-¿Cómo está viviendo la sociedad de Cuba este proceso de actualización del sistema económico?

-Es un proceso interesante y dinámico. La gente está apurada, pero son cambios que a veces requieren la revisión de no sé cuántos instrumentos legales. Y tampoco hay que ir tan deprisa que las cosas vayan mal. Se están haciendo muchas cosas en paralelo y los lineamientos [de la política Económica y Social en Cuba, que guían las reformas] prácticamente interesan a todos los aspectos de la sociedad y requieren una transformación radical en cosas que hasta ahora se venían haciendo de cierta manera. Está todo el tema de la apertura del sector no estatal y la cuestión de las cooperativas, no sólo en el sector agropecuario, donde las hubo durante años, sino en diversos sectores que van desde el transporte hasta los servicios personales y la construcción. Es la actualización del modelo socioeconómico; al final se reacomoda todo, se mueve por aquí y por allá, una cosa lleva a la otra y todo se recontextualiza en un nuevo escenario.

Semilleros

El documento de los Lineamientos del gobierno cubano para el sector agrícola incluye un “reordenamiento” para aumentar la producción de alimentos. Al respecto la diaria conversó con José Daniel Manso, que visitó Uruguay para representar a la cubana Asociación Nacional de Agricultores Pequeños en una serie de encuentros destinados a conocer la experiencia cooperativa uruguaya.

Manso diferenció las tres formas sociales de producción agropecuaria que conviven en Cuba: las Unidades Básicas de Producción Cooperativa, que “explotan la tierra entregada por el Estado y tienen derecho a distribuir utilidades, forman una dirección que es aprobada por la asamblea de cooperativistas”; la cooperativa de producción agropecuaria, en la que campesinos deciden unir sus tierras para hacer una “explotación colectiva”; y los propietarios de tierra, que la “explotan de forma individual con servicios que les presta el Estado”. A esta última modalidad “están ingresando aquellas personas a las que que se les entregan tierras”.

Los cambios dispuestos por los Lineamientos afectaron a las distintas formas de producción como parte de una gran reestructura del sector agropecuario, dirigida a aumentar la producción de alimentos de forma tal que Cuba pueda autosustentarse. Hoy importa casi 80% de los alimentos que consume.

Manso dijo que los cambios se integran en las estrategias generales de Cuba, en este caso en las políticas de seguridad alimentaria y de sostenibilidad. En este sentido, apuntó que esa producción está creciendo, aunque no se trata de “un salto brusco”, gracias a la entrega de tierras ociosas que hizo el gobierno a campesinos que quisieran trabajarlas, en una experiencia piloto.

El representante señaló que también se impulsan cambios en la comercialización de los alimentos, que hoy puede canalizarse por medio del Estado, de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa, de los propios productores o de cuentapropistas. Los cambios buscan que la comercialización sea más ágil, dinámica y directa, pero manteniendo su diversidad y haciendo hincapié en la distribución social de la producción.

También dijo que el Estado “ha tenido un papel muy importante” tanto en la planificación de la producción como en el contralor que hace en el área: “Tenemos que estar seguros de que los recursos que tenemos se inviertan de forma adecuada y racional [...]. No podemos entregar insumos y que después eso se pierda o desaparezca”.

-¿Cuáles son los cambios que se impulsan en el área de la construcción y de la vivienda?

-Hay un programa muy interesante para descentralizar la construcción de vivienda y la producción de los materiales para hacerlo. Tiene como objetivo que el Estado deje de ser el único constructor de viviendas y que no haya sólo una industria del material de construcción, que es sobre el que se sostenía todo el sistema de construcción de vivienda. En el ámbito municipal se empieza a analizar cómo producir ese material de construcción desde los propios yacimientos para construir en la zona. Si bien se construyeron miles de viviendas, éste es un tema que todavía no está resuelto, y una solución es ésta, que es magnífica, porque además construyes tu casa como quieres. Esto también va a causar una especie de boom de construcción de la vivienda con esfuerzo propio, porque es la propia gente la que se construye o repara su casa. Por supuesto que esta política se desarrollará a partir de las regulaciones urbanas, de planificación física y de organización del territorio. En el Período Especial, cuando cae el campo socialista y nos quedamos sin más de 80% del intercambio comercial... fue muy duro, y actividades como la construcción y la planificación, que estaban muy bien organizadas, se deterioraron mucho.

-Además de desligarse de algunos sectores de la actividad, ¿el Estado se está descentralizando?

-Hay un proceso que va a parar al municipio; muchos de estos lineamientos se implementan en el municipio y entonces éste se activa, se dinamiza, se fortalece para poder gestionar. Creo que la gente está muy esperanzada con el cambio. Hay una frase de nuestro presidente [Raúl Castro] que a mí me gusta citar: “Hay que desatar los nudos que atan el desarrollo de las fuerzas productivas”. Creo que ésa es la clave del éxito del proceso, porque lo que nos hace falta es producir, pero también producir de manera eficiente y con mayor efectividad y sobre todo con el concepto del autoabastecimiento. Más producción, para nosotros, en el municipio implica cuestiones que son vitales: la alimentación y la vivienda. Hay programas nacionales que vienen a reforzar todo esto, como el de agricultura urbana y suburbana, que lo tienen todos los municipios, que es el anillo productivo alrededor de la ciudad, de forma que ya directamente se conecta la producción de alimentos con la ciudad en la que viven las personas que los van a consumir. La agricultura urbana ya es una experiencia desde los años 90 y yo creo que nos salvó de la debacle del Período Especial.

