Joseph Kony es desde hace años el hombre más buscado de Uganda, pero en los últimos días se convirtió en el más googleado, y un video-documental de 29 minutos que es parte de una campaña en su contra es el más visto en las redes sociales. En Twitter, decenas de millones de personas utilizaron los hashtags #stopKony o #Kony2012.
El objetivo de la campaña, lanzada por la organización social Invisible Children, es convertir a Kony en una persona famosa. Con ello busca que la gente exija su detención y que aumente el apoyo que tiene la misión de 100 soldados de elite estadounidenses que está en el Congo desde octubre para asesorar al Ejército local y al de Uganda para detener a Kony. En el video los integrantes de Invisible Children atribuyen a sus años de lobby que los congresistas respaldaran el envío de esos soldados.
Ésos son los éxitos de la campaña “Kony 2012”, dirigida contra un “señor de la guerra”, que, según calcula UNICEF, en los últimos 20 años secuestró a más de 50.000 niños en el norte de Uganda; los varones se convierten en niños soldados y las niñas en esclavas sexuales.
Organizaciones civiles denunciaron que Invisible Children está lucrando con la campaña y que su sistema de financiamiento no es lo bastante transparente. Argumentan que la opción de donar está demasiado a la vista en su web y que ofrece a la venta un “kit” de afiches y pegotines de campaña. Ese kit, con el que la organización espera que se empapelen varias ciudades del mundo el 20 de abril, se agotó y ahora está disponible para su descarga. Acerca de los fondos, el fundador de la organización y director del video, Jason Russell, señaló que las donaciones se reparten en tres cometidos: compensar los gastos del video, financiar actividades de campaña y concretar proyectos sociales en Uganda y, en particular, con las víctimas de Kony.
Otra de las críticas es que el video simplifica demasiado la compleja situación en la región; Russell argumenta que esto se debe a que está dirigido a jóvenes y estudiantes. “El video no es la respuesta. Sólo es la puerta de entrada a la conversación”, argumentó.
La organización responde a las críticas en su página web. Entre éstas, se escucharon voces que señalan que hace años que organizaciones civiles trabajan para paliar los daños causados por Kony y que Invisible Children parece menospreciar esa tarea.
La campaña también sorprendió a Estados Unidos, y Peter Pham, un asesor civil del grupo de militares enviados al Congo, dijo sobre la iniciativa: “Todo lo que puedo decir es que esto no podría haber llegado en un momento menos idóneo, en lo estratégico y en lo operativo”.
El líder de la guerra en el que se convirtió Kony creció en el norte ugandés, abandonado por las autoridades, como integrante de una secta, liderada por Alice Lakwera, que se basaba en lecturas del cristianismo y tradiciones ancestrales.
El grupo se opuso en 1986 a la toma del poder por parte de Yoweri Museveni, que continúa al frente de Uganda, y motivó la creación de Kony: el Ejército de Resistencia del Señor, una combinación de banda armada y secta fundamentalista cristiana que aspira a establecer un gobierno regido por los diez mandamientos bíblicos.
Desde el norte la guerrilla/secta fue ampliándose y ganó la simpatía del gobierno sudanés, liderado por Omar al Bashir, e incluso colaboró con él durante la guerra civil entre el norte y el norte sudanés. Cuando el conflicto se dio por terminado en 2005, las fuerzas de Kony se replegaron a las selvas congoleñas, donde permanecen. Desde ese mismo año, tanto Kony como cuatro de sus comandantes tienen en su contra una orden de detención de La Haya.