“Si un solo francés duda de lo que acabo de decir”, que pregunte a los obreros griegos, a los pensionistas italianos, a los funcionarios portugueses o a los desempleados españoles, dijo Sarkozy al asegurar que aunque la crisis económica opacó sus logros, Francia evitó lo peor.

Durante 45 minutos el presidente y candidato, que entró oficialmente en la campaña el miércoles, habló de la crisis europea en pasado y repasó las amenazas que enfrentó como gobernante: la crisis económica, la recesión y las crisis de deuda pública, de Europa y del euro, entre otras. “Francia resistió, Francia aguantó y los franceses enfrentaron” la crisis, aseguró.

Sarkozy, notorio amigo de grandes empresarios franceses, afirmó que no quiere ser “el candidato de una pequeña elite contra el pueblo”.

En su discurso, el presidente reafirmó sus valores conservadores: el trabajo, la responsabilidad y la autoridad, los mismos que exhibió en su exitosa campaña electoral de 2007.

En su opinión, “una inmigración no controlada acarrea mucho sufrimiento” y puede provocar “tensión social” debido a la tasa de desempleo que enfrenta Francia, de 9,7% en el último trimestre de 2011. Además defendió los “valores republicanos” frente a quienes quieren “separar a los hombres y las mujeres en las piscinas municipales”, en referencia a los inmigrantes musulmanes.

Por otro lado, se declaró a favor del concepto de familia y matrimonio como “referencias profundamente ancladas”, y dijo que se opone a que “se sacrifique” esa identidad “por la moda del momento”, sin nombrar el matrimonio homosexual, al que se opone.

Sarkozy no hizo ningún referendo durante su mandato, pero defendió esa herramienta y anunció que si es reelecto la usaría para consultar a los franceses sobre el seguro de paro, las políticas de capacitación de los desempleados y la inmigración irregular. Sin nombrarlo, acusó a su principal rival electoral, el candidato socialista, François Hollande, de “no querer a Francia” y de no defender los “valores republicanos”. Mientras Sarkozy hablaba en Marsella, la candidata de ultraderecha, Marine Le Pen, alentaba al público reunido en la ciudad de Lille en la convención de su partido, el Frente Nacional, a que levantara tarjetas rojas mientras ella gritaba “expúlsenlo del campo de juego”, en referencia al presidente. La candidata dijo que no puede creer que “Francia pueda sufrir el síndrome de Estocolmo y votar por su carcelero”.

En tanto, Hollande acusó a Sarkozy de hacer una campaña “violenta”, algo que en su opinión muestra la “debilidad” del presidente. Además el socialista estimó que el proyecto de Sarkozy es un balance de su gestión, pero “no hay ninguna propuesta para el futuro”.

En tanto el número dos del Partido Socialista, Harlem Désir, dijo en un comunicado que “este pobre recorte y pego de 2007 no alcanzará para engañar a los franceses: Nicolas Sarkozy no propone nada para salir de la crisis y cree distraerlos con su viejo estribillo: 'inmigración, inseguridad, identidad nacional'”.