El gobierno de Washington, sus fuerzas militares en Afganistán y el contingente de la OTAN en ese país se deshicieron en disculpas y promesas de investigación ayer después de que un soldado estadounidense asesinara a 16 civiles, entre ellos nueve niños. Lo hizo tras sufrir una crisis nerviosa, según informó la BBC.

De acuerdo con la versión, respaldada por el Pentágono y varios testigos, el soldado, cuyo nombre no se dio a conocer, salió de la base de la OTAN en Kandahar, al sur de Afganistán, cerca de las 2.00 de la madrugada, y se acercó a dos poblaciones cercanas. Una vez allí entró en varias viviendas y asesinó a las personas que encontró en tres de ellas. Luego regresó a la base y se entregó a las autoridades militares estadounidenses, informaron la agencia de noticias Efe y el diario español El País.

Sin embargo, otros testigos aseguran, de acuerdo con la agencia de noticias Reuters, que los asesinatos fueron obra de un grupo de soldados estadounidenses que luego de ingresar a las casas se reían y parecían estar borrachos.

En cualquiera de los casos, éste fue considerado uno de los peores incidentes protagonizados por Estados Unidos desde su invasión a Afganistán en 2001. Ocurre además en un momento en el que se profundizó entre los afganos el sentimiento antiestadounidense por la quema de ejemplares del Corán en una base de la OTAN, semanas atrás. La embajada estadounidense en Kabul advirtió ayer en un comunicado que podría haber represalias desde la sociedad civil contra Estados Unidos y sus bases tras los asesinatos, y a su vez el Talibán ya advirtió que vengará las muertes.

El presidente estadounidense, Barack Obama, transmitió ayer por teléfono sus condolencias a su par afgano, Hamid Karzai, quien públicamemte calificó lo ocurrido de “asesinatos intencionales” y exigió explicaciones a Washington. “No vamos a olvidar”, aseguró.