Existe una duda acerca del lugar de nacimiento de Xi Jinping, de 59 años. Su biografía oficial dice que, siguiendo la tradición china, nació en la provincia donde también nació su padre, Xi Zhongxun, ex vice primer ministro y un reformista de la primera generación del Partido Comunista de China (PCC), del cual es cofundador. Sin embargo, muchas versiones aseguran que Xi no nació en Shaanxi, sino en Pekín, en junio de 1953.
En las últimas semanas, mientras se acercaba el XVIII Congreso del PCC, las primeras informaciones que empezaron a circular sobre Xi se referían a su esposa, la cantante Peng Liyuan, muy popular en China, y con la que tiene una hija, que se cree que estudia en la Universidad de Harvard. En China se exige a los miembros de la clase política que sean muy discretos y tengan un muy bajo perfil, por lo que poco se sabe del hombre que el año que viene asumirá la presidencia del país más poblado del mundo.
Xi fue nombrado secretario general del PCC, cargo que desempeñará en el Comité Permanente del Politburó, que desde ahora contará con siete integrantes, en lugar de nueve, y también fue nombrado presidente de la Comisión Militar Central, que controla el Ejército. Desde ayer está en la antesala de convertirse en la persona más poderosa de China, algo que se veía venir, sobre todo desde que en febrero fue enviado a Estados Unidos en visita oficial, lo que se interpretó como un intento de levantar su perfil internacional. Además, Xi ya ocupaba el segundo lugar de gobierno al lado del todavía presidente Hu Jintao y su designación garantiza la continuidad de la línea reformista moderada que guía China desde hace varias décadas.
Xi será presidente durante los próximos dos períodos, que completan diez años, en un momento en el que crecen las protestas, tanto en reclamo de derechos y libertades como en reacción al exponencial crecimiento económico e industrial que vive el país. En los últimos meses, varios proyectos industriales fueron frenados por las manifestaciones que los rechazaron por los daños que podían causar al medioambiente. En este sentido, durante el Congreso se anunció que -recién ahora- se evaluarán los riesgos sociales de los proyectos antes de aprobar su puesta en marcha, se emitirán informes al respecto, que se publicarán en internet, y se dará mayor cabida a las opiniones de las comunidades afectadas.
Hijo de su tiempo
El del Xi es un liderazgo asociado a la llegada de la quinta generación a la cúpula comunista china y al ascenso de los “hijos de”, que en China se conocen como “príncipes”. Se trata de los hijos de los fundadores de la República Popular y del PCC, y otras personalidades relevantes de la China comunista. En la mayoría de los casos sus padres fueron perseguidos durante la Revolución Cultural (1966-1976) pero fueron “rehabilitados” a fines de los 70. Se da la particularidad de que son los primeros líderes que nacieron cuando el comunismo ya se había instalado en China. Como número dos del Comité Permanente del Politburó se nombró al viceprimer ministro Li Keqiang, quien se perfila así como sucesor del saliente primer ministro, Wen Jiabao.
Durante la Revolución Cultural, con 15 años, Xi fue enviado por sus padres a una aldea remota, como se solía hacer en la familia con los jóvenes intelectuales. “Tragué más bilis que la mayoría de la gente”, dijo en una entrevista sobre los años que pasó en el campo, en la aldea de Liangjiahe. A su regreso a Pekín estudió ingeniería química y en 1985 viajó a Estados Unidos durante un corto período para estudiar el sistema agrícola estadounidense. En su currículum figuran también un doctorado en teoría marxista y cargos en las oficinas de la Comisión Militar Central y del Consejo de Estado, que ocupó entre 1979 y 1982.
Tras entrar al PCC en 1974, fue escalando posiciones y llegó al cargo de secretario del partido -y por lo tanto gobernante- en tres provincias costeras. En 2007 asumió como jefe del partido en la ciudad de Shanghái -típico trampolín para los líderes chinos- y un año después se convirtió en el vicepresidente de China. Desde ese cargo organizó ese mismo año los Juegos Olímpicos de Pekín.
A lo largo de su carrera política, Xi se ganó una reputación de luchador contra la corrupción, característica que será bienvenida en la China actual. En la apertura del Congreso del PCC, Jintao advirtió que no solucionar este problema “podría ser fatal y causar incluso el colapso al partido y la caída del Estado”. En dos ocasiones él fue elegido por la cúpula del PCC para encabezar investigaciones que permitieron descubrir redes de corrupción en el gobierno.
Xi también es un defensor del lugar de China en el mundo y en su visita a México, en 2009, cuestionó a quienes critican el poderío de su país, a los que definió como “extranjeros con los estómagos llenos y nada mejor que hacer”. El dirigente argumentó: “Primero, China no exporta la revolución; segundo, no exporta hambre y pobreza; y tercero, no los fastidia a ustedes. ¿Qué más se puede decir?”.
Ayer Xi mostró algo de esa chispa al dar su primer discurso como secretario general del PCC: “Nuestro partido ha conducido al pueblo en la consecución de logros reconocidos mundialmente [...] Pero no somos condescendientes, y nunca nos dormiremos en nuestros laureles”. También se refirió a la lucha contra la corrupción y advirtió que “todo el partido debe estar en alerta completa” ante este problema.
A diferencia de su antecesor, Xi sonrió detrás del atril cuando dio su discurso, y miró a los costados, en un gesto para incluir a los 2.270 delegados que estaban en el evento de ayer, que siguió al cierre del Congreso de su partido.