Más de diez escaños perdió el partido gobernante Convergència i Unió (CiU) en las elecciones catalanas, un resultado que estaba lejos de lo que esperaba el presidente Artur Mas cuando anunció que adelantaba los comicios. Mas había argumentado que la manifestación del 11 de setiembre, que conmemoraba una fecha histórica y terminó convertida en un acto independentista, lo había empujado a adelantar dos años las elecciones. Otro motivo para anticiparlas, dijo, fue el rechazo del presidente español, Mariano Rajoy, a darle mayores beneficios fiscales a Cataluña.

Desde entonces, Mas se armó un tibio discurso nacionalista y propuso convocar un referéndum para que los catalanes decidan si quieren formar un “Estado propio dentro de la Unión Europea”. Se trata de una propuesta vaga -nunca precisó cómo se dirigiría Cataluña a esa independencia ni cómo sería ese nuevo Estado- y un camino lleno de escollos: la consulta popular debía ser convocada por el gobierno de Madrid y el nuevo Estado quedaría apartado de la Unión Europea y debería pedir su incorporación al bloque.

En cambio, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), tradicionalmente soberanista, fue más directa y presentó una iniciativa de ley para solicitar al gobierno de Madrid que transfiriera su competencia exclusiva para convocar referéndum.

La de ayer fue la victoria de ese camino directo. Con 97% de los votos escrutados ERC se quedaba con 21 de los 135 escaños del Parlamento -11 más de los que tenía- y se proclamaba como segunda fuerza política, robándoles un escaño clave a los socialistas. Éstos pasaron de 28 a 20 legisladores y sufrieron una caída, aunque no tan grave como la que preveían los sondeos.

CiU repitió la victoria electoral, pero su representación en el Parlamento bajó de 62 a 50 diputados, lejos de la mayoría absoluta de 68 que había pedido Mas cuando convocó las elecciones anticipadas.

Por su parte, el Partido Popular, que gobierna España, logró aumentar en Cataluña su número de legisladores de 18 a 19, en lo que asumió como una victoria, en unas elecciones que se destacaron por lograr una participación récord de 69,4%, frente a 58,8% en 2010.

Pero las grandes victorias fueron tanto la de ERC como la de Ciutadans, un partido de centro que triplicó su número de escaños y llegó a los nueve representantes, lo que le permite por primera vez formar un grupo propio en el Parlamento y acceder a mayor participación y recursos.

Las cifras confirman lo que auguraban las encuestas: se mantiene una mayoría soberanista en el Parlamento, aunque el número de representantes disminuye. En cambio, asciende el de legisladores de partidos que aprueban la actual relación entre Cataluña y España (el Partido Popular y los socialistas, entre ellos).

“Es evidente que CiU no tiene la fuerza suficiente para liderar el gobierno y el proceso”, reconoció ayer Mas, antes de pedir “ayuda para gobernar día a día” y para avanzar hacia “la consulta” soberanista. La mayoría independentista será la que permita a Mas avanzar en ese camino, probablemente gracias a una alianza para ese objetivo con ERC. Juntos alcanzarían una bancada de 71 escaños que les permitiría trazar el camino hacia “lo desconocido”, como definió en su momento el presidente catalán.