Con carteles de “Bashar, te queremos” y banderas sirias y rusas, decenas de miles de sirios salieron a manifestar ayer en respaldo al presidente Al Assad, cuando se cumplía un año de protestas en contra de su gobierno. En simultáneo, continuaban los reportes opositores que decían que la represión había dejado decenas de muertos.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos destacó el caso de Idleb, una ciudad del noroeste del país, donde, según informó, se descubrieron 23 cadáveres con señales de tortura. La agencia estatal SANA publicó que “los servicios especializados de la ciudad de Idled limpiaron la zona de los residuos de grupos terroristas” y destacó las manifestaciones oficialistas en las que “millones de sirios” salieron a defender “la unidad nacional y a la estabilidad y su rechazo a las imposiciones y a la injerencia extranjera”.
Los opositores sirios hablan de 9.000 muertos desde el inicio de las protestas. Ayer, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, dijo que la “brutal represión” dejó “mucho más de 8.000 personas” muertas pero desde el organismo internacional se reconoció hace tiempo que el conteo es difícil de realizar y se estimó en 7.500 la última cifra oficial de fallecidos.
Un sinfín de líderes políticos y organizaciones de la sociedad civil opinaron ayer sobre Siria para marcar el primer aniversario de las protestas en reclamo de reformas democráticas, que comenzaron luego de otras similares en Egipto y Túnez. El gobierno responde desde hace un año con represión y las manifestaciones degeneraron en combates. En la actualidad hay incluso ejércitos opositores, constituidos en parte por militares desertores de las tropas “regulares”. Entre tanto, Al Assad prometió reformas, algunas se aprobaron y el país se prepara para celebrar elecciones legislativas el 5 de mayo. Pero a esta altura sus detractores se oponen a cualquier solución que no incluya la salida del gobernante. En esto cuentan con el apoyo de Estados Unidos, que aboga por una transición política.
Su postura en el Consejo de Seguridad de la ONU tiene como contraparte las de Rusia y China, que insisten en no violar la soberanía siria y en condenar la violencia de los dos bandos con la misma fuerza.
El canciller de Rusia, Serguéi Lavrov, dijo ayer por teléfono al enviado especial del organismo y de la Liga Árabe para Siria, Kofi Annan, que su país apoya su tarea de mediación y que “a partir de ahora cooperará activamente con él”, informaron los medios rusos.
Annan trabaja sobre la base de un acuerdo alcanzado por Rusia y la Liga Árabe la semana pasada, que tiene cinco puntos: establecer un diálogo entre el gobierno y la oposición, el cese de la violencia, “sea cual sea su origen”, la creación de un mecanismo neutral que supervise el cese del fuego, la no intervención extranjera y el acceso a la ayuda humanitaria.
La ONU informó ayer que 30.000 sirios huyeron a países vecinos y que hay 200.000 desplazados internos. La subsecretaria general de esa organización para Asuntos Humanitarios, Valerie Amos, dijo que este fin de semana llegará a Siria una misión de evaluación humanitaria, que será supervisada por el gobierno sirio y que trabajará con “varios empleados técnicos” de la ONU y de la Organización de la Cooperación Islámica.
En tanto, el vicecanciller iraní, Husein Amir Abdolahian, anunció que su país, aliado de Siria, mandó ayuda humanitaria por avión ayer, porque las sanciones impuestas hace meses por varios países y bloques contra Damasco impiden la llegada de material médico.