-¿Qué impacto tienen estos cambios en la mentalidad de la gente?

-Es bien interesante porque es como que empezamos a pensar que somos nosotros los que tenemos que hacerlo y cada uno tiene su parte de responsabilidad. Yo creo que en aras de la justicia social, de la equidad, de darle las mismas oportunidades a todo el mundo, también el Estado ha sido un poco paternalista y la gente a veces se pone a esperar “que me lo den”. Ahora tienes lo que vas a tener, lo que seas capaz de armar, y si un municipio logra desatar esas fuerzas productivas, pues entonces irá más adelante que el otro, y eso es como un circuito que empieza a perfeccionar todo el proceso, en primer lugar a escala local.

-¿Cuáles podrían ser las medidas para evitar que, a la larga, el proceso genere diferencias sociales?

-El Estado nuestro va a seguir siendo fuerte y es garante de que no haya desproporciones territoriales más allá de lo permisible. Es parte de la política de Estado. Estamos en un sistema que es diferente y en él es preferible tener poco todos, a tener algunos mucho y otros nada. En ese sentido creo que eso está bastante en la mente de todos. Igual no es para nada fácil, hay un gran debate en este sentido.

-Hay algunos procesos mínimos que son incluso curiosos, como los cursos para que los cuentapropistas aprendan a hacer sus declaraciones juradas.

-¡Son mecanismos que no conocemos! Ahora está pasando una cosa interesantísima: hay una gran agrupación en Cuba que se llama Asociación Nacional de Economistas de Cuba y como había un desconocimiento tal de todas estas cuestiones, empezaron a promover cursos en los municipios para que los cuentapropistas aprendieran a hacer el negocio, a llevar las cuentas y todo eso, porque no se sabía. Son miles las personas que encontraron por allí un espacio, porque en paralelo hay un proceso de reducción de las entidades estatales que están sobredimensionadas. La cuestión del “pleno empleo”, que ha sido una política del país, llevó también a las “planillas infladas”: hay más funcionarios de los que hacen falta, y, por supuesto, no puede aumentarse la productividad sin que se solucione ese tema.

-¿El Estado tiene la capacidad para regular todo este proceso de forma adecuada?

-Justamente, el Estado se va a ir desocupando de un grupo de cosas que hoy atiende directamente, porque va a haber más autonomía para las empresas, eso está en los lineamientos, y para todo el sector no estatal. Va a pasar a encargarse fundamentalmente de regular y de aquellas cuestiones que son estratégicas para el país. Incluso es bien interesante la experiencia de las dos provincias que se crearon a partir de la división de la Provincia de La Habana [Artemisa y Mayabeque] y que están haciendo una especie de experiencia piloto en varios de estos cambios: el número de funcionarios que tienen hoy entre las dos es menor al que tenía la provincia antigua.

-¿Qué plantean los lineamientos para el sector de las cooperativas?

-En primer lugar, que no sean sólo agropecuarias sino que se extiendan a un grupo numerosísimo de sectores. En algún momento va a haber una ley de cooperativas que va a ser una revolución, porque además la cooperativa es una estructura consustancial a nuestro sistema, por las redes de solidaridad y por las relaciones que se forman, deberían ser innatas al sistema.

-Semanas atrás el gobierno anunció una serie de medidas que dan más autonomía a las Unidades Básicas de Producción Cooperativa que se dedican a la agricultura. ¿Sirve como guía para lo que serán las cooperativas nacientes?

-Sí. Las Unidades Básicas fueron las últimas cooperativas que se crearon, en los 90, a raíz de la desagregación de las empresas estatales enormes que teníamos destinadas a la agricultura. La tierra siguió siendo del Estado y los medios de producción, de los cooperativistas. Pero al final, pese al cambio, no funcionaron como cooperativas sino que tenían un funcionamiento similar al anterior. Este paquete de medidas va a reforzar la autonomía de esas cooperativas para que funcionen de verdad como cooperativas.

-¿Qué se llevan de lo que vieron en Uruguay?

-Es una experiencia interesante, diferente, de la cual se puede rescatar un grupo de cosas que nosotros podemos tener como referente. Es súper interesante la experiencia de trabajadores que se cooperativizan cuando las empresas se fundieron. Creo que ésa es una experiencia única, aunque comparable con el pasaje de trabajador estatal a cooperativista. De hecho, en Cuba se ha planteado la posibilidad de que una parte de las cooperativas nazca de sectores laborales, de personas que trabajaban para el Estado en ciertas actividades y que puedan pasar a ser cooperativas, y que las cooperativas no necesariamente surjan de la nada.