La caída del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que comenzó con las municipales de mayo de 2011 y siguió en las elecciones generales y autonómicas de noviembre, tuvo ayer una nueva edición. El PSOE perdió siete bancas en el Parlamento de Galicia y nueve en el del País Vasco, comunidad en la que el golpe es todavía mayor porque también perdió el lugar de segunda fuerza política y la posibilidad de determinar quién ocupa el gobierno, como lo hizo en las elecciones de 2009.

En los comicios de ese año la victoria fue del Partido Nacionalista Vasco (PNV), que logró 30 escaños pero perdió el gobierno porque el PSOE, que había obtenido 25 bancas, eligió aliarse con el Partido Popular (PP) y sumaron entre ambos la necesaria mayoría absoluta de 38 escaños.

Ayer el PNV recuperó la posibilidad de decidir, ya que pocas combinaciones lograrían sacarlo del gobierno: con todos los votos escrutados, el Parlamento de 75 escaños quedará ocupado por 27 legisladores del PNV, 21 de Bildu, 16 del PSOE, diez del PP y uno de Unión, Progreso y Democracia.

Cualquier alianza que intente llegar al gobierno vasco deberá alcanzar los 38 legisladores, algo casi imposible si se consideran los aspectos ideológicos. Ante esta situación el PNV puede elegir formar una alianza para tener una mayoría absoluta o -y a esta opción apuestan los medios españoles- gobernar en solitario buscando acuerdos puntuales para las votaciones en el Parlamento, bajo el liderazgo de Iñigo Urkullu.

Otro dato llamativo de estas elecciones vascas es que por primera vez los grupos nacionalistas suman casi 50 diputados, los dos tercios del Parlamento, gracias a la irrupción de la coalición de agrupaciones de la izquierda abertzale que no había participado en anteriores comicios por estar ilegalizada desde las épocas de Batasuna.

Varios parlamentarios abert-zales habían logrado escaños y actualmente hay cinco de ellos en el Parlamento, pero la alianza conformada bajo el nombre de Bildu permitió que esa representación se multiplicara, incluso superando la mejor votación de Batasuna, que en 1998 obtuvo 14 escaños.

El crecimiento de Bildu endureció a sus principales opositores. Uno de ellos, la ex presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, del PP, aseguró que la cantidad de bancas que obtuvo y su llegada al Parlamento muestran “con toda su crudeza el grave error” que se cometió al legalizarlo, y el líder de Unión, Progreso y Democracia, Carlos Martínez Gorriarán, opinó: “Que Bildu, los testaferros de ETA, tengan 21 diputados no los convierte en demócratas. Son el caballo de Troya del fascismo”.

Los representantes del PP en el País Vasco, en cambio, bajaron su representación de 13 a diez escaños, pero esa pérdida quedó totalmente opacada por el fortalecimiento del partido en Galicia, la comunidad autónoma en la que nació el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy.

El PP, que gobierna Galicia de la mano de Alberto Núñez Feijóo, enfrentó a partidos que están muy debilitados y amplió su representación de 38 a 41 bancas de las 75 que tiene el Parlamento.

Las divisiones internas en el socialismo de Galicia y las escisiones del Bloque Nacionalista Galego, favorecieron que la nueva coalición Alternativa Galega de Esquerda irrumpiera con fuerza en el Parlamento al conseguir nueve escaños.

La alianza, creada el mes pasado, reúne a políticos con trayectoria y se consagró ayer como la tercera fuerza más votada, después del PP y el PSOE, desplazando al Bloque Nacionalista Galego, que pasó de 12 a siete escaños.

La caída de ayer del PSOE en Galicia es una continuación de lo sucedido en 2009. Ese año perdió el gobierno regional -al que había llegado por medio de una coalición-, y ahora marcó un “récord” de caída de votos.

La victoria del PP en Galicia se veía ayer desde ese partido como una ratificación del apoyo a las políticas del gobierno de Rajoy, pese a que el candidato gallego a la reelección fue a las urnas con un logo que no incluía las iniciales partidarias ni el logo de la paloma, e intentó durante toda la campaña evitar aparecer en público junto al presidente del gobierno. Pasadas las elecciones, se espera que el gobierno de Madrid vuelva a anunciar recortes y pida el esperado rescate a la Unión Europea, algo que no se hizo antes para no perjudicar la votación del PP, especialmente en Galicia.