Grecia, España e Italia son los tres países europeos que más petróleo iraní importan: 35%, 20% y 13% de lo que consumen, respectivamente, proviene del país asiático. Justamente por eso estos países eran los que más se resistían a que la Unión Europea (UE) adoptara nuevas sanciones contra Irán que, entre otras cosas, impiden la importación al bloque del crudo iraní.

Estos países consiguieron que el embargo fuera gradual: desde ahora está prohibido para las empresas europeas importar petróleo y derivados, y hay tiempo hasta el 1º de julio para finalizar con los contratos vigentes. Las sanciones incluyen también la importación de productos petroquímicos y la exportación de equipamiento y tecnología aplicables al sector de enriquecimiento nuclear.

Los países que en la UE promocionaban las sanciones, Alemania, Francia y Reino Unido, aseguraron a los más dependientes del crudo iraní que encontrarán suministradores alternativos. Grecia es el caso más difícil porque es el que más importa, pero sobre todo porque lo hace en condiciones muy ventajosas. Las alternativas para hacerse con ese petróleo serían algunos países del Golfo Pérsico, con Arabia Saudita a la cabeza, y otros como Rusia, Irak y Noruega.

La última serie de medidas dispuesta para sancionar a Teherán, que también incluye el congelamiento de todos los activos del banco central iraní en la UE, busca “convencer a Irán de que se siente a negociar”, sostuvo la encargada de relaciones internacionales del bloque, Catherine Ashton.

Hasta ahora las sanciones que se han aplicado contra Irán no han hecho mucha mella en su economía y el bloque europeo espera que esta nueva tanda sí genere consecuencias para el gobierno de Mahmud Ahmadinejad. Irán exporta 80% de su petróleo, y una cuarta parte de sus ventas al extranjero están destinadas a la UE, el resto viaja en su mayor parte a países asiáticos como China e India. La UE se dispone ahora a intentar que algunos de esos países disminuyan sus importaciones de petróleo iraní.

Rusia, que podría verse beneficiada al aumentar su exportación de crudo al bloque europeo, criticó la nueva serie de medidas y señaló que si en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se definieron ciertas sanciones, las que se agreguen de forma unilateral perjudicarían la postura común. En un comunicado conjunto los cancilleres de la UE señalaron que “las decisiones apuntan a las fuentes de financiación del programa nuclear”. Irán reaccionó rápidamente a las nuevas sanciones. El miembro de la influyente Asamblea de Expertos de Irán, el ex ministro de Inteligencia Ali Falahian, señaló que ahora Teherán debe responder cesando inmediatamente las ventas de petróleo a la UE. “Habían dicho que se necesitaban seis meses para encontrar una alternativa al petróleo iraní y, si antes de ese plazo boicoteamos el crudo de Irán, el precio del petróleo aumentará mucho y se arruinarán”, dijo Falahian, citado por la agencia de noticias semioficial Fars.

Falahian indicó que otra alternativa que tiene Irán es el cierre del Estrecho de Ormuz, una franja de agua que separa a Irán del territorio de los Emiratos Árabes Unidos, por donde pasa un tercio del petróleo que se consume en el mundo. Esta medida también generaría que se disparen los precios del petróleo y derivados.