El conflicto en Siria, que ya tiene casi dos años, sigue sin salida. El Consejo Nacional Sirio, representante de la oposición en el exterior, anunció ayer en su cuenta de Facebook que el jefe de la temida Policía Militar, el general Abdelaziz al Shalal, desertó y abandonó Damasco en una acción coordinada con la oposición. Su partida sería un nuevo golpe para el gobierno de Bashar al Assad, que ya perdió varios altos funcionarios.

La oposición de Rusia y China en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a cualquier intervención militar o resolución que no condene a ambos bandos ha frenado iniciativas de otros países como Estados Unidos, Francia y Turquía, que adoptaron una postura de apoyo claro a la oposición, a la que reconocen como representante del pueblo sirio.

Ayer el enviado especial de la ONU y de la Liga Árabe para Siria, Lajdar Brahimi, prometió en Damasco a los líderes opositores que seguirá buscando un consenso entre los países del exterior involucrados en el conflicto, en particular Rusia y Estados Unidos.

Hasan Abdelazim, el presidente del Consejo de Coordinación Nacional, que representa a la mayoría de los opositores que están en el país, dijo a la agencia de noticias Efe que están “más tranquilos” después de la reunión con Brahimi.

“La crisis es muy complicada porque la solución no está sólo en manos de los sirios, hay muchas partes involucradas y es un asunto internacional”, dijo.

Brahimi se reunió el lunes con Al Assad y le presentó varias propuestas que surgen de un consenso alcanzado la semana pasada entre Washington y Moscú. Los distintos puntos presentados al presidente son pasos hacia la formación de un gobierno de transición que desemboque en su salida del poder.

De acuerdo con Efe, ese Ejecutivo no debería contar con ministros alauitas, la rama chiíta a la que pertenece Al Assad y que se convirtió, a lo largo de los años de su gobierno y el de su padre, en la casta dominante, pese a que es minoritaria. Pero tampoco podrían ser ministros los sunitas radicales. La mayoría de los opositores sirios son sunitas.

Al Assad asegura desde el inicio de las protestas que quienes las promueven son terroristas y extremistas islámicos. En los últimos tiempos algunos grupos radicales cobraron fuerza en los combates respecto de otros movimientos opositores que se armaron, pero que tienen una imagen más moderada. Por lo tanto, el temor a que Siria quede en manos de islamistas es un punto de encuentro entre la mayoría de los actores del conflicto, sean sirios o extranjeros.

Otro punto de los que presentó Brahimi consiste en que Al Assad siga gobernando hasta la segunda mitad del año que viene pero sin posibilidad de ser candidato en las elecciones previstas para 2014.

Brahimi dijo que la situación siria es “preocupante” y que Al Assad le aseguró que su gobierno tiene interés en buscar “el éxito de cualquier esfuerzo que beneficie a los intereses del pueblo sirio y preserve la soberanía e independencia de la nación”. Mientras tanto, en el país continúan los enfrentamientos y se suman víctimas.