El principal partido político de la oposición israelí, Kadima, celebró sus internas y eligió a su presidente entre dos candidatos: la ex canciller Tzipi Livni y el ex ministro de Defensa Shaul Mofaz. Los cargos de gobierno que ocuparon ambos en el pasado son en parte un reflejo de sus perfiles: un poco más diplomático y conciliador en el caso de Livni, y más amigo de la seguridad y el combate en el caso de Mofaz. El dirigente, un militar que llegó a jefe del Ejército, ha sido crítico con los acuerdos de Oslo firmados en 1993 para buscar la paz con los palestinos, y estuvo al frente de las acciones contra la segunda Intifada en el año 2000, entre otras operaciones armadas en este conflicto.

El martes fue Mofaz quien, con promesas de seguridad, ganó las internas con 61,7% de los votos de los militantes frente a 37,2% de Livni, que había sido electa presidenta de Kadima en 2008. Esa vez había vencido a Mofaz, que se abstuvo de felicitarla, y que ahora obtuvo su revancha. Más diplomática para enfrentar una derrota, Livni dijo públicamente: “Llamé a Shaul Mofaz y le deseé buena suerte. Éstos son los resultados”.

Sin embargo, antes de la votación, Livni había tenido oportunidad de mostrar su malestar hacia un eventual triunfo de Mofaz. Con él al frente, había dicho, “Kadima se convertirá en un Likud bis”. Se refería al partido de derecha del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, con el que Mofaz sintoniza más que ella. La agencia de noticias AFP informó que incluso se habla de un posible acuerdo para gobernar en coalición entre Likud y Kadima, aunque Mofaz lo niega.

En las últimas elecciones israelíes, en 2009, con Livni como candidata a primera ministra, Kadima fue el partido más votado, pero no alcanzó la mayoría parlamentaria necesaria para asumir sin alianzas, y tampoco logró acordar con otros sectores políticos. No pudo hacerlo porque algunos partidos consideraban a Livni demasiado volcada al centro del espectro político, y también porque la dirigente se negó a hacer ciertas concesiones, como las que reclamaba el partido ultraortodoxo sefardí Shas para respaldarla. Así fue como Kadima quedó fuera del gobierno y el Likud logró, en alianza con otros partidos de derecha, nacionalistas y religiosos, formar el actual Ejecutivo.

Esa decisión de no hacer concesiones y preservar los “principios” fue recordada por Livni en un comunicado que emitió tras la derrota, en el que no dio más datos de su futuro político.

Las próximas elecciones israelíes están previstas para octubre de 2013, pero existe la posibilidad de que se anticipen. En cualquier caso, hoy los sondeos prevén una fuerte caída para Kadima. Una encuesta publicada por el diario Yediot Aharonot y citada por la agencia Efe daba mayores posibilidades electorales a un Kadima liderado por 
Livni, que de todos modos pasaría de 29 a 15 diputados. Estimaba que bajo la dirección de Mofaz, la representación del partido se reduciría a 12 bancas. En ese escenario se enmarcan las especulaciones sobre alianzas, pero también otras sobre la posibilidad de que el discurso anclado en la seguridad de Mofaz pueda reimpulsar a su partido.

Para Livni, las malas noticias electorales habían comenzado antes de la votación del martes. El fin de semana un tercer candidato en campaña, Avi Dijter, anunció que se retiraba de la competencia y pidió a sus seguidores que votaran a Mofaz, una decisión que el equipo de la ex ministra de Asuntos Exteriores calificó de “ilegal”.

Lo que ninguno de los dirigentes logró en las internas fue convencer a los cerca de 100.000 afiliados a Kadima de concurrir masivamente a votar. Pese a sus reiteradas convocatorias, sólo el 44% participó en las internas.