“En los próximos días vamos a estudiar las medidas necesarias para lograr la reconciliación” entre las distintas facciones palestinas, anunció Abbas ante la multitud que lo recibió ayer en la ciudad cisjordana de Ramallah a su regreso desde Nueva York, donde el jueves se aprobó en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el ingreso de Palestina como “Estado observador no miembro”.
La población aclamó al presidente de la ANP y líder de Al Fatah, el partido que gobierna Cisjordania, cuando dijo: “Ahora tenemos un Estado. Palestina logró algo histórico en la ONU”.
El gobierno de Israel no ve lo ocurrido el jueves con los mismos ojos y comenzó a ejecutar medidas con las que había amenazado. Retendrá a la ANP más de 120 millones de dólares que usará para cobrarse parte de la deuda que el gobierno palestino mantiene con la empresa de electricidad israelí, anunció ayer el ministro de Finanzas, Yuval Steinitz.
Israel recauda las tasas aduaneras de los productos que ingresan a Palestina bajo su control, así como los impuestos de palestinos que trabajan en Israel. Ese dinero debe ser entregado a la ANP de forma mensual y representa más de la mitad del presupuesto del gobierno palestino, que vive en perpetuos problemas financieros. Habitualmente Israel no le cobra a Palestina la electricidad como gesto de “buena voluntad”. Pero Steinitz recordó: “Dijimos desde un principio que el cambio de estatus de Palestina en la ONU no se haría sin reacción de Israel”.
Además, en la misma reunión de gabinete en la que se tomó esta decisión, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, confirmó la construcción de 3.000 nuevas viviendas en Cisjordania y en Jerusalén Este. “Seguiremos construyendo en Jerusalén y en todos los lugares que están en el mapa de los intereses estratégicos de Israel”, dijo. Ese anuncio motivó la condena de distintos gobiernos, incluso el estadounidense, aliado incondicional de Israel. De acuerdo a los medios israelíes, la construcción de nuevos asentamientos es una “bofetada” para Washington.
Con su nuevo reconocimiento en la ONU, Palestina puede apelar a la Corte Internacional de La Haya, y no descarta hacerlo, para denunciar la colonización israelí, contraria a la legislación internacional.
Las negativas
Estados Unidos es uno de los nueve países que -junto con Israel- votaron en contra del ingreso de Palestina como Estado observador, con el argumento de que ese cambio de estatus iba en contra del estancado proceso de paz.
Canadá también votó en contra porque mantiene la misma postura que Washington ante el conflicto. Lo mismo hizo República Checa, un país más alineado con Estados Unidos que con Europa, y al que Netanyahu ha calificado como el “mejor amigo” de Israel en Europa del Este. Fue el único país europeo en pronunciarse de esa manera, aunque varios otros se abstuvieron.
Panamá también emitió un voto negativo, por su alineación con Estados Unidos. Lo mismo hicieron cuatro países insulares del Pacífico: Nauru, Palaos, Micronesia y las islas Marshall. Todas son estados asociados a Estados Unidos y su política exterior está muy vinculada a la de Washington. Además mantienen fuertes vínculos de cooperación con Israel.
Otros 41 países se abstuvieron en la Asamblea General. Entre ellos figuran Paraguay, Guatemala y Colombia, los únicos latinoamericanos que no votaron a favor del reconocimiento, iniciativa que tuvo el apoyo de 138 países.