré lo mejor de mí misma para llegar a todo y si a algo no llego, desde luego, pediré ayuda”. La que fue una joven aplicada se convirtió en una mujer conocida por su eficiencia, por ser incansable y no limitarse a los horarios de trabajo.
A sólo 11 años de presentarse ante el líder popular para asesorarlo jurídicamente, Sáenz de Santamaría se consagró como la mujer más poderosa de España, tras acumular los cargos de vicepresidenta, vocera de gobierno y ministra de Presidencia. Subraya que no tiene ganas de ser presidenta “de nada” sino que prefiere mantenerse al lado de los que gobiernan o, mejor dicho, de su líder popular.