Gauck fue una figura destacada de la extinta República Democrática Alemana en la promoción de la reunificación del país. Sin embargo, su participación en ese proceso no estuvo exenta de polémica.

Teólogo y pastor luterano, Gauck nació en el norte alemán en enero de 1940. Su padre era un capitán de las Fuerzas Armadas de la Alemania nazi, que fue deportado por las fuerzas soviéticas a Siberia. Lo condenaron a 50 años por “actividades antisoviéticas y espionaje”. Sin embargo, regresó cuatro años después, “desdentado y famélico”, de acuerdo con Gauck.

El nuevo presidente alemán estudió teología, y en 1965 logró convertirse en pastor luterano en una parroquia ubicada en un complejo de bloques de viviendas, donde era atentamente vigilado por la Stasi, los servicios de inteligencia. Desde allí abogó por una transición política pacífica y participó en movimientos civiles de oposición al gobierno comunista. En 1989 se unió formalmente a uno de ellos, el Nuevo Foro, cuando fue legalizado.

De esa etapa, Gauck es reconocido como activo disidente y defensor de los derechos humanos de la Alemania oriental, reconocimientos de los que él se ha enorgullecido públicamente. Sin embargo, recibe críticas según las cuales, al igual que la canciller Angela Merkel, se unió verdaderamente a la oposición cuando la caída del régimen comunista era ya previsible. El de Gauck no es el caso de pastores como Rainer Eppelmann, en Berlín, que estuvo preso por negarse a hacer el servicio militar armado y que en los 80 fue considerado enemigo del Estado; o Friedrich Schorlemmer, quien figuró entre los párrocos que, intimidados por el Estado, continuaban con sus funciones religiosas; o Hans-Jochen Tschiche, un veterano del movimiento opositor que fue otro de los fundadores del Nuevo Foro al que Gauck se unió más tarde.

Tschiche, actualmente del partido Los Verdes, fue uno de los dirigentes más críticos con su ex compañero de militancia: “Gauck sólo abandonó los muros protectores de su iglesia a finales de 1989”, aseguró en declaraciones al semanario alemán Der Freitag, antes de acusar al presidente de falsear su pasado y engalanarse “con honores que no le corresponden”.

Gauck ha manifestado admiración por quienes enfrentaron al gobierno de la Alemania oriental con la prisión, pero nunca ha minimizado su propia lucha en esos años, e incluso recibió las mismas medallas y condecoraciones que los jóvenes disidentes que fueron incluso ejecutados.

Según los documentos de la Stasi, Gauck era un pastor “disciplinado y leal” cuyos hijos vivían en Alemania Occidental, y a quienes iba a visitar una vez por semana en una camioneta Volkswagen.

En pañales

Nuevo Foro pasó a integrar en 1990 la coalición Alianza-90, que para las elecciones se unió a Los Verdes. Como vocero de Nuevo Foro, Gauck fue candidato a diputado en las elecciones del 18 de marzo de 1990, las primeras elecciones libres en la Alemania oriental en 40 años.

Después de que en setiembre de ese año se aprobó el Tratado de Reunificación de Alemania, el Parlamento encargó a Gauck la tarea de controlar el desmantelamiento de la Stasi, un asunto que despertó muchas sensibilidades. Un año después fue nombrado director del departamento que tutelaba los archivos de la Stasi. Bajo su mandato, en 1992, se dispuso la apertura de esos documentos, que incluían 39 millones de textos, 1,4 millones de fotos y 164.000 grabaciones. Desde entonces esos archivos pueden ser consultados por quien desee.

Después de ser mantenido en el cargo tras un cambio de gobierno, Gauck permaneció como “tutor” de los documentos de la Stasi hasta el 2000, que con los años también incluyó la tarea de mantenerlos y recomponerlos a medida que se dañaban por el paso del tiempo.

El trabajo de Gauck con los archivos de la Stasi le valió ganar en el 2000 la Gran Cruz Federal al Mérito, la máxima condecoración alemana, además del respeto de los partidos políticos y la población, informó la agencia de noticias Deutsche Welle.

Historia reciente

En 2010 no prosperó su candidatura como presidente de Alemania. El pastor fue derrotado por el elegido de Merkel, Christian Wulff.

Desde entonces, Gauck hizo varias declaraciones que generaron polémica. En una entrevista con el diario suizo Neue Zürcher Zeitung elogió a Thilo Sarrazin, un político alemán que tuvo que renunciar a la junta directiva del Banco Central por las críticas y las acusaciones de racismo que recibió su libro sobre la inmigración en su país, Alemania se suprime a sí misma, publicado en 2010. “Ha demostrado coraje”, dijo Gauck acerca de Sarrazin en ese entonces; el ahora presidente también utilizó varias veces en esa entrevista y otras declaraciones la palabra “extranjerización” con claras connotaciones negativas.

En cambio, Gauck consideró “increíblemente tonto” el movimiento de protesta contra los bancos y el sistema financiero actual, que integran los indignados españoles, británicos o los estadounidenses de Occupy Wall Street. Se dice convencido de que “es un error” creer que estatizando la banca o sustituyendo el capitalismo la situación económica y la calidad de vida mejorarán. Eso no quita que cuestione a los mercados financieros y al poder acumulado por la banca.

Otras de las posturas polémicas de Gauck son su defensa de la guerra de Afganistán -en momentos en que ya 70% de los alemanes la rechazaba-, su condena a la publicación de documentos secretos por parte de WikiLeaks y su apoyo a la política de que los gobiernos almacenen datos privados de los ciudadanos en nombre de combatir el crimen o el terrorismo.

Ya en el discurso de presentación de su candidatura, con Merkel a su lado, Gauck advirtió: “Espero servir a todos y no sólo como figura de referencia o crítico constructivo, sino como un activo generador de debates”.

De aquí en más

Sobre Gauck recae la responsabilidad de recuperar la imagen de moralidad de la Presidencia alemana, desgastada especialmente por su antecesor, quien dejó el cargo después de que avanzaran en su contra denuncias de corrupción, algo considerado gravísimo para alguien que está en un puesto más bien protocolar y en cierta medida como referente “moral”.

Un dato de su vida personal podría jugar en su contra ante los alemanes más conservadores: desde 1991 está separado de su esposa y tiene una relación a distancia desde hace 12 años con una periodista 20 años menor que él, que se convirtió en primera dama.

De su matrimonio con Hansi Gauck, que duró 32 años, nacieron cuatro hijos que son ya mayores. Su actual pareja, Daniela Schadt, filóloga, aficionada a la música clásica y periodista del Nürnberg Zeitung, vive en Nurenberg (Baviera), mientras que él reside en Berlín. Cuando se anunció que Gauck sería nominado como candidato a presidente, Schadt comentó en la redacción del diario que compartir actividades con primeras damas como Michelle Obama era algo “aún demasiado abstracto”.

Más allá de las páginas de prensa sensacionalista que se han escrito con esta historia, el debate también llega a los ámbitos políticos. Para algunos miembros de la Unión Demócrata Cristiana de Merkel, que Gauck acceda al Palacio de Bellevue de la mano de Schadt sin casarse, sería “un problema”, en palabras de Norbert Geis. La reacción desde el Partido Social Demócrata fue automática: lo mandaron callar. “Alemania es un país moderno” subrayó el ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle, también contrario a las críticas que recibe Gauck por su relación de pareja. Una reacción similar tuvo Los Verdes.

Quien también se mostró molesta con las críticas y los cuestionamientos es su ex esposa Hansi Gauck, de 71 años, que recientemente dijo que a nadie le importó antes el estado civil de su todavía marido y que esto no debería empezar a interesar ahora. Aseguró que Alemania “es muy abierta incluso con otro tipo de relaciones”, citando como ejemplo a Westerwelle, que es homosexual y se muestra con su pareja, el empresario Michael Mronz. Además, se negó a divorciarse por necesidades de protocolo.

Sin embargo, todavía no se escuchó la opinión del propio Gauck, que si bien ha dicho que quiere que Schadt lo acompañe en Bellevue no se ha pronunciado sobre la posibilidad de casarse con ella.

En los últimos días superó el 80% el respaldo de los alemanes al pastor luterano, que se ha definido como un “conservador liberal de izquierda”. Su propia definición de sí mismo muestra lo difícil que es de encasillar y lo complicado que será prever sus posturas ante los temas que importen a Alemania durante su presidencia.