Las elecciones en Cataluña dejaron un complejo escenario para que Convergència i Unió (CiU), la fuerza vencedora, continúe en el gobierno durante los próximos cuatro años bajo el liderazgo de Artur Mas. El partido ganador podría formar gobierno mediante un acuerdo con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que obtuvo 21 diputados; con el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), que logró 20; o incluso con el que fue su más reciente aliado, el Partido Popular (PP), que tendrá 19 bancas.

CiU ya reconoció que debe buscar una alianza y Mas abogó por “un gobierno fuerte y un Parlamento estable”, además de sostener que no hará a un lado la convocatoria a un referéndum soberanista. Si no cede en ese punto, es prácticamente imposible que logre aliarse con el PP y poco probable que pueda hacerlo con el PSC.

Dentro de CiU las voluntades están divididas. Mas y sus seguidores prefieren una alianza con ERC, que parece la aliada natural por su postura soberanista, pero también la más compleja, porque significaría para la formación, típicamente conservadora, llegar a un pacto con la izquierda.

Uno de los principales dirigentes de la coalición ganadora, Josep Antoni Duran i Lleida, y las fuerzas menos soberanistas de CiU respaldan a Mas, pero apuntan que no puede descartarse al PSC como aliado. En una conferencia brindada el lunes por Mas y Duran, este último informó que se iniciarían conversaciones con ERC, pero que no podía descartarse al PSC. Enseguida, Mas agregó que “no se detendrá” la consulta popular “para poder pactar con el PSC”. En la misma comparecencia el presidente catalán pidió a las demás formaciones que las negociaciones se mantengan “fuera del ámbito público” y añadió: “Necesitamos, si no privacidad, sí una cierta intimidad”.

Más cerca

En lo que pareció ser un primer paso de acercamiento hacia ERC, Mas destacó que el programa de CiU es el “ganador” de las elecciones y reconoció que “tendrá que ser permeable” para que se alcance un acuerdo.

Desde un comienzo ERC dejó clara su postura: “No avalaremos más recortes”, dijo el lunes su líder, Oriol Junqueras, tras exigir para un eventual acuerdo que haya “una agenda nacional clara y concisa, que incluya la fecha y las condiciones de celebración del referéndum”.

Durante su gobierno, CiU impulsó duros recortes sociales para reducir el déficit, y el malestar causado por esos recortes lo redirigió hacia Madrid, asegurando que la crisis golpeaba duro en Cataluña porque no era independiente y era “expoliada” por España, por lo que no contaba con sus propios recursos. Mas repitió la idea el lunes: “Los recortes no se hacen por capricho; los ha impuesto Europa y los ha distribuido, mal, Madrid”.

Esos recortes prometen seguir. Ayer el gobierno catalán alertó que van a continuar y van a ser más duros, así como seguirán los despidos en las empresas públicas. “Tenemos por delante el peor presupuesto de la historia de la Generalitat”, advirtió ayer Francesc Homs, el portavoz del gobierno, antes de detallar que el año que viene habrá para Cataluña menos recursos del gobierno central y un aumento de los intereses de su deuda, en el marco de una situación poco alentadora de la economía española.

Obligados

Las diferencias entre los posibles socios catalanes son varias. En cuestiones de forma, por ejemplo, CiU quiere un gobierno de unidad, con miembros de ERC en el Ejecutivo, pero la formación izquierdista prefiere un gran acuerdo sobre cuestiones generales y alianzas para proyectos puntuales. “La consulta y el derecho a decidir son básicos, pero el país se tiene que gobernar día a día” fue la respuesta pública de Mas a la propuesta de ERC de hacer acuerdos específicos.

El partido de la izquierda soberanista catalana está en un momento complicado para jugársela con CiU. Todavía está recuperando los votos que perdió tras aliarse en 2006 con los socialistas: luego de obtener 14% del respaldo en esas elecciones, ERC bajó a la mitad en 2010 y en esta oportunidad alcanzó 13,7% de los votos.

Sigue sin descartarse la posibilidad de que haya conversaciones con el líder del PSC, Pepe Navarro, incluso en paralelo a las negociaciones con ERC, pero entonces CiU enfrentaría no sólo el freno por la consulta soberanista, sino que también le exigirían cambios en la política económica. Tanto el PSC como ERC han reconocido en campaña que los recortes son necesarios, pero han reprochado al gobierno catalán que no haya buscado alternativas para que se aumenten los impuestos a las franjas de la población que tienen más recursos, una posibilidad que hasta ahora CiU no ha debatido.

De una u otra forma el nuevo Parlamento comenzará a sesionar en 20 días hábiles, plazo con el que cuentan los distintos partidos para lograr un acuerdo que permita la formación de un gobierno que enfrente lo que se viene